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El Navegar del Talaria

El Navegar del Talaria.


Viernes 8 de Octubre del 2010.

La Paz Baja California Sur, México.

Compré hace apenas una hora este cuaderno en una papelería de aquí en La Paz. Será mi bitácora para el viaje en el Talaria.

La Palabra Talaria viene del latín y, eran las “sandalias aladas” que Mercurio calzaba para volar. Era además Mercurio el dios en la mitología romana. En Latín: Mercurius.; importante dios del comercio, hijo de Júpiter y de Maia Maiestas.

Mercurio se deriva de la palabra Merx: mercancía.

En la mitología griega, existe un dios análogo llamado: Hermes.

Mercurio es un ser volátil, inestable, errático, de ahí que sea el dios de los rápidos vuelos de un lugar a otro.

Inicio de este modo, hoy a las 12:00 hs., la narrativa de este interesante viaje que tiempo atrás venía preparando a realizar en la primera oportunidad que se me presentara, navegar con Memo y Juanita en su precioso velero Talaria.

He empezado a empacar lo necesario para un viaje de por lo menos cinco días, de modo que extraigo del cajón de mi escritorio, la lista del equipo necesario que debo cargar para cada nuevo viaje y aventura. Está ya enlistado todo de la A, a la Z, así que lo único que hago ahora antes de cada partida, es leer la lista e ir acomodando lo que usaré en esta ocasión.

Mi capitán será Memo, como el de la novela de Julio Verne; Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, lo que me sumerge nuevamente, como en cada nueva aventura, en el protagonista de un cuento; además, será mi prueba de navegante después de varias salidas con él a velear por los alrededores de la bahía de La Paz., espero haber aprendido lo suficiente para aplicarlo ahora en este viaje que por zarpar, la impaciencia me arremete.

Cargué una mochila negra que David usó durante su viaje en bicicleta recorriendo La Baja California Sur, y que al terminar aquella aventura, me la obsequió, pues no quería cargar con tanto equipaje de vuelta a Hamburgo. Acomodé en ella lo que de la lista me pareció lo indispensable; no podían faltar mis avíos de pesca, pues será parte de la diversión durante el viaje y mi obligación de tripulación, capturar algunos peces para la alimentación, ya que Memo no tiene ningún interés por la pesca y por lo tanto carece de equipo para dicho motivo.

Imprimí la lista para checar todo nuevamente en la mañana antes de salir de casa con rumbo al muelle de la marina Costa baja, punto de partida del viaje, así como para no olvidar nada a bordo al atracar en el puerto de San Carlos, Sonora y regresar a casa. Ayer le pregunté a Memo y a Juanita que alimentos debía de comprar para cooperar con los comestibles de a bordo.

___ Nosotros aportaremos los alimentos ___ me contestó Juanita.___ ¿Entonces, con que voy a contribuir?___ le dije___With labor___ (con trabajo) me contestó.

Será entonces necesario poner todo mi esfuerzo y empeño en realizar todo lo que corresponderá a mis tareas a bordo.



Sábado 9 de Octubre del 2010.

7:00 hs. Me fui en el VW a la reunión con Memo y Juanita en la marina. Mari no está en casa, se quedó en Tijuana, llega a las 13:00 hs.; terminaremos el día de hoy de hacer los últimos arreglos, abastecimientos y reparaciones para dejar el Talaria listo para zarpar el día de mañana domingo, igualmente a las 7:00 hs.

Tareas de hoy; Arriamos, Juanita y yo, el velamen de proa (foque), lo enrollamos y lo guardamos en su funda para tenerlo de repuesto en caso de emergencia y dejamos el nuevo, que trajimos también en el pick up, de USA. listo para izarlo mañana antes de zarpar. Lo trajimos Memo y yo hace tres día en nuestro viaje por tierra de San Diego, California, USA. a La Paz B.C.S., en un pick up Ford nuevecito que conducimos ambos en dos días desde allá, jalando con él un tráiler-casa, pequeño, plegable, que usará durante su estancia en México para recorrer el país. Bajamos también del pick up, el nuevo motor fuera de borda que se cambió por el antiguo que ya no funciona muy bien y que se eliminará por este nuevo. Me obsequió Memo el tanque de gasolina de plástico color rojo que se usaba para la gasolina del antiguo motor fuera de borda, me lo llevo para sustituir el de el motor fuera de borda de mi botecito de aluminio y cuyo tanque está mucho más viejo que este. Desmontamos el aire acondicionado que provisionalmente durante el verano se instaló bajo cubierta para soportar los calorones. Se retiraron todas las cosas que ya no usan, como ropa, zapatos, utensilios de cocina etc. Un sin número de objetos que les llevaré a los paisanos de la sociedad de oaxaqueños como obsequio de parte de Memo y Juanita. Regresé a casa y de pasada por el camino visité a George mi amigo gringo, quién se dedica a la reparación, fabricación, y mantenimiento de cañas y carretes de pesca para recoger un par de carretes que le dejé para su limpieza, así como para pedirle prestados unos curricanes y otros objetos para poder pescar durante el viaje y combinar la travesía con la pesca que a mí me fascina y a la vez checar mis habilidades en el ramo, desde la cubierta de Talaria. Pasé posteriormente con el tapicero para recoger la funda de cuero que cubre la llanta de repuesto del remolque de Memo, le mandé cocer una cinta de cordón para poderlo amarrar al repuesto, ya que venía de fabrica con un resorte de hule que con el calor ya se aguadó y se cae fácilmente. Me lo entregaron y me cobraron $ 50.00. Llegue por fin a casa pasaditas de las 10:00 hs. y me alisté para ir al aeropuerto a recibir a Mari que llegaría a las 12:35 hs. en un vuelo de la aerolínea Volaris que viene de Tijuana. Arribó a tiempo y juntos nos fuimos a comer a un restaurante porque yo no había tenido tiempo de preparar nada para la comida. Después de comer fuimos de compras al supermercado y aproveché para comprar algunas cosas en especial para comer y beber en la travesía. Por la noche nos reunimos con Pepe Farah para platicar, cenar y despedirnos. Nos fuimos a la cama pasadas las 23:00 hs.



Domingo 10 de Octubre del 2010.

5:00 hs. Fue una noche intranquila, casi no pude conciliar el sueño por lo excitado que me sentía por el hecho de emprender una aventura más en vida, siempre me sucede lo mismo la noche anterior a cualquier viaje. Me levanté y mientras rechecaba la lista de equipo que llevaba en la mochila, Mari preparó algo para desayunar, muy ligero, frutas y yogurt, café con crema y nada más. Me bañé mientras se preparaba Mari. Salimos de casa a las 6:15 hs. con rumbo a casa de Pepe para pasar a recoger a Margarita, quién acompañaría a Mari de regreso del muelle en la Marina Costa Baja, punto de abordaje.

7:00 hs. A bordo del Talaria. Mari y margarita se quedaron un rato más observando las maniobras que los tres; Memo, Juanita y yo realizábamos en preparación para zarpar. Juanita y yo de inmediato nos dimos a la tarea de subir la vela de proa (foque), que ayer habíamos dejado sobre cubierta lista para izarla ahora. No contábamos que tendríamos problemas al momento de engancharla con el perno de seguridad que la sujeta al cabo que la iza hasta la punta del mástil principal. El día de ayer Juanita al quitar el perno, se le había resbalado de la mano, cayó y se hundió en el agua. Memo me trajo tres de distintas medidas que tenía de repuesto pero ninguno fue adecuado al orificio. Siendo día domingo y estando lejos del centro de la ciudad, no había manera de conseguir un repuesto de igual medida. Decidimos entonces agrandar el orificio donde entra el perno, para ello nos dimos a la tarea de sacar el equipo de la bodega de herramientas; taladro, brocas, extensiones de luz, etc. Todo lo necesario para realizar el trabajo. Taladré un orificio mayor que el original con la broca para fierro de la medida más grande que tenía memo entre sus herramientas, intenté entonces meter el perno en el orificio, aún era muy pequeño, era necesario agrandarlo un poco más, pero como no teníamos otra broca más grande, hubo que ir abocardando el orificio poco a poco, Me pasé largo rato tratando y tratando de agrandar aquel agujero y lo que avanzaba realmente era muy poco para el grosor que necesitaba. Después de media hora de intentarlo me rendí y le dije a Memo que fuéramos pedir prestada una broca mayor con alguno de los vecinos de la marina. Había una veintena de yates y veleros a nuestro alrededor, así que no fue tarea difícil preguntar al más cercano si tenían otra broca más grande que la que necesitábamos. Un gringo salió del camarote de su velero y nos dijo afirmativamente que tenía un juego completo de brocas de todas las medidas más comunes. Como siempre, estos gringos cargan con unas maravillas de cajas de herramientas. Nos prestó una 5/16” que era la medida que necesitaba. Regresamos al Talaria y como si fuera mantequilla, perforé más el orificio y, zaz, asunto arreglado, el perno y el seguro quedaron sujetos en su lugar junto con la vela de foque. Regrese a devolver la broca y corriendo me subí nuevamente al púlpito de proa para junto con Juanita izar la vela, enrollarla y atar los cabos para que estuviera lista para el momento en que en alta mar hubiera necesidad de extenderla.

Por fin se llegó la hora de zarpar, eran las 10:00 hs. Del día 10, del mes 10, del año 2010.---Es un número cabalístico--- le grité a Juanita, que en ese momento se dedicaba a recoger las defensas de hule del lado de estribor y, que se cuelgan a estribor y a babor cuando se atraca el velero, para evitar que se golpeé contra el muelle o contra otra embarcación.---¡Si, es verdad!--- me contestó.--- muy bueno suerte para el Talaria --- en su español agringado, y se rió. Ambos están tratando de mejorar y aprender a hablar un poco más de español y mi presencia les sirve para practicar y a la vez yo practico mi inglés.

10:00 hs. Primer turno del día y del viaje. Le corresponde al capitán Memo, que tiene la responsabilidad de sacar el Talaria de la marina. Puso en marcha el pequeño motor diesel de 9.9 HP. Que lleva instalado abajo. Nos ordenó a Juanita y a mí que desatáramos los cabos que sujetaban al velero, primero el de popa que estaba a mi cargo, lo desanudé, empujé al Talaria del costado de la popa para que se fuera desprendiendo del muelle, y acto seguido salté a bordo. Juanita por lo consiguiente hizo lo mismo que yo y ambos subimos a bordo casi al mismo tiempo. Memo lo impulsó hacia atrás (en reversa, diríamos de un automóvil) y poco a poco viró para que la proa se enfilara por los laberintos de muelles de la marina rumbo a la estación de PEMEX que está ubicada a la salida al canal de la bahía de La Paz, para cargar diesel. Nuevamente las actividades de atraque en el muelle de la estación de combustible. Procedimos a llenar el tanque del velero y, dos extras de plástico de 20 litros cada uno, que van atados a la barandilla del costado de babor, así como el tanque de color rojo de plástico que contiene gasolina, y es para el uso del motor fuera de borda del botecito de goma, ZOOM, que nos servirá para bajar a tierra firme cuando haya necesidad de hacerlo. Lleno todos los tanques, total a pagar: $ 950.00. Nuevamente la mismas acciones de zarpar, saltamos nuevamente Juanita y yo, y mientras Memo nos conduce hacia mar abierto, Juanita y yo recogemos las defensas blancas de hule, las subimos a bordo, enrollamos los cabos de las mismas llevamos las seis a la popa, lugar donde se guardan en la bodega especialmente para ellas, para que no queden sobre cubierta y estorben las maniobras durante la travesía. En seguida recogemos y atamos todos los cabos de amarre y todo lo que pueda estar suelto y provoque que tropecemos o resbalemos y alguien sufra un accidente o caiga al mar por la borda. Por fin, un descanso, después de tanto ajetreo, estamos saliendo ya de La Bahía de La Paz y empiezo a hacer anotaciones en mi bitácora personal, mientras Memo y Juanita se dictan los datos para hacerlo en la Bitácora del Talaria. Sigo tomando fotos a diestra y siniestra para complementar más tarde esta narrativa.

A las 11:00 hs. Será mi turno al timón y a las 12 medio día el de juanita. Leo el tablero de navegación GPS: Rumbo: 327° N; esto es, hacia la Isla San Francisco que está al sur de la Isla San José y al SW. de la San Evaristo. Velocidad: 4.7 nudos. Le pregunto a Juanita que a que equivale esa velocidad en kilómetros por hora. Baja a la cabina y trae una tabla de equivalencias y me dicta: Un nudo (Kt) es equivalente a una milla náutica por hora. Una Milla Náutica es igual a: 1.853 Km. Hago mis cálculos aproximados y le digo --- Entonces vamos a unos 9 kilómetros por hora, aproximadamente, ¿verdad?---- aproximadamente--- me dice.

13:00 hs. Estamos navegando casi frente a la Isla La Ballena, que está al oeste de la isla Espíritu Santos. Después de mi turno al timón de 11:00, a 12:00 hs. Y el de Juanita de 12:00 a 13:00 hs. Ahora vuelve a estar al timón el capitán Memo. Cuando es el turno al timón de cada uno de nosotros, “es la hora del rey” según las especificaciones de a bordo. Uno debe permanecer ahí, pero todos los demás están para atenderlo a sus anchas y pedir que le traigan lo que apetezca y necesite, todos estamos obligados a atenderlo de inmediato; esa es la mejor ventaja de ser el timonel en turno. Sentado junto a Memo en el sillón del lado de estribor, donde no cae el sol a plomo, escribo y tomo fotos mientras disque descanso. No logro reposar del todo, tengo tanto en mente que hacer, escribir y fotografiar, que las dos horas que debería descansar las he utilizado en eso, sólo escribir y fotografiar a mi alrededor.

13:30 hs. Ahora frente a la Isla Partida, división de la Isla Espíritu Santos por el extremo norte de la misma por medio de un angosto canal de baja profundidad, que sólo con pequeños botes o pangas se logra cruzar del lado este al oeste. Existe en esa parte de la isla partida un pequeño campamento de pescadores, quienes pescan durante el día y todo lo que atrapan lo almacenan en una enorme caja a modo de hielera, llena de hielo que traen en una panga, del puerto de la Paz y, la tienen resguardada bajo una de las palapas que han construido en ese lugar. Ellos viven en ese lugar por una semana y a veces el domingo regresan a la ciudad de La paz para visitar a sus familiares y descansar. Toda la pesca del día es pesada y guardada en el cajón para esperar al día siguiente al comprador mayorista que viene en su panga de la ciudad a comprarles todo lo que hayan juntado.

Hace algunos años Alfredo, Tomás y yo decidimos salir a pescar a “los bajos” una pequeña saliente de la punta de alguna montaña bajo el mar, que produce que el nivel del mar en esa zona sea un poco menos profunda, razón por la cual recibe dicho nombre y alrededor de ese lugar, la cadena alimenticia marina se desarrolla abundantemente y casi es seguro de lograr buena pesca, muy a propósito de los pescadores de la isla partida, este es uno de sus lugares preferidos a diario, ya que de la isla a los bajos, está a sólo un par de millas náuticas. Nuestro plan era de una pesca hasta dicho lugar por dos días, así que nos refugiaríamos durante la noche en el campo pesquero de la isla partida. Pescamos durante todo el día en los alrededores de los bajos y al atardecer enfilamos rumbo al canal de la isla. Nos fondeamos casi obscureciendo y con linternas en mano nos preparamos para pasar la noche en dicho lugar, preparé café en una pequeña estufita de acampar y cenamos lo que cada uno había traído para compartir y terminada la cena nos fuimos a dormir ya que la oscuridad y el silencio que reinaba a nuestro alrededor invitaba a la meditación y a contemplar el cielo bellamente adornado de estrellas. En la mañana de nuestra partida del puerto de Pichilingue, con las prisas de subir todo mi equipo, olvidé mi bolsa de dormir, así que esta noche en la isla, no tenía donde resguardarme. Alfredo se metió en so bolsa de dormir, nos dijimos hasta mañana, y yo le había dicho que dormiría dentro de la panga que estaba fondeada en la playa, cosa que así hice. Era el mes de enero, mes de las coyas de invierno en el golfo de California. Un viento fresco empezó a soplar como a la media noche, empecé a sentir que la temperatura descendía poco a poco y me acurruque en el fondo de la panga al costado de babor, para que el viento que soplaba chocara en ese costado y no me molestara tanto. No podía dormir, el viento silbaba dulcemente a mí alrededor y la temperatura en la madrugada había descendido aún más y me calaba ya hasta los huesos. En vano trataba de calentarme. Me levanté y preparé más café para tratar de calentarme un poco y empecé a caminar en la playa alumbrándome con la pequeña linterna de mano que traía, busqué en la oscuridad el sitio donde había visto a Alfredo colocar su casa de campaña. Al fin alumbré a un bulto amarillo que reflejaba la luz de mi lámpara, me acerque para ver que era aquel bulto amarillo. Al alumbrarlo de frente, ¡oh sorpresa!, era Alfredo que estaba sentado envuelto dentro de su bolsa de dormir, que era de color amarillo; parecía un tótem sembrado en medio de la playa. Estaba pálido y grisáceo, tiritando de frío y sin poder dormir tampoco a punto de caer en hipotermia. ___ ¿Qué te pasa?___ le pregunté.___No he podido dormir desde la madrugada en que nos cayó, la coya (vientos que soplan fuerte durante el invierno en La Baja California Sur) ___Yo tampoco, voy a preparar un poco de café para calentarnos un poquito y esperar a que amanezca___ ¿Y Tomás? ___ le pregunté a Alfredo.___ ¿no sé?, anoche lo vi que se enterró en la arena por allá___ y me señaló hacia la parte norte de la isla. Salí caminando al rumbo en que Alfredo me señaló y, en la oscuridad distinguí un bulto cubierto de arena, me le acerqué y dirigí el haz de luz de mi lámpara de mano y, me encuentro con Tomás enterrado y durmiendo plácidamente además de estar roncando, señal que no le estaba molestando el frío. << Este si la supo hacer >>>. Preparé café y así nos pasamos las últimas horas de la madrugada entre plática y caminatas a lo largo de la playa, tratando de entrar en calor moviendo los músculos, mientras el viento helado aullaba entrando por el largo cañón que divide a las dos islas y que al formar ese embudo adquiere mayor fuerza al atravesarlo del lado oeste hacia el este. Al despuntar el sol los pescadores que habitan esa parte de la isla empezaron a salir de sus covachas con los primeros fulgores que empezaron rápidamente a entibiar el ambiente. Entre ellos salió el compadre de Tomás, quién para esa hora ya se había levantado de su sepulcro de arena donde el frío no le hizo “ni cosquillas” según él mismo nos dijo << experiencia de viejo >> pensé. El compadre nos invitó a desayunar un caldo de caguama que les había sobrado del día anterior, nos lo desayunamos calientito, picosito y revividor, exquisito. Partimos de la isla para continuar pescando el segundo día y enfilando poco a poco con rumbo al puerto y en la tarde estábamos de regreso en casa, con un nuevo cúmulo de experiencias. Puedo ahora distinguir perfectamente delineados los dos promontorios blancos en la punta norte de la isla espíritu santos, son Los Islotes, dos inmensas rocas que sobresalen despegadas de la inmensa isla espíritu santos; les tomo fotos. Memo sigue ahora nuevamente en su segundo turno al timón. Hemos cambiado desde hace un rato de la calma sobre la superficie del mar, a una marejada un poco más fuerte y por lo consiguiente el velero se bambolea un poco más, hay que sujetarse fuertemente de la barandilla de cubierta para poder caminar de popa a proa.

14:00 hs. Mi turno al timón por segunda vez en el día. Con la marejada fuerte, ahora el control de la nave requiere una atención más cuidadosa, ya que al enfrentar el Talaria a la cresta de la ola, (me explica juanita) no la debo recibir con la proa de frente, sino virar ligeramente a babor, ya que nuestro curso y el viento así lo requiere la nave; al estar en la cresta de la ola; virar inmediatamente hacia estribor para que el Talaria se deslice como en un tobogán de agua al fondo y de inmediato enderezar la proa hacia la siguiente ola más alta. Así sucesivamente me pasé la siguiente hora, subiendo y bajando como en una tabla de surfear dejándome empujar con cada ola hacia mi rumbo marcado en el GPS y el compás del Talaria. Ahora nos dirigimos directo hacia la Isla San Francisco. Coordenadas al punto en que nos dirigimos: Latitud: 24° 49.28 ´ N. y Longitud: 110° 34.26´O.; vientos de 7 nudos. Aún seguimos avanzando con el motor diesel del Talaria, la fuerza del viento aún no es suficiente para izar las velas, nos llega del NNE. 14:30 hs. Tiempo para el lunch del medio día. Memo que está en su tiempo de dos horas de descanso del timón, ha preparado los alimentos, el menú es: ensalada de pollo con mayonesa, mostaza, cilantro, pimientos morrones rojos picaditos muy fino, cebolla, pimienta, especies italianas, todo servido sobre tostadas. Me trajo un plato con tres mientras estoy al timón, de beber, pido una coca cola bebé (de las miniaturas) bien fría.

15:00 hs. Me sustituye al timón Juanita. Todo sigue normal y con el mismo rumbo, aún con impulso del motor.

16:00 hs. Nuevo cambio al timón, turno de Memo y mismas coordenadas, impulso con motor aún.

Intenté pescar como a eso de las 13:00 hs. mientras era mi turno de descanso. Preparé mi equipo de pescar y lo adapté a una caña vieja y muy delgada que Memo tenía colgada y abandonada en el techo de la cabina, la saqué de su escondrijo y como pude le adapté uno de los dos carretes que traía, seleccioné el que tenía una línea con posibilidades de sostener algún pez de unas 30 libras de peso, aproximadamente: 10 Kg. Aunque con esa piola se puede pescar algo hasta del doble de peso, con un poquito de experiencia y paciencia, para no permitir al pez que reviente la piola (término usado, por hilo de pescar). Le amarré un curricán mediano, de los que George y yo fabricamos en su taller con moldes y plomo fundido y como falditas de hawaianas, les colgamos tiritas de plástico de vivos colores, para tratar de engañar a los peces. Usé uno muy colorido, en color naranja. El Talaria no tiene postes donde introducir las cañas de pescar, ya que Memo no pesca nunca durante sus viajes, de modo que opté por sentarme en la popa, del lado de babor, por donde hay menos cosas que estorben y lancé mi línea por vez primera ese día tentando a la suerte para que algún bobo dorado pensara… <<< ¡Huyyy! qué cosa tan sabrosa se ve que viene ahí nadando, mejor me la trago antes de que se me escape, u otro dorado se me adelante >>>. Como a la media hora de espera, ¡saz!, el carrete empezó a zumbar mientras el hilo corría rápidamente desenredándose, segundos de alegría al ver saltar un dorado como a unos 30 metros de la popa del Talaria, había enganchado uno. Mi ansiedad por no perderlo fue mi perdición. Nunca se me ocurrió ordenarle a Memo que estaba en ese momento al timón, que neutralizara el motor para que el velero disminuyera de inmediato su marcha y la presión sobre la piola disminuyera y pudiera permitir al dorado que se detuviera y empezar a recoger hilo para acercarlo a la nave. Todo eso debía haber hecho, pero como ya les dije, la emoción me segó. Nada dije y, El Talaria seguía avanzando tirando de la piola, el dorado y ejerciendo una presión tan fuerte, que terminó en lo que se suponía que debía por lógica suceder. Se reventó la línea y el dorado se liberó, llevándose con él, piola, curricán y mis esperanzas. Ni juanita, ni Memo saben nada de pescar, así que era imposible que supieran como auxiliarme en la captura. Posteriormente de lo acontecido, les expliqué el procedimiento a seguir para la próxima ocasión en que dicho evento se presentara. Buscó Juanita posteriormente al suceso de la pesca del dorado, una pieza adaptable que se usa para colocar las cañas de pescar en algún lugar adecuado del velero, es un tubo de plástico negro con abrazaderas que se sujetan a la barandilla y poder colocar la caña de pescar, descansando en esa posición para no tener que llevarla en la mano por largos períodos de tiempo y así dejarla sola hasta que la alarma del carrete suene indicando que algo se ha atrapado con el curricán y está jalando. Durante buen rato traté de encontrarle la posición adecuada, lo atornillé tres veces en distintos sitios, pero al colocar la caña y el carrete, me daba cuenta que no era la posición adecuada y lo volvía a intentar en otro lugar. Me cansé ese día y lo dejé pendiente para más tarde. Ya que mi turno al timón me reclamaba.

16:30 hs. El viento aumento de velocidad, Memo ordenó que izáramos las velas. Empezó el ajetreo entre Juanita y yo. Memo al timón; por su falta de energías, Memo casi no puede hacer muchas fuerzas y Juanita y yo debemos hacerlo. Primero el foque, se infló estupendamente y la acomodamos acorde al viento y a el rumbo que llevamos, después de unos ajustes, quedó en la posición correcta, sin embargo no se logró desenrollar totalmente, al final se atoró un poquito, tratamos de destrabarla, pero no lo logramos; así se quedó. Más tarde al anclar revisaríamos el problema, pero por el momento, funcionaba. Memo nos dirigía desde el timón para hacer los ajustes del foque. No hemos parado de hacer alguna actividad, una tras otra durante todo momento, desde que abordamos. Al final, el foque empezó a dar chicotazos de babor a estribor y Memo nos ordenó que mejor la enredáramos, cosa que hicimos de inmediato Juanita y yo y la recogimos. Seguía atorada. En cuanto anclemos en la isla san francisco, revisaremos que la está atorando en el mástil, pero eso será hasta mañana por la mañana cuando no haga demasiado calor. Memo tomó una siesta hace rato después de su primera ronda al timón. Se fue bajo cubierta a la cabina mientras Juanita y yo practicábamos español. Nos gusta conversar mucho, ya sea en parte en español, e inglés donde ya no se puede. Memo es muy parco para conversar, aún con Juanita.

17:25 hs. Anclados en la bahía al sur de la isla San francisco. El motor por fin descansa en silencio en la bodega al fondo del Talaria. Un pequeño crucero está anclado cerca de nosotros, a estribor del Talaria; otro más grande que trae turistas en excursión a babor. El primero de color blanco en su totalidad, como a unos cien metros de distancia de nosotros; el más grande, pintado en colores azul y blanco casi a la misma distancia que el otro, no se ve nadie a bordo ni se escuchan voces, sólo se escucha el golpeteo de la tela de la bandera de México que ondea arriba en el mástil del Talaria, el viento la agita a su capricho y regocijo, ella, se deja agitar y, el golpecito arrulla, produce un estado como de nostalgia y relajamiento, de sentirse apartado, en otra dimensión. Esta soledad te da el tiempo en un espacio que se antoja fuera de nuestro planeta, es un silencio acogedor e hipnótico. ¿Será así en el otro mundo?, ¿el etéreo del más allá, de tanta quietud? Cómo quisiera que este estado se pudiera prolongar una eternidad y quedarme aquí suspendido como en otra dimensión. El leve golpeteo de las olas, apenas sacudidas por la marea que asciende, lamen tan solo los costados del casco de nuestra nave y mece nuestra cuna con el arrullo de la brisa que silva una canción de cuna sólo para mi, que reposo tendido en un costado del pasillo en cubierta a estribor. Un pequeño faro en la punta este de la isla, construido de metal, como de unos ocho metros de altura, se levanta en un promontorio de roca y, su haz de luz verde, empieza a dar pincelazos de cuando en cuando con cada giro de la lámpara, sobre el espejo de aguas cristalinas, de por sí ya verde de la bahía, tan solo para remarcar el esplendor de su superficie. Este faro no mide la lejanía; simplemente su luz está presente en mi vista. El sol traspone ya las montañas de la península al oeste, casi sobre la silueta de la Punta Cabeza de Mechudo. Juanita y Memo murmuran algo en la popa, casi es un susurro sus voces, parecen no querer romper esta quietud que todos disfrutamos después de un día tan agitado. ¡Imagínense el lugar!, casi deshabitado y todo es para nosotros. Me incorporo y, lo que queda de sombra del mástil, se desvanece esfumado con la capa oscura de la noche que empieza a cubrirnos. Aún no puedo creer que me encuentro aquí, en esta isla que tantas veces he observado en los mapas de la baja California Sur que por todas partes tengo colgados en casa y, que otras tantas veces he visto sentado junto a la ventanilla de un avión, como una pequeña roca descansando en un mar turquesa, desde tres mil metros de altitud, tratando de capturar su silueta en una fotografía, viajando en ruta de la Paz a Tijuana o, de regreso. Siempre soñaba con poder algún día visitar estas islas tan solitarias que tachonean este Golfo de California. Pero me doy cuenta de la realidad, que aquí estoy, y que este, es otro sueño más en mi vida que empiezo a aterrizar en este día que está a punto de pasar a sumar otro más, en mi cuenta regresiva.

Juanita se ha conectado a la banda de onda corta a través de la radio, misma que sirve para enlazarse al sistema de la Internet, ahora envía correos y checa quienes están anclados en la región y en contacto por ese medio. Posteriormente envía un correo a Pepe Farah en La Paz, con copia mi para tener el record a mi regreso y la información para mi bitácora, informándole del resultado de la travesía del día de hoy, para que Pepe le haga saber a Mari en casa, vía telefónica, las últimas noticias desde el Talaria y así completar el círculo de las noticias de la travesía, diariamente, como lo habíamos planeado para tenerlos informados. Este sistema de radio tan moderno, envía señales de ondas de radio que se esparcen hacia la ionosfera, aproximadamente a 400 mil metros de altura sn/m y, ahí en esa capa, rebotan nuevamente hacia la superficie de la corteza terrestre y así sucesivamente por medio de rebotes, hasta alcanzar el punto donde son recibidas por alguna estación que las reenvía y así hasta llegar a su destino; esto funciona mejor al amanecer y al atardecer, hora en que los rayos del sol en la zona se han ocultado en el horizonte.

18:30 hs. Juanita me ha traído aquí en la proa, donde estoy sentado ahora, un tazoncito lleno de colación; cacahuates, almendras, chocolates, pasitas y frutas secas variadas para tomarlas como botanitas mientras prepara la cena.

19:25 hs. Luna en creciente que ha aparecido en el horizonte del este, tiene apenas un par de días en creciente, es apenas un cuernito que refleja su faz plateada sobre las aguas tranquilas de la bahía. Apareció de pronto sin que me hubiera percatado de ello, así, de pronto. Venus se ha unido ahora a ella como queriendo competir en brillantes pero aún arropado con los últimos resplandores de un bermellón oscuro del atardecer que ya se fue y que deja sus últimos brochazos de color para que la noche los cubra de negrura.

Hora de cenar, el menú: filetes de dorado, que hace unos minutos filetié para dejárselos listos para cocinarlos. Los traje conmigo esta mañana al abordar, son de la pesca del viernes pasado que capturamos cerca de la Isla Cerralvo, en compañía de Alfredo Monrroy; mi compañero inseparable de pesca desde hace más de diez años. Juanita los frió con mantequilla y sal de ajo como condimento; arroz, brócoli, queso, y tortillas calientitas; cenamos en cubierta con una pequeña luz difusa del tablero de instrumentos. La mesa es una pieza rectangular de acrílico transparente, plegable, atornillada a la base del tablero de instrumentos, de manera que mientras no se utiliza como mesa, está colgada hacia en piso de las bisagras que la sostienen en posición vertical al tablero y, se coloca en posición horizontal, a la hora de utilizarla para tomar alimentos sobre ella. Así lo hicimos esta noche para disfrutar de la cena en cubierta bajo un cielo que se había ya oscurecido y se empezaba a sentir la humedad de la noche de verano que se tarda en alejar y un otoño prematuro que se acerca con rapidez.

Una hora antes intenté pescar desde la proa mientras Juanita preparaba la cena, lancé una piola a mano, tratando de enganchar algún pez, usando como carnada los cueros de dorado que me sobraron al filetear los trozos que traje a bordo. Sólo logré pescar un Tamborillo, mismo que regresé al mar, ya que no es comestible.

20:00hs. Con la carta celeste que juanita ha traído de USA. El láser verde para señalar en las clases de astronomía que traje conmigo y los binoculares de a bordo, 7 x 50 , disfrutamos un buen rato del cielo estrellado, después que la uñita de la luna se había ocultado ya. Traté de encontrar el cometa que en esos días se observaba en la constelación de Perseo, pero aún era muy temprano y Perseo no aparecía aún en el horizonte del este. Admiraron Memo y Juanita por vez primera en su vida; la Galaxia de Andrómeda, único objeto celeste que se puede ver a simple vista y que no forma parte de nuestra galaxia, La Vía Láctea. Se fueron a la cama pasadas las 21:00 hs. Yo me quedé tendido largo rato más sobre el sillón de popa sobre cubierta y esperé pacientemente a que la constelación de Perseo se dejara ver y, así encontré con los binoculares, el cometa 103P Harley que estaba buscando desde hacía días desde el traspatio en casa, pero la contaminación lumínica de la ciudad no me lo había permitido, pero ahora, lo había logrado y, después de disfrutarlo con mucha calma y por largo rato a solas, me fui a mi sillón-cama bajo cubierta, pues también la brisa nocturna me empezó a humedecer la ropa y refrescó más la noche.

Lunes 11 de Octubre del 2010.

7:25 hs. Ha salido ya el sol sobre el horizonte plano del Golfo de California, lo fotografío desde cubierta en la bahía de la isla San francisco. Zarpamos a las 8:00 hs. Exactamente. Primer turno al timón esta mañana; Memo. Juanita y yo subimos el ancla y acomodamos todo el carenaje y demás cabos que se utilizan al anclar dentro de la pequeña bodega que está ubicada en la proa. Nos dirigimos ahora hacia el canal que forman la isla San francisco y las montañas de la península de la Baja California Sur, proa hacia la Punta Cabeza de Mechudo a través del canal de San José. Pasamos frente a otra pequeña isla llamada Isla Coyote. En este momento de fotografiar la isla, me di cuenta que la fecha en la memoria de mi cámara fotográfica está mal, así que de inmediato la corregí para poder usar como siempre lo hago, las fechas que se imprimen en cada foto para poder posteriormente ubicar el lugar acorde a mi diario, número de la foto y a la bitácora de este viaje al escribir mi narrativa. Tomé otra más de la isla coyote para cerciorarme que la fecha estaba corregida y se grababa la actual del día.

*** Memo preparó café a las 7:00 hs. Bebimos juntos los tres con galletitas, en cubierta de popa, mientras disfrutábamos del amanecer, aún fresco del rocío marítimo que cubría la cubierta del Talaria. Coloqué mientras bebíamos el café, el soporte de la caña de pescar, por cuarta vez en una nueva posición, ya que en los tres intentos anteriores no quedaron bien en los lugares que había escogido. Parece que ahora si va a funcionar bien en este lugar. La atornillé muy bien, justo a espaldas del sitio que ocupa el timonel, ya que ahí la caña queda exactamente libre de cualquier estorbo que deje correr la línea de pesca hacia la estela del motor en popa y seguir el curricán la ruta del velero. Intentaré lanzar nuevamente más tarde cuando vayamos navegando, un curricán, para ver si el día de hoy tengo mejor suerte y logro atrapar otro dorado como el que perdí el día de ayer.

8:15 hs. Juanita sirvió un ligero desayuno: Para Memo, hojuelas de maíz con yogurt y manzana; a mí, frutas con yogurt y cereal, lo mismo tomó Juanita. Han sido unas bellas personas conmigo, me atienden con esmero.

8:30 hs. Del lado izquierdo una rocas llamadas Rocas de la Foca, canal estrecho y peligroso cuando la marea está alta, ya que no se distinguen a lo lejos, sino hasta el momento en se está muy cerca a ellas. Lo extraordinario es que en la biblioteca del Talaria, existen una gran cantidad de libros de navegación del golfo de California y con ello se pude checar tramo a tramo de la ruta que vamos siguiendo, además de mapas y los instrumentos de navegación instalados en el tablero del timón que nos dan nuestra posición exacta

10:00 hs. Cambio de turno al timón, ahora Memo lo cambió a piloto automático, para poder ir más descansado. Mientras tanto ahora, es mi turno de descanso. Es hora de tomar unas fotos escribir algo en mi bitácora, sin embargo aún cuando Memo navega en piloto automático, no se puede dejar desatendido por mucho tiempo, por lo que se debe permanecer sentado frente al timón durante el turno y estar checando los instrumentos de cuando en cuando. El mar está de una calma tal que parece que navegamos dentro de una tina de agua salada, refrescados por una leve brisa y una quietud tal que sólo el ronroneo del motor perturba el medio ambiente. Ahora pasamos frente al poblado pesquero de San Evaristo. Mientras navegamos observo una gran cantidad de manta rayas, los pescadores de la región les llaman Cubanas, son muy grandes y algunas nadan en parejas, están en período de cortejo y apareamiento. Cuento más de veinte alrededor, algunas saltan sobre la superficie del mar y caen en forma estrepitosa produciendo un sonido como de una enorme piedra que se dejara caer al fondo del mar, se mueven muy cerca a nosotros, son enormes, algunas calculo unos dos metros de extremo a extremo de sus alas, parecen volar cuando saltan y extienden sus largos brazos. Desde antes que dejara el timón al turno de Memo, las había venido observando y, ahora con la facilidad de moverme por todo lo largo de la nave, puedo tomar fotos de ellas a mi gusto y en los ángulos qué mejor me parece. En esta región los pescadores aprovechan esta época para pescarlas, las atrapan con unas enormes redes que extienden colgadas de unas boyas hechas con galones de leche vacíos y al nadar por el canal de San José se enredan en ellas y mueren asfixiadas, revisan las redes durante cada mañana y las que fuero atrapadas durante la noche, las llevan a tierra y cortan las partes donde más carne tienen, filetean las aletas, cuelgan los filetes a secar y, posteriormente ya bien secos hacen con ellos machaca de manta raya que es un alimento muy común que se come de diversas maneras por estos rumbos, sobre todo en un riquísimo caldo que le nombran caguamanta. Este mar es tan rico en especies marinas que no deja uno de admirar de cuando en cuando distintas variedades de fauna, como son los lobos marinos, focas y delfines, gaviotas, pelícanos, cormoranes, tijeretas, etc. Ahora nos dirigimos a la bahía de Tembabichi, lugar donde anclaremos para dormir esta noche.

Rumbo: 315° N. Velocidad: 5 nudos. Hora. 10:15 hs. Estos datos los escribo después de dejar el timón hace un rato. Serie de fotos que he tomado: Cabina del Talaria; Mapa de la zona de Nopoló; El campo pesquero de Nopoló; La escuela de delfines; Campo pesquero en la Ensenada La Cueva; Acantilados en la punta de la ensenada la cueva; Las islas. Santa Cruz y San Diego.

11:30 hs. Continuamos con el mar en completa calma, no es posible navegar a vela debido a la falta de viento y continuamos con el impulso del motor, seguimos con el piloto automático. El viento sólo alcanza los 2 nudos.

Juanita trajo botanitas para todos: pedacitos de pizza italiana, chocolatitos M&M. Sentados los tres bajo la sombra de popa, disfrutamos comiendo, leyendo, escuchamos música cubana del Ipod de Memo. Ahora me doy cuenta porqué Vizcaíno después de navegar en sus galeones por este golfo en el siglo XVI, no logro avanzar más allá del actual puerto de Santa Rosalía en la Baja California Sur y tuvo que abortar la misión de recorrerlo todo para hacer un mapa completo, asegurarse que aquello no era una isla sino una península y regresó al puerto de San Blas, punto de donde había partido un poco más de seis meses atrás. Ahora lo puedo constatar, sino fuera por el motorcito del Talaria, apenas si nos moveríamos en nuestro rumbo al norte del golfo de California. El día de hoy, tan solo hemos podido desenredar la vela de foque una vez y otra el día de ayer y, tan solo por períodos cortos, lo demás del tiempo hemos avanzado a motor, con la velocidad del viento actual, nuestro avance sería como de unos 4 kms. por hora.

El motor del Talaria está instalado bajo cubierta, en un compartimiento que queda justo debajo de la parte donde estamos siempre en cubierta, frente al timón de mando y la escalera para descender a la cabina; es de 9.9 caballos de fuerza (hp) de combustión diesel y con un máximo de 2,000 (rpm.) revoluciones por minuto. Siempre se mantiene a una velocidad de crucero de 800 rpm.

Después de terminar mi turno al timón durante esta mañana, volví a lanzar un curricán al agua con el fin de tratar de atrapar algún pez. Le coloqué un nuevo curricán, ahora de color verde y del mismo tamaño que el de ayer. Lo traemos arrastrando como unos 30 mts. Justo bajo la estela de espuma que va dejando a popa el motor. Durante las primeras horas de esta mañana instalé la base-soporte de la caña de pescar, ahora quedó en una mejor posición, pienso que ahí la dejaré durante toda la travesía; quedó instalado justo detrás del timonel, en la parte llamada espejo de popa, que es el lugar donde también va sujeto el motor fuera de borda de la panguita zoom.--- ¿seguirá aún ahí?--- será mejor que lo suba para ver si todo funciona en orden. A veces suelen enredarse o torcerse o atorarse alguna de las tres puntas de anzuelo que lleva, con la línea de la piola. --- Creo que mejor lo subo, lo checo y salgo de dudas--- ya tiene buen rato y no sucede nada, ni se ha prendido nada.

--- Todo bien--- nuevamente lo regreso al agua para seguir insistiendo y esperar que algún dorado medio hambriento lo vea y piense, ---- ¿Qué será eso que brilla tan bonito de color verde?---- parece algo sabroso---- y, además nunca he probado algo de ese color tan brillante ---- Lo voy a intentar, a ver a que sabe ----- y así atrapo otro dorado el día de hoy.

Nuevamente mi turno al timón a las 12:00 hs. Continuo con el mismo rumbo de antes, ahora también yo lo pongo en automático, ya que el mar sigue en completa calma y así tengo más facilidad de seguir escribiendo y hacer otras cosas con las manos libres. Sólo se escucha el rechinar de la banda dentada que abrasa el timón y lo mueve acorde a las ordenes del GPS… tric, tric, dos ajustes; tric, ahora, solo un ajuste, a veces dos, a veces uno, según sea necesario y así mientras esté en automático. Checo nuevamente el tablero del curso, como se hace cada cinco minutos aproximadamente; 314° N.; ahora leo el GPS: 315° N. No debe exceder de 2° a 3° así que está dentro del rango correcto, el piloto automático funciona perfecto. Pasamos en este momento entre las islas Santa Cruz y San Diego, ambas del lado de estribor; que es el este, mientras que del lado de babor; que es el oeste, la isla Habana. No se debe abandonar por completo el timón aunque vaya en piloto automático ya que a veces podemos encontrarnos con otra nave en nuestro curso, por eso continuamos con las guardias cada hora por dos de descanso.

Juanita cambió la música, ahora es clásica , me gusta mucho más y me siento más en contacto con el medio ambiente que me rodea, que es esplendoroso, me fascina, me subyuga El motor diesel es bastante silencioso, funciona en este momento a 1,800 rpm., lo acabo de checar, la temperatura del motor marca a la mitad del cuadrante . Hay que estar checando el tablero de cuando en cuando para cerciorarse que no se vaya a calentar y sobrevenga una descompostura mayor. Está dentro de los límites correctos. La música se mezcla con el leve ronroneo del motor y el rip, rip de la banda dentada del piloto automático. Estoy sólo en cubierta, sentado sobre la curva de la parte posterior de la popa que nos sirve de asiento durante el tiempo de estar al timón, escribo, tomo fotos, simplemente, disfruto del mar y esta serenidad que me envuelve.

Veo pasar la isla San José; El poblado pesquero de Nopoló; La islas Santa Cruz y San Diego.

Memo y Juanita ambos duermen; Memo bajo cubierta y Juanita a mi lado derecho en el sillón de popa. No nos bañamos ayer. Esta mañana, Juanita y yo tan solo nos cambiamos las playeras porque empieza el sudor seco a oler mal. Juanita duerme plácidamente, su cabeza apoyada sobre un pequeño cojín forrado de una especie de materia de fieltro de color café; trae puesto un short beige como del color de los uniformes del ejército, y una blusa sin manga de color rosa; de estatura mediana, delgada y musculosa, debido al intenso trabajo manual que constantemente se realiza a bordo; tiene 52 años, blanca con algunas pecas en la cara y hombros, de nariz finita, cabello muy corto entrecano, no se lo tiñe, piel bronceada de tanto navegar bajo el sol, siempre camina descalza en el Talaria; Memo siempre usa calcetines y yo imito a Juanita y también me he acostumbrado a andar descalzo, se apoya uno mejor al moverse.

Memo no se quiso cambiar de playera, aún trae la misma desde el sábado, día anterior a que zarpáramos, así que ya huele a sudor, no es muy afecto al baño ni a cambiarse seguido; es una playera roja tirando a guinda y un short igual al de Juanita, se nota que los compraron en el mismo lugar, porque son de la misma marca y color.

¡Ups!; checo los instrumentos del motor; el tacómetro dejó de funcionar, marca cero rpm., sin embargo sigue funcionando igual que se escuchaba anteriormente, no parece haber cambio alguno, le doy golpecitos al indicador en el tablero, ningún cambio, no reacciona, decido despertar a Juanita, le pincho la punta del pié suavemente con la punta del borrador de mi lápiz; despierta confusa.

---- ¿Qué sucede? ---- me dice en inglés, sorprendida ---- El tacómetro del motor dejó de funcionar---- le dije ----No te preocupes, suele suceder a menudo ---- ¿ya le diste algunos golpecitos? ----- le conteste afirmativamente ---- Entonces no te preocupes, sólo se compone, lleva tiempo ya con ese problema y no hemos podido resolverlo, pero el motor se escucha perfectamente--- Sí, le contesto---- muy bien ---- continua con el curso y al rato verás que empieza a marcar nuevamente, se me olvidó decirte que eso podría suceder.

Aún sigo viendo a mi derecha las dos islas, pareciera que las podría tocar con las puntas de mis manos, vamos tan lento que se avanza muy poco, no llevamos ninguna prisa, se trata de disfrutar del viaje; ahora vamos a 5.2 nudos y la profundidad, después de los 500 pies, el sonar ya no registra más profundidad, tan solo indica, infinito; de vez en cuando algún pez que se cruza bajo la zona de alcance del radar bajo la quilla, lo hace variar repentinamente y por segundos marca profundidades disparejas que cambian según la profundidad a la que pasó el animal o el cardumen a veces. Es divertido pensar que bajo del velero tenemos cantidad de peces, y que yo no puedo enganchar aún ninguno hasta este momento, aún cuando el curricán viene atrás troleando tratando de atrapar alguno.

Sigo tomando fotos: Mapa de Tembabichi, bahía a la que nos dirigimos; varias más de los alrededores de Tembabichi conforme nos vamos acercando; la Roca negra que está a la entrada de la bahía y nuevamente las islas de Santa Cruz y San Diego. Nos acercamos ya a nuestro destino del día de hoy.

13.00 hs. Turno de Juanita al timón. El refrigerio lo prepara ahora Memo; torta de jamón, pavo, mostaza, lechuga y tomate, lo dividió en tres pedazos y cada a cada uno se comió su parte, además rebanadas de huevo duro y uvas frescas. Antes de la hora del refrigerio cambié el curricán por uno de metal cromado, como los que usamos para atrapar sierras, espero que algo suceda y atrape uno.

14:30 hs. Anclados en la bahía de Tembabichi, frente a la entrada al estuario. Posición actual: 25° 16´N.; 110°56´W. Anclados. Motor apagado. Silencio total; dos perros ladran en la playa como a 50 mts. del Talaria. Un par de pick ups estacionados en espera de que sus conductores retornen de la pesca, tres pangas los acompañan en la orilla de la playa, fondeadas sobre la arena y basura arrastrada a través del arroyo que desemboca a la bahía en esa zona, llevadas hasta ahí por el pasado ciclón de hace apenas un par de semanas y, pinta la arena de un color café oscuro de hojas secas y ramaje de árboles que la bajamar deposita sobre ella. Un saludo crispado de cactus reverdecidos por la humedad reciente nos recibe. Hemos llegado a la meta del día. Ahora entramos al estado de relajamiento que nos vuelve más perceptibles, más sensibles, más emotivos al entorno. Me siento muellemente sobre el sillón de popa y contemplo, solamente eso, contemplo mí alrededor mientras el sol suspende mis movimientos y pensamientos.

15:20 hs. El ruido de un vehículo que se aproxima a lo lejos me regresa a la realidad, volteo hacia el rumbo de donde proviene, aún no lo distingo, busco entre la maleza pero no veo nada ahí, los perros recomienzas con sus ladridos a lo lejos, las gaviotas se unen al ruidazo con sus graznidos como de risas burlonas entre ellas, están amontonadas en la entrada del estuario que en estos momentos descarga sus aguas de regreso a la bahía, siguiendo la bajamar para no quedarse atrapadas en el interior, como un río corriendo sobre los cantos rodados brillantes, lavadas, desgastadas poco a poco por la acción de las mareas. La silueta de un vehículo empieza a distinguirse entre matorrales, cardones y cactus; se estaciona bajo un bajareque de palmas secas y casi a punto de caerse de vieja, un hombre desciende, empieza a caminar hacia la orilla del agua, se detiene, voltea a mirar hacia nosotros, trae un pantalón beige y playera gris; de cabellos cortos con un corte casi pelón, no lleva gorra para protegerse del sol, me mira con insistencia como queriendo que lo reconozca. Desciendo a la cabina por los binoculares, subo a cubierta nuevamente, enfoco los binoculares y trato de reconocer esa figura allá en la playa que insistentemente nos observa. Memo se acerca a mí y pregunta.---- ¿Quién es?---- ¿Lo conoces?----- Parece ser Miguel Osorio---- le contesto.

---- ¿Te acuerdas del amigo que encontramos hace apenas unos días en Ciudad Constitución?---- ¿El que me presentaste frente al banco? ---- Preguntó Memo ---- Sí, le contesté. Le dije que estaríamos a visitarlos en Tembabichi de camino a San Carlos. ---- Creo que es el ----. Dejé los binoculares y me dirigí al púlpito de la proa; con mi pañuelo empecé a hacerle señales más no recibí respuesta. Regresé a ayudarle a Juanita para bajar el motor de la panguita zoom. Tan pronto estuvo lista descendimos de uno en uno y nos dirigimos los tres hacia la playa donde continuaba parado Luis Osorio. Al llegar a la playa, el motor del zoom empezó a rozar con el fondo lodoso y tuve que alzarlo un poco y apagarlo para que no se atascara. Juanita y yo bajamos, empezamos a caminar con los pies descalzos sobre el lodito jalando la panguita hasta alcanzar la orilla, Memo se quedó dentro de la panguita; de repente al empezar a pisar la hojarasca que cubría gran extensión del la zona en que desembarcamos, algo se nos clavó en las plantas de los pies. Juanita y yo nos dolimos, nos revisamos los pies, teníamos enterradas espinas de huizapoles; una especie que proviene de los matorrales del desierto y que abundan en la Baja California. Saqué de inmediato mis huaraches de cuero y Juanita sus sandalias, nos las pusimos y de tal forma alcanzamos la orilla. La panguita la dejamos más atrás para evitar que alguna de la espinas pincharan el fondo y la dañaran. Memo tuvo que bajarse con sus sandalias puestas y caminar el último tramo para llegar junto a nosotros. Si era Miguel Osorio quién estaba ahí. Nos estaba esperando, ya había platicado de nuestro arribo con anterioridad a los amigos que yo conocía y que me recordaban en dicho poblado.

Hacía tres años que había llegado en compañía de Pepe Farah a Tembabichi para ayudarlo en cuestiones de carpintería para construir una escuela primaria unitaria, para los hijos de los habitantes del lugar, de ese modo durante esos días pude conocer a mucha gente de este lugar. Saludamos a Miguel Osorio; ya conocía a Memo, ya que se lo presenté en aquel encuentro casual que tuvimos en Ciudad Constitución, más no conocía a Juanita. Hacía apenas unos días que en nuestro viaje de Tijuana a La Paz, al pasar por Ciudad Constitución, Memo decidió que nos detuviéramos unos minutos frente al banco para sacar dinero que ya se le había terminado. Me estacioné en doble fila frente al banco por unos minutos, más de pronto un auto estacionado a mi lado necesitaba salir y nuestro vehículo obstruía la salida, de modo que me moví hacia adelante unos metros más para hallar un espacio grande donde estacionarme bien, ya que el pick up y el remolque que jalaba atrás ocupaba un espacio considerablemente grande. Al acelerar de repente alguien avanzó para cruzar la calle y frené el vehículo, cuál no sería mi sorpresa al ver aquel individuo que acababa de pasar frente a mí, nada menos que a Miguel Osorio, quién desde hacía un par de años, no había visto. Recuerdo que fue durante la construcción de la iglesia en San Carlos que trabajamos juntos por última vez, más lo extraño del caso era que apenas un par de horas había platicado con Memo, durante el tiempo al volante en la ruta de Loreto hacia ciudad Constitución, que en el poblado de Tembabichi vivían varias personas que había conocido durante la construcción de la escuela primaria y, que si ellos (Juanita y Memo) habían alguna vez estado en el poblado para conocer la vieja casona de principios del siglo XIX y la historia de cómo se había fundado, que aún existen sus ruinas en dicho lugar, vestigios de ese pasado de leyenda, que bien pudo ser el tema de la novela “La Perla” escrita por John Steinbeck misma que sirvió para que el Indio Fernández filmara la película del mismo nombre. ¿Destino o coincidencia?, lo sorprendente era que en ese preciso momento Miguel Osorio estaba justo frente a la defensa delantera del pick up. Le soné el claxon y volteo, a la primera impresión no me reconoció, sin embargo cuando le grité por su nombre, volteó, me vio, se sonrió y camino hacia donde me movía para estacionar el vehículo. Descendí del carro, nos dimos un abrazo y nos saludamos. Le pregunté que si estaba viviendo ahora en su casa de Ciudad Constitución o seguía en Tembabichi, me dijo que estaba en Constitución sólo por unos días y que el fin de semana regresaba a Tembabichi, pues estaban pescado y cuidando el ganado, ya que su esposa se había venido a Constitución con su hijo. Iba al banco también, le dije que veníamos Memo y yo manejando desde Tijuana con rumbo a La Paz, que Memo había entrado al banco a sacar pesos mexicanos porque se le habían terminado los que traía en efectivo, que ahorita que saliera el del banco nos encontráramos frente al vehículo para que se lo presentara. Mientras entraba al banco, me dirigí a una cafetería a comprarme un café, ya que el cansancio empezaba a cargárseme y necesitaba una buena taza de café para reanimarme, camine hasta la cafetería y al regreso me encontré con Memo que ya había salido del banco, le pregunté si quería una café, me respondió negativamente. Le dije lo que había sucedido con el encuentro con Miguel Osorio, que eso era realmente una casualidad, ya que habíamos platicado de él hacía apenas un par de horas. Me contestó que no era casualidad, que eso era causa del destino y comenzamos una charla sobre el tema mientras llegaba Miguel. Cuando este llegó se lo presenté y le informé a Miguel que íbamos a navegar en el Talaria por el Golfo de California en unos días más, que habíamos planeado anclarnos en la bahía, pasar a visitarlos y mostrarles a Memo y Juanita las ruinas de la vieja casona y la nueva escuela primaria, que junto con el habíamos ayudado a su construcción en Tembabichi. Miguel Osorio me informó que regresaría para Tembabichi el próximo domingo, ya que tenía pendiente del ganado y que allá se quedaría para seguir pescando atún de la temporada y cuidar de la casa que estaba cerrada y sola. Le informé que probablemente el lunes o martes de la siguiente semana estaríamos llegando a la bahía y que anclaríamos ahí para visitarlo. Me contestó que ahí estaría, que le daría mucho gusto volvernos a encontrar en Tembabichi. Me preguntó sobre Pepe Farah, le dije que tenía deseos de visitarlos probablemente para el mes de diciembre, que si Pepe venía, me le uniría al viaje. Quedamos formalmente en eso, nos dimos nuevamente un apretón de manos y nos despedimos con la firme promesa que nos encontraríamos en su casa de Tembabichi.

Ahora estábamos reunidos como lo habíamos prometido y Miguel Osorio nos recibía con amabilidad y una sonrisa. ---- Te hice señas desde el velero Miguel---- pero no me respondiste---- no lo distinguía bien profe ---- me contestó. ---- pues quién más habría de ser, si no yo, Miguelón ---- ¿no te había dicho que veníamos en un velero?---- ¿y que llegaríamos, hoy o mañana?---- ya cuando venían en la panguita, lo reconocí---- ¡ah que Miguel, hombre! ---- ¿que haces ahora con ese pick up y esa cajota atrás?---- le pregunté. ---- recojo toda la pesca del día y luego la llevo a Constitución a entregarla a los mayoristas ----me pagan, regreso, y les pago a los pescadores ---- y también salgo con ellos a pescar a veces ---- también alimento mi ganado que anda suelto allá por el arroyo---- eso hago ahora profe---- ya no trabajo la albañilería hace buen rato ---- casi desde la última vez que hicimos la iglesia en San Carlos ---- ¿se acuerda? ---- Claro que me acuerdo Miguel --- recuerdo que rompimos record en levantar aquella estructura de más nueve metros de alto, en solo dos días y medio ---- ¡claro que me acuerdo ---- de las madrugadas tan frías en medio del desierto ---- y el calorón que nos freía los sesos en el día ---- ¡claro que me acuerdo Miguelón! ----- Recuerdo que al regresar a La Paz, caí muerto de cansancio por como una semana ---- casi no quería hacer nada durante esos días---- me agoté por completo ---- creo que ya no aguantaba más, Miguelón ---- pero me da gusto estar de vuelta en tu pueblo y, ---- ¿ donde andan los demás? ---- algunos salieron de pesca y los estoy esperando ---- Santos, está esperándolo con su tío allá en la cocina de la casona ---- ¿se acuerda del tío de Santos? ---- Sí, le dije ---- Cruz de la Toba ---- el papá de este… David de la Toba ---- ese mero profe ---- pues ya les había contado que me lo encontré en Constitución ---- que por otro poquito y me atropellaba profe ---- y al modo ---- se morían de la risa ---- lo están esperando allá ---- les dije que a lo mejor llegaba hoy o mañana ---- así que ya están enterados de su visita ---- porqué no va al pueblo y los busca ---- allá los encuentra ---- seguro ---- yo caigo por allá dentro de un rato ---- antes que oscurezca ---- después de que termine de pesar la pesca de hoy ---- bueno Miguelón ---- si no ---- te encuentro aquí mismo de regreso ----- ándele profe ---- como quiera, nos vemos ---- ni modo que me vaya para otro lado ---- y se soltó a reír. Sólo le veía saltar de arriba para abajo aquella panzota que sobresalía sobre la playera gris ajustada del abultamiento del vientre. ---- antes que se me olvide ---- primero nos tomamos la foto de rigor ---- y luego nos vamos ---- quiero enseñársela al ingeniero Pepe, para que vea que estuvimos aquí en Tembabichi, contigo ---- la envidia que le va a dar ----. Le pedí a Juanita que nos tomara una foto con los tres: Memo, Miguel y yo. Y quedó para el recuerdo grabada en unos millones de pixeles. Subimos nuevamente a la panguita zoom y navegamos hacia la entrada directa al poblado, dándole un rodeo a la bahía para no tener que caminar todo ese trayecto y llegar por la vereda corta al centro del lugar. Descendimos y caminando nos dirigimos hacia la casona antigua que es el centro del poblado, los tres íbamos tomando fotos mientras caminábamos y admirábamos a nuestro alrededor lo increíblemente verde que estaba todo después las lluvias pasadas dejadas por el ciclón. Llegamos a lo que fue la antigua cocina de la vieja hacienda y nos encontramos a Santos y a su tío Cruz, ambos de apellidos de la Toba, tal como nos lo había dicho Miguel Osorio, estaban sentados en el corredor. Los saludamos y comenzamos a charlar.

Esta gente que vive tan aislada del mundo exterior, a muchos kilómetros de desierto que se les interpone de la primera gran ciudad, que es Ciudad Constitución, están deseosas de conversar con las visitas que raramente llegan hasta su poblado, contarles de su pasado, de decirles que son descendientes directos de los fundadores de este lugar, de mostrar sus antiguas fotos, narrar sus historias, leyendas y mil cosas más que guardan en espera de que alguien los escuche. Pasamos un par de horas con ellos y visitamos las casas de los otros amigos que conozco ahí. Santos nos hizo un recorrido especial en su viejo pick up para que no camináramos tanto bajo el ardiente sol del medio día ya que las casas están bastante apartadas unas de otras. Aquí, todo el pueblo es de la familia de la Toba. Santos nos leyó de una hoja que ya tiene impresa, de la cual tomé una foto para poder escribir estos datos, la historia del poblado y de su bisabuelo.

----Hace años---- en el poblado de Tembabichi, que se encuentra ubicado sobre la bahía del mismo nombre, en la costa oriental de la península de Baja California Sur, municipio de Comondú, México; con las siguientes coordenadas geográficas: 25°15´34´´ de latitud Norte; 110°57´05´´ de longitud Oeste, respecto del meridiano de Greenwich; fue fundada en el año de 1901 con la llegada de un aventurero llamado Donaciano de la Toba y su esposa de nombre Germana Mesa y dos hijas; una de tres años y la otra de siete, dándole vida a un nuevo lugar que tendría historia más adelante; el progreso de este sitio se debe al hallazgo de una perla de cuatro quilates, color verde, siendo encontrada en el estero, actualmente conocido como “El estero del cochi” . Un día del mes de abril de 1906, pasa por este lugar un barco mercante de nacionalidad española, en el que es transportado el señor Donaciano de la Toba a la ciudad de La Paz donde vende la perla, teniendo esta un valor de cuarenta mil pesos (monto actual); con ese dinero, el señor Donaciano compra una pequeña embarcación para continuar con el buceo de madreperlas en busca de más ejemplares, comenzando así un negocio perlífero en dicha zona. A finales del mes de mayo del mismo año, encuentra una segunda perla de cinco quilates, teniendo esta un precio de cincuenta mil pesos, (monto comparable actualmente) con esa suma compra materiales necesarios para construir su hacienda, trae albañiles de La Paz para que inicien lo que sería lo que hasta el día de hoy aún podemos admirar de pié en ruinas. Esta inmensa casona de dos pisos, consta además con anexos como son: la cocina y el almacén, además de estar rodeada de un enorme jardín de verduras, legumbres y plantas de ornato que le daban un toque muy especial en medio de un desierto; había además un huerto de vid, higueras, trigales; era por lo tanto en esa época, centro de atracción y de trabajo, además de que las playas en la zona era perlífera 100 %. Posteriormente pasados algunos años, se convirtió en zona ganadera a gran escala, transportando de dicho lugar, por medio de barcos, todo el ganado que se vendía en La Paz. Donaciano y su esposa tuvieron doce hijas y tres hijos, de los cuales el más pequeño contrajo nupcias con la señora Epifanía Amador de la Toba cuya descendencia aún radican en el poblado. Hasta hace apenas algunos años, el acceso al poblado de Tembabichi, sólo se podía hacer por vía marítima o por vía aérea, ya que contaba con una pequeña pista de 60 mts. de longitud, que fue destruida por el ejército mexicano recientemente por cuestiones del combate a las drogas; la terracería actual se encuentra en muy malas condiciones y el acceso por tierra es bastante difícil, pero es el medio más usado para transportarse a ciudad Constitución, lugar más cercano de enlace con el mundo exterior.

* Datos de Isabel de la Toba Lara. 4 de diciembre, 1995.

Santos nos condujo hasta la playa donde habíamos dejado la panguita zoom para regresar al Talaria. Nos despedimos de él y regresamos directo a bordo para descansar un rato preparar la cena. Había pensado ponerme a pescar algo para la cena, pero de pronto pensé << porqué no mejor me voy en la panguita allá donde aún esta Miguel Osorio con los pescadores que están regresando de la pesca, y simplemente les compro un pescado, y ya >>. Le dije a memo que iba a la playa por pescado, que prepararan mientras lo demás para complementar la cena y volvería en unos minutos. Me subí a la panguita zoom, desamarré, eché a andar el motor y me dirigí de inmediato al mismo lugar al que habíamos ido hacia unas horas antes para encontrarnos con Miguel Osorio. Apenas me había separado unos 10 metros del Talaria, cuando empecé a sentir que el motor se forzaba, lo apagué de inmediato y lo alcé, al subirlo noté que estaba atascado de lodo, la marea había descendido tanto, que ya a esa altura donde estaba, era fango en el piso. Descendí de la panguita y seguí hasta la orilla jalándola de la cuerda de proa hasta alcanzar la orilla, ahora primero me puse los huaraches para no espinarme nuevamente al llegar a la playa y caminar nuevamente sobre la hojarasca. Me acerqué a la primera lancha que me quedaba más cercana, en cuanto me reconoció el pescador; me saludó: --- hola profe---- ¿ya no se acuerda de mi?---- a ver… ¿eres David? ---- ¿el hijo de Santos? ----le dije ---- Ese mero profe ---- ; Me dijo Miguel Osorio que iba a venir para acá en estos días ---- Como les fue de viaje ---- muy bien ---- ya ves ---- ya estamos acá ---- Pues bienvenidos profe ---- ¿ Y qué me cuenta del inge Pepe---- está muy bien ---- les manda saludos ---- dijo que quería venir a ver como seguía la escuela ----- supo que vino el gober a inaugurarla ---- que a lo mejor se deja venir para diciembre ---- A que inge, seguido nos acordamos de él ---- la escuela nos sirvió de refugio durante el ciclón pasado ---- todos estaban sorprendidos de cómo aguantó el chubasco el edificio ---- nadie creía que fuera a aguantar ---- se veía tan sencilla cuando la estaban construyendo ---- pero ahí está ---- dígale al inge que aguantó ---- y ahí sigue, tan bien como el día que se terminó ----Pues ya le pasaré tu recado al ingeniero pepe, David ---- ¿Qué no tendrás por ahí un pescado, que me vendas, regularsón de tamaño, como para tres personas---- para la cena de ahorita ---- pues a ver qué le parece este ----- a ver si les alcanza ---- Se bajo de su panga y descubrió bajo una colcha húmeda con agua de mar, un enorme atún de cola negra, que más tarde cuando lo pesaron en la báscula que tiene Miguel Osorio para la compra de la pesca del día, aquel enorme animal pesó 97 kilos, un tremendo animal que apenas cargaron entre David y su primo desde la panga hasta la báscula.---- pushi, mano ---- le dije---- camelo que nos vamos a empachar con ese ---- pero lo peor ---- es que me va a hundir la panguita en cuanto lo subamos---- jejeje---- ¡A que profe! ----- pues entonces déjeme buscarle otro más regular ---- en el piso de la panga, había otra gran cantidad de pescados de distintas especies. ---- que le parece esta pierna ---- mostrándome un pescado como de dos kilos. ---- ese está bien David ---- ¿me lo fileteas de una vez?---- para no tener que manchar con sangre allá, la cubierta del velero ---- Como no profe, usted sólo dígame como lo quiere y de inmediato lo hacemos ---- y de inmediato se puso filetear aquel pescado. ---- ¿Cuánto va a ser del pescado, David? ---- Lo que quiera darme profe ---- ya sabe que con nosotros no hay problema ---- lo que quiera, profe ---- saqué de mi monedero treinta pesos y se los dí. --- muchas gracias profe ---- ya sabe ---- cuando quiera venir a Tembabichi ---- será bien recibido, y dígale al inge Pepe, que aquí lo esperamos cuando guste venir ---- siempre nos acordamos de él ---- cada vez que vemos su escuela ---- le quedó muy bonita ----.Me despedí de todos con la promesa de un retorno pronto en compañía de Pepe Farah en fecha no muy lejana. La marea seguía bajando muy rápidamente, por lo que tuve que caminar más distancia antes de poder bajar el motor fuera de borda de la panguita y hacerme a la mar con dirección de retorno al Talaria. Juanita me espera ya en cubierta, atenta a ayudarme a amarrar el bote y a recibir el pescado que llevaba para la cena. Lo cocinamos sobre la parrilla de gas que viene instalada en la popa y cenamos en cubierta, suculentamente, bajo los últimos destellos del sol que se deslizaba perezosamente tras la sierra de la giganta y nos alumbraba como en una cena romántica, a la luz de su vela gigantesca. El atardecer era dulce y apacible, todo era una bella policromía en derredor; el aire de una transparencia extraña y en el cielo rojizo revoloteaban las últimas gaviotas con rumbo al estero para pasar la noche. Todo está callado y en calma; cada sonido; el aleteo de los pájaros, el golpeteo de algún pez que salta en la oscuridad, se nos antoja como un arrullo, como una canción de cuna, y de nuevo, quedamos en el silencio absoluto. No hablamos, no hace falta decir nada; el silencio es mejor muchas veces que la conversación, para dejar al alma descansar profundamente. En estos momentos, surgen pensamientos de una pureza y sencillez singulares, pero tan sutiles y transparentes como telas de araña, y no es posible encerrarlos en palabras.

Martes; 12 de Octubre del 2010.

7:29 hs. Turno al timón, Memo. Esta mañana aprendí bajo la dirección de Juanita como subir el ancla, nueva experiencia, nuevo aprendizaje. Posteriormente Juanita bajo al camarote y se dedicó a contactarse con las naves que estén a nuestro alrededor por la radio de onda corta. Logró entablar conexión directamente con Oxnard, California. Durante la noche la marea y el viento mueven al Talaria, esta mañana amaneció con la popa hacia el oriente por lo que me dio la oportunidad de tomar bellas fotos del amanecer, sentado plácidamente. Solemos levantarnos muy temprano para beber café y admirar el amanecer, es un espectáculo distinto cada mañana y en distinto lugar.

9:00 hs. Mi turno al timón. Posición actual; 25°30.7´N.; 111°00.3´W.; Rumbo a seguir en este momento; 330° N.; Velocidad: 5.0 nudos bajo la quilla. Distancia por recorrer 8.09 millas náuticas. Escribo mientras tanto apoyado sobre el timón. El viento es de tan solo 2.1 nudos, no es lo suficientemente fuerte apara navegar a vela, nos desplazamos con la ayuda del motor del Talaria. El motor funciona lentamente a 1,800 RPM. Memo preparó el café como todas las mañanas, es parte de sus actividades de cada mañana.

9:30 hs. El viento aumento a 2 nudos en dirección sur a norte. Juanita trajo a cubierta el desayuno; huevos con jamón y pimientos verdes, salsa de tomate y jugo de naranja. Memo descansa bajo la sombra del manteado de lona azul de popa. Durante el día nos protege de los rayos calcinantes del sol, sin embargo, el reflejo que se produce sobre la superficie del mar, que es como un espejo, nos llega de rebote y, de todas formas nos va quemando poco a poco la piel. El sol está en este momento justo a mi espalda y brazo derecho, me protejo la cabeza y el cuello con una gorra de color beige que trae en la parte posterior una tela que cuelga cubriendo mi nuca; parece una de aquellas gorras que antiguamente se veían en las películas, que usaban en el desierto, los soldados en la legión extranjera. Sigo escribiendo después de desayunar de pie. Veo el sonar, indicador de profundidad, marcó de repente 435 pies de profundidad, es un pez grande que pasó en este instante debajo de nosotros, ahora otro a 500 pies, hay muchos peces que pasan bajo nosotros, algunos muy grandes; otro más, ahora a 42 pies de profundidad. Checo nuevamente la brújula, 330°, comparo con el GPS, casi coinciden, sólo un grado de diferencia, vamos muy bien en rumbo y profundidad, aunque estamos navegando lo más cerca que se puede de la costa, puedo distinguir fácilmente todo desde aquí.

9:40 hs. Ahora distingo ya la Punta San Telmo y junto a la punta se levanta un enorme promontorio, es La Roca San Telmo; una isla sobresale al oeste, checo en el mapa; es la isla Santa Catalina. Tiré la piola esta mañana antes de zarpar y pesqué una pequeña serpiente de mar, la arrojé de vuelta al mar, ya no seguí pescando pues era hora de partir.

** El timón tiene una pequeña marca de tape de color amarillo, colocada justo al centro del círculo, como si fuera el número 12 en la carátula de un reloj, esto, con el fin de saber cuando la proa del Talaria está perfectamente alineada con la rueda del timón, ese es el centro del timón y de ahí se mueve como máximo un cuarto de vuelta a la derecha (estribor), ó a la izquierda (babor), para evitar que la nave vaya en zigzag; con la práctica, se va sintiendo en el timón el toque necesario que hace falta para llevar correctamente el rumbo. Cuando la marejada es más fuerte, entonces, hay que ir más atentos a las crestas de las olas y el movimiento se sigue sintiendo en el timón de acuerdo como se va enfrentando la proa del velero al chocar con cada cima de la ola y el descenso de la cúspide de cada una, para remontar la que se nos viene de frente nuevamente y repetir la acción así sucesivamente mientras dure la marejada. Termina uno cansado al final del turno.

10:30 hs. Juanita al Timón… ¡Emergencia!---- ¡Chocamos!---- grita Juanita desde el timón---- Hemos chocado contra una roca ---- rápidamente corté el hilo de la piola de la caña de pescar que llevaba en mis manos en ese momento. La arrojé por la borda para evitar que se enredara con la propela del motor.---- ¡desconecta el piloto automático ---- gritó Juanita; de inmediato apachurre el botón rojo del piloto automático. ----- Ahora desconecta la banda dentada del timón ---- como autómata y aún con el rostro desencajado y pálido seguía las órdenes; Juanita me ordenaba lo que debía hacer y yo solamente trataba de no equivocarme en lo que se me ordenaba. Miraba a Juanita, pálida y tensa sujeta al timón, tratando de escudriñar al frente en busca de las otras rocas que sabíamos estaban cerca de esta con la que chocamos. Me temblaban aún las manos, el impacto nos tomó por sorpresa y aún no recobraba la calma. Memo dormía bajo cubierta y cayó al piso al impactarnos contra la roca que minutos antes Juanita trataba de evitar, checando el mapa de la zona, que, aún con la ayuda del piloto automático y el rumbo que llevaba, no calculó bien la distancia y habíamos chocado en este instante justo a un costado de una de las tantas rocas que hay en esa zona donde el nivel del agua es muy bajo. No las podíamos observar desde cubierta, ya que la marea en ese momento se encontraba en su máxima altura, por lo que Juanita venía calculando en el tablero, con el GPS la distancia aproximada, iba demasiado cerca de la costa y ya no tuvo tiempo de alejarse lo suficiente y recibimos el impacto del lado de babor. El Talaria se inclinó como unos 30 ° a estribor al impacto, yo me golpeé contra el barandal y se escucho un sonido seco, la nave se frenó, se inclinó, lentamente se deslizó y se fue enderezando nuevamente hasta lograr nivelarse. Memo subió todo atarantado a cubierta y le preguntó a Juanita sobre la situación. ---- Aún tengo control del timón ---- no sufrió averías ---- el motor sigue funcionando en sus mismas 1,800 rpm. ---- tampoco sufrió averías la propela y sigue impulsándonos---- marca 4 nudos -----la profundidad ya aumentó ahora--- marca 300 pies----

En que puedo ayudar ---- le grité a Juanita ---- ve al púlpito de proa y avísame si aún hay rocas adelante ---- De inmediato corrí por la borda del lado de babor al púlpito y ahí me quedé vigilando el horizonte tratando de escudriñar al frente, sin embargo era imposible distinguir nada desde ahí, pero continué atisbando por buen rato, hasta que me ordenó Memo que regresara a popa, que ya no era necesario continuar con la vigilancia, ya habíamos pasado la zona de rocas y estábamos más despegados de la costa, ya no existía peligro alguno. ---- Bajen a la cabina y destapen los agujeros donde van las tuercas que sujetan la quilla ---- revisen si no tenemos filtraciones en el casco, y de los tornillos que sujetan la quilla ---- ordenó Memo. De inmediato bajé con Juanita y procedimos a destapar aquellos tres pequeños compartimientos rectangulares en el fondo del piso del comedor, alzamos las tapas de madera y quedaron al descubiertos los espacios donde van sujetas las tuercas de los tornillos de la quilla. Había un poco de agua en cada uno de los tres ----- vamos a secarlos para estar seguros de que no está entrando agua por alguno de ellos---- esa agua que hay ahí, debe ser la que se condensa del vapor del interior de la cabina---- a veces es por el motor o la transpiración de nuestros cuerpos durante las noches de viaje ----. Trajo un par de toallitas de mano y, de inmediato secamos muy bien los tres compartimientos. Permanecimos un buen rato observando por alguna filtración y, nada.---- Muy afortunados ---- dijo Juanita---- creo que no paso nada más grave ---- Dejémoslos así destapados por unas horas para estar checando constantemente ---- parece ser que no hay ningún problema ---- cuando anclemos en la isla Danzante, nos arrojaremos al agua para checar por debajo si no hay más averías ----- por el momento creo que no hay nada más que hacer aquí---- mejor ayúdame a recoger todo lo que se cayó al piso ---- . Recogimos todo lo que había caído de la mesa del comedor y algunas cosas de la cocina y el escritorio, al cabo de un rato y habiendo concluido con ordenar todo nuevamente en su lugar, Juanita me indicó ----es mejor que subamos a cubierta y nos relajemos un poco---- ha sido muy tenso todo esto ---- y subimos a reunirnos arriba con Memo. ---- ¿quieren beber algo?---- preguntó Juanita ---- estoy sudando ---- con tanto trabajo allá abajo---- yo --una baby coca cola--- le pedía a Juanita que bajaba nuevamente a la cabina ---- y yo, jugo de naranja ---- dijo Memo. Minutos después ya relajados, intercambiábamos puntos de vista del accidente y comentábamos; ---- lo bueno es que estábamos muy cerca de la costa ---- dijo Juanita ---- hubiera sido fácil realmente llegar a la orilla en el zoom ---- es una suerte que venga allá atrás remolcado ---- sólo hubiera sido cuestión de desatarlo y saltado en él y remar a la playa más cercana ---- reímos los tres del comentario. Ahora todo se veía desde otro ángulo y podíamos reírnos de algo que pudo terminar catastróficamente. ---- bueno, hemos tenido suficiente acción por este día ---- dijo Memo ---- en cuanto anclemos en la isla Danzante, bajarán ustedes a revisar el casco y la quilla para saber que tanto está dañada ---- gracias a ella, no golpeó el casco ---- de otra forma, no sé cómo nos habría ido ----- de acuerdo mi capitán Memo---- contesté; Juanita me imitó y nos reímos de Memo por sus órdenes, ya que Juanita había dicho lo mismo anteriormente.

12:00 hs. Mi turno nuevamente al timón. Posición 25°39.610´N.; 111°08.009 W. Velocidad en la quilla: 5.2 nudos; rumbo a seguir: 309° N.; dirección real en este momento en la brújula: 307° N. dos grados de diferencia, es normal. Distancia aún por navegar para arribo a fin del viaje el día de hoy: 4.045 millas náuticas; ya estamos muy cerca. Motor a 1,800 rpm. , y normal de temperatura. La luz roja del tablero del motor me indica que el alternador está cargando energía a las baterías. Escribo conforme voy al timón. Memo y Juanita bajaron a la cabina; Memo a dormir y Juanita trabajando sobre la bitácora de navegación. Profundidad del sonar: infinito.

12:40 hs. La profundidad empieza a disminuir: 320 pies, nos estamos acercando a la isla Danzante; el viento aumentó un poquito: 3 nudos y sopla de norte a sur.

13:05 hs. Sigue aumentando el viento: 9 nudos. Aviso a Memo. Suben los dos a cubierta y me indican que vamos a desplegar la vela de foque, Memo se hace cargo del timón, mientras Juanita y yo realizamos la maniobra. Ajustamos la posición y ahora navegamos con ambos impulsos, del motor y la vela de foque. La velocidad aumentó apenas un poco más; ahora a 5.7 nudos por hora; 13:15 hs. La velocidad ha aumentado más y ahora nos deslizamos a 6.5 nudos por hora. Al fin vamos más rápido, después de dos días de ir casi a vuelta de propela de motor, a 4 nudos máximo. Hora del refrigerio; Juanita preparó tostadas de pescado con el sobrante del de la cena de anoche; aún sigo al timón. Memo se fuma su cigarro en la borda de estribor; fuma demasiado, casi dos cajetillas al día. Juanita ha tratado de encontrarle un remedio a su vicio pero no lo ha logrado hacer ni siquiera que disminuya. En La Paz, hace unos meses atrás, estuvo consultando a un acupunturista para tratar de disminuir su afección al tabaco, todo fue inútil, sigue igual; afortunadamente para Juanita y yo, Memo conoce la regla establecida entre ellos y nunca fuma cerca de nosotros ni en lugares cerrados, al menos de eso está consciente que puede perjudicar a terceros y acata las reglas también aquí en el Talaria. Juanita sigue ocupada en la cocina con los trastes y otros menesteres. Aquí afuera, todo tranquilo, a mi izquierda distingo una pequeña embarcación de color blanco, parece ser un pequeño yatecito que va con rumbo al poblado de Agua Verde; va más rápido que nosotros y se va adelantando muy lentamente pegadito a la costa, mucho más cerca a la costa que nosotros.

** Nudo = 1.15 millas terrestres.

** Milla terrestre = 1.60935 kilómetros

** Milla náutica = 1.85325 kilómetros.

** Pié = 0.30480 metros.

13:45 hs. Bajé nuevamente a la cabina para checar si no habían filtraciones en el fondo del casco del velero, todo seco en los compartimientos, no hay rastros de agua. Pasamos en este momento frente a la Isla Roca Blanca, cerca de la Isla Montserrat.

Bebemos mucha agua para no deshidratarnos, aún bajo la lona de sombra en popa, el calor es lo suficientemente fuerte para que perdamos mucha agua durante todo el día: afortunadamente el congelador del refrigerador es suficientemente grande y funciona a la perfección, por lo que se produce bastante hielo para ir bebiendo agua con hielo, lo cual nos refresca mucho más que el agua que está caliente a la intemperie, así que cada vez que bebemos agua, le agregamos unos tres cubitos de hielo para que sepa mejor. Fácilmente bebemos unos tres litros al día. Afortunadamente, también traemos suficiente agua para beber, además de que hay un tanque con agua dulce llenado de la llave en la marina antes de partir, en él, cargamos 400 litros, hay un filtro de agua integrado al sistema para limpiarla y hacerla bebible, diariamente por la noche, se debe sacar el filtro que es como de porcelana porosa que permite pasar el agua por él mientras lo va filtrando, y así se vuelve potable. Para la limpieza de los trastes sucios en la cocina, también hay un pedal que bombea agua de sal directamente de abajo del casco del velero para enjuagarlos, posteriormente se lavan ligeramente con jabón y se enjuagan con poco de agua dulce, tratando de ahorrarla. La basura orgánica biodegradable se arroja por la borda, mientras que la no biodegradable se separa en bolsas distintas de acuerdo al material para depositarla posteriormente en los puertos a que se llegue.

14:00 hs. Hora del refrigerio: tazón con uvas frescas, y colación para entretener el hambre. Juanita al timón ahora. Nos acercamos a la isla Danzante, punto donde dormiremos esta noche en un refugio perfecto para fondear el Talaria; es una bella caleta llamada Caleta de la Luna de Miel. Memo nos recuerda que debemos bajar llegando a la caleta para checar si no tenemos otra avería y checar el daño a la quilla, que de seguro debe estar dañada por el impacto contra ella.

14:09 hs. Memo al timón; le da instrucciones a Juanita para que cheque en el mapa de esa zona donde vamos a anclar, él, va checando en el tablero la profundidad que rápidamente va disminuyendo conforme nos acercamos a la playa. Me ordena Memo que me vaya al púlpito en la proa y vigile las rocas que pasan muy cerca de nosotros, mientras Juanita y Memo van checando el mapa y observando cuidadosamente también a sus alrededores.

14:05 hs. Posición actual: 25°44´ N.; 111°13´W; Velocidad: 4.5 nudos; Profundidad: 190 pies; Curso: 285° WNW. Serie de fotos que he tomado durante este trayecto y que hemos cruzado cercanos a estos lugares: Isla Las Tijeras; Bahía Candeleros; Isla Primera; Isla Pardo; Isla Danzante a donde estamos llegando en estos momentos; Puerto Escondido, frente a nosotros del lado izquierdo. Juanita y Memo registran los datos actuales en la bitácora del Talaria leyendo del tablero y los otros instrumentos.

** Caleta de La Luna de Miel; bahía en la parte norte de la Isla danzante, este será el lugar donde pasaremos esta noche. Bahía de increíble belleza.

15:47 hs. Anclados en el interior de La caleta Luna de Miel; posición: 25°48.382´N.; 111°15.417´W.; Profundidad: 19 pies. Hemos realizado esta etapa de navegación del día de hoy en ocho horas en total. Me asomo por la escotilla de proa hacia la cabina dormitorio de Juanita y Memo y la observo tendiendo la cama. Me dirijo hacia la popa para fotografiar al poniente la majestuosa Sierra de La Giganta y la ensenada de Puerto Escondido que está frente a la popa del Talaria, como a un par de millas náuticas. La transparencia de estas aguas dentro de la caleta, es de una claridad color verde claro y se puede observar con detenimiento el fondo arenoso y plano, los peces que nadan tranquilamente se han acercado bajo el casco para protegerse de los depredadores más grandes y a la vez evitar los rayos del sol. Tomo una foto de mi sobra reflejada en el fondo y se nota claramente mi silueta con la forma de mi cuerpo sosteniendo la cámara fotográfica. Es en pocas palabras, un lugar paradisiaco que me recuerda la novela de Robinsón Crusoe; de Daniel Defoe. Las gaviotas y pelícanos se dan gusto alimentándose de un cardumen inmenso de sardinas que se ve como una mancha negruzca y plateada a veces conforme se mueven y el sol refleja sus cuerpos escamados de un color plateado. Descansamos un rato, reposando, tratando de relajarnos después de esta etapa de travesía, solemos hacerlo cada vez que anclamos. Todos buscamos un lugar apartado y, simplemente descansamos hasta sentirnos ya relajados completamente para continuar más delante con alguna otra actividad. Me gusta recostarme en el pasadizo de borda del lado donde la sombra de la botavara me protege de los rayos del sol, me coloco un cojín que uso para dormir, me relajo y leo por un rato: Días de infancia; de Maxim Gorki.

Mientras leo me distraigo al voltear por la borda al ruido de las gaviotas; mi mente divaga. Veo a Juanita y Memo acercarse a mi aquella tarde de Mayo en el parque Juárez de Santa Rosalía, allá al norte de la península. Estábamos en pleno trabajo de instalar el equipo de astronomía para la sesión de observación nocturna en ese poblado, se acercaron a mi ambos y, Juanita en su poco español empezó a preguntarme qué era lo íbamos a realizar ahí; le expliqué, primero en español, pensando que entendían bien nuestro idioma, pero al notar que se le dificultaba entenderme, empecé a hablarles en inglés y de esa forma nuestra charla se agilizó. Fue ese el comienzo de una amistad que ninguno de los cuatro pensó que al cabo de cinco días de estar en Santa Rosalía y de encontrarnos casi a diario en el poblado, nuestra amistad se fortalecería al grado tal que ahora tenemos desde mayo del 2008 hasta la fecha, más de dos años de convivir viajando en varias ocasiones juntos por algunos estados de la república mexicana, y hoy me encuentro en esta nueva aventura conviviendo en su velero. Cosa que me parece un sueño, pues en realidad no es nada fácil encontrar quién te invite a realizar un viaje en una nave como esta, además de ir recibiendo un sueldo diario como parte de la tripulación y el pago del boleto del vuelo de regreso de Guaymas, Sonora a La Paz. Memo tiene 63 años y es retirado, veterano de la guerra de Vietnam, arquitecto de profesión, nacido en Wisconsin, USA.; alto y delgado de ojos claros, cabello canoso y escaso, blanco de piel, pero bronceado de tanto navegar; piel rugosa, deteriorada también por lo mucho que se ha expuesto al sol durante 12 años que lleva de navegar en el Talaria; fuma demasiado y bebe también; vodka con hielo y agua, su español es muy escaso y siempre conversamos la mayor parte en inglés, algunas cuantas expresiones las dice en español, pero la mayor parte del tiempo tenemos que comunicarnos en su lengua materna. Hombre serio sólo platica lo indispensable, con traumas terribles de las atrocidades que él mismo me ha contado de lo que hicieron en Vietnam, lo cual le mortifica mucho y lo he visto llorar al narrarme lo que vivió en esa guerra; por todas partes anda comprando cosas, a veces innecesarias, pero las compra por el simple hecho de ayudar a esas gentes que venden algo en las calles; no sabe medir y calcular el tipo de cambio de su moneda, empieza a olvidar muchas cosas, y a veces paga por cualquier cosa mucho más de lo que están pidiendo por el objeto que adquiere; gran amigo, atento, condescendiente, amable y caballeroso; dispuesto siempre a explicarme con detenimiento todo lo que le pregunto de navegación; quisiera remediar los males que aquejan a la gente pobre, humilde de nuestro país y por eso su generosidad con los necesitados que encuentra a su alrededor; las propinas, siempre son desmedidas y ya sea Juanita o yo tenemos que vigilarlo para que las cantidades que deja no sean demasiado exageradas. No calcula el monto de la suma que deja, simplemente, quiere ayudar a esas gentes; las lágrimas las tiene a flor de piel; su salud se ha ido deteriorando paulatinamente por el tabaquismo, el alcohol y la pérdida de la memoria le empieza a afectar considerablemente. Sueña con vivir definitivamente en la ciudad de La Paz, trabajamos durante este viaje trazando un plan de vida para él en algún sitio en la ciudad de La Paz, B.C.S.

Juanita es el lado dulce de la pareja; delgadita pero musculosa, blanca también y bronceada al igual que Memo por los años de navegar. Ambos vendieron hace doce años su casa en San francisco, California y con ese dinero compraron el Talaria. Ya no tienen hogar en USA, ahora lo es el velero con el que han navegado por todo el pacífico desde San Francisco, hasta recorrer todos los alrededores del Golfo de California; Juanita es de una sonrisa siempre en la boca, sus ojos de un bello azul aguamarina, cabello castaño claro, corto y empieza a notársele algunas canas ; labios delgados, nariz pequeña y respingada, algo pecosita; de talle delgado y pies finitos, manos curtidas, dedos largos y enjutos, de una fuerza descomunal tratándose de una mujer, todo esto debido al manejo de los cabos, el movimiento de subir y bajar las velas del Talaria constantemente y de todo lo que es trabajo físico a bordo. Memo ha perdido mucha fuerza muscular y le es ya difícil hacer los trabajos pesados, es por eso que Juanita que es mucho más joven que él, se encarga de esos menesteres. Cuenta con 55 años de edad y es originaria de San francisco, California de un pequeño poblado a unos 35 minutos del puerto; de familia campesina acostumbrada a las labores del campo desde niña: Ingeniera en Hidrología; su trabajo actual, ya que aún no se jubila, consiste en calcular los volúmenes de agua, la calidad, costos y rentabilidad de perforar un pozo para extraer agua que sea posible de potabilizar; por lo que viaja constantemente al los lugares donde la compañía con la que trabaja piensa perforar un poso. S e toma espacios de tiempo para viajar con Memo, pero trabaja a distancia por Internet, realizando los cálculos con los datos que le envía la empresa y, cuando el trabajo se pone en marcha, ella vuela hasta el lugar para supervisar la perforación y, así combina su vida con el navegar y el trabajo.

Juanita se acerca a mí y me indica que debemos ponernos los equipos de buceo para bajar a revisar los daños de la quilla del Talaria. Nos vestimos adecuadamente y por la escalera de descenso del lado de babor, bajamos al agua y empezamos a nadar, primero alrededor del casco, le avisamos a Memo que el casco no sufrió ningún daño, posteriormente nos sumergimos bajo el casco, hasta el fondo de la quilla. Notamos que se había desprendido un pedazo como de unos 30 centímetros de largo de la punta de la quilla, que está hecha de bronce y plomo y en esa parte de la punta tiene un grosor como de 5 centímetros; subimos a la superficie nuevamente y le informamos a Memo. Nos pidió que checáramos la propela y el timón, de modo que nuevamente nos sumergimos para revisar ambas partes de la nave. Todo estaba en orden. Regresamos a la superficie y Memo dijo que, qué suerte teníamos de que sólo hubiera sido un pedazo de la quilla la que se dañó, que así podríamos continuar con el viaje sin peligro. Juanita y yo seguimos en el agua nadando, contemplando la cantidad de peces y fauna marina del lugar por largo rato más. Juanita dijo que subiría primero para bañarse y cambiarse, ya que el día de ayer no nos habíamos bañado y el sudor y la ropa húmeda empieza a despedir un olor desagradable a sudor. Me esperé en el agua nadando y gozando de la vista de los alrededores, hasta que Juanita me llamó para decirme que podía subir a bañarme, que ella se recostaría un rato en la proa a leer, mientras me bañaba yo, ya que el baño lo hacemos en la cubierta de popa. Subí y me encontré que Memo se estaba vistiendo ya, después de haberse bañado también después de Juanita. Memo me dijo que sacara un poco de agua caliente si quería tener el agua un poco tibia, que él se había bañado con agua tibiecita.

El agua con la que se enfría el motor del Talaria, es agua que se puede usar apara eso, es agua potable, de beber, que se compra por garrafones, con la que llena un compartimiento especial sólo para el radiador, ya que debe contener la menor cantidad de sales minerales para evitar que los tubos y mangueras del sistema de enfriamiento del motor se llene de sal y se oxiden, por lo tanto esa agua está bastante limpia, ya que circula por un filtro especial que se limpia a diario para quitarle los sedimentos que se junten durante la travesía diaria, de un grifo que hay en la parte de abajo del fregadero de la cocina, sólo hay que abrir esa llave y tenemos agua caliente, tanto para lavar los trastes o como en este momento, para entibiar el agua para bañarnos; ingenioso sistema. En la nave todo lo que es posible reciclar y usar, se aprovecha al máximo antes de arrojarlo al exterior, así que probé el sistema, saqué una poquita de agua caliente, la revolví con otro poco de agua fría para que sólo quedara tibiecita y con tan solo una cubetita de dos litros, me bañé al igual que ellos.

El antiguo espacio de la regadera en el velero, se ha dejado de usar para tal caso y, ahora sirve de bodega de ropas y más triques llenos en cajas de plástico. Resulta más práctico el bañarnos así como lo hicimos en cubierta. La taza del baño funciona por medio de un sistema hidráulico que bombea el agua de mar por medio de una palanca que está adjunta a la taza del lado derecho; la primera vez que la use me metí en problemas, ya que los excrementos no se iban hacia el exterior por más que le bombeaba y bombeaba, por fin subí a cubierta y le expliqué a Memo el problema que tenía; me explicó detalladamente el procedimiento:---- Primero---debes bombear para drenar el agua hasta que los residuos se vayan al fondo de la taza y quede seco el fondo---- sólo con los sólidos abajo----posteriormente, pisas la palanca que destapa el fondo de la taza----enseguida empiezas a bombera el agua hasta que todos los sólidos desaparezcan por el tubo y se vayan al fondo, al tanque secundario---- bajé y realicé las maniobras tal como Memo me explicó y asunto resuelto; de ahí en adelante ya no tuve ninguna dificultad. Terminé de bañarme y le grité a Juanita que ya podía regresar si así lo deseaba, que ya estaba vestido y listo para continuar con las labores del día. Desde que zarpamos, la mayor parte del tiempo andamos descalzos, con shorts y playeras ; no hace falta más para vestir, complementan la indumentaria; gorras y lentes oscuros, sólo Memo usa calcetines, es muy sensible al calor del piso en cubierta, que al medio día está bastante caliente.

6:20 hs. Tiro nuevamente una piola desde la proa, usando como carnada los cueros que guardé del pescado de ayer, aproximadamente como en media hora había pescado un par de mojarras, suficiente alimento para la cena de los tres. Memo las asó sobre las brasas del asador de popa. Las colocó en medio de un porta pescados que tiene dos rejillas metálicas con bisagras para que se abran y cierren las hojas, colocó en medio de ellas las mojarras, las puso sobre las flamas y le fue bajando la intensidad conforme se hacía necesario, las volteaba de cuando en cuando para que se asaran parejito; con un tenedor las pinchó para cerciorarse de que estuvieran bien cocidas y las colocó con todo y parilla sobre la mesa y cada uno de nosotros fue tomando directamente las porciones que íbamos deseando, así que, de nuevo cenamos pescado fresco. Cada noche hemos cenado distintas especies de pescados, fresquecitos, acabados de sacar del mar, suculentas cenas, pescado más fresco no podríamos conseguir ni en los mejores restaurantes. Procuro lavarlos con tan solo agua de mar, no uso agua dulce para que conserven su sabor natural. Los limpios y dejo listos para cocinar después de pescarlos, cosa que hago dentro de la panguita zoom, ya que ahí no ensucio la cubierta del Talaria y tengo el agua junto a mí allá abajo, además me es más fácil lavar la panguita. Juanita cocinó verduras; brócolis al vapor con pasta; de beber, agua simple y el plato fuerte; mojarras asadas. Sobró pescado, Juanita lo guardo en el congelador para comerlo en tostadas mañana como refrigerio al medio día.

Miércoles 13 de octubre del 2010.

7:00hs. De pie en cubierta. Nadie a mi alrededor, sólo los cardúmenes de sardinas se mueven nuevamente ahorita cerca de la orilla; generalmente se juntan por las tardes al caer el sol y en las mañanas antes de la salida; están a tan solo unos diez metros de la proa, producen un murmullo repentino como de lluvia al ser atacadas y su brillo dorado resplandece momentáneamente con cada giro del cardumen. Los pelícanos empiezan a llenar sus sacos bajo el pico con puños de sardinas y caen uno tras otro en picada, produciendo una explosión al chocar contra la superficie del agua, la escena ante mi semeja un escuadrón de pelícanos en formación que atacan uno tras otro a la mancha que se mueve de un lado a otro tratando de esquivar tan terrible ataque, sin embargo muchas terminarán irremediablemente en los estómagos de ellos y también de las gaviotas que se han unido ya al frenesí de pesca matinal en esta caleta donde nadie más perturba su hábitat. << Que atracón se están dando >> << Si tuviera a la mano una pequeña atarraya, sería fácil obtener carnada viva para pescar más tarde al ponernos en movimiento y atrapar un dorado >> pensé. Ese es el método que usamos cada vez que salimos de pesca, Alfredo y yo, de ese modo, con carnada viva de sardina, es casi seguro de atrapar peces de una u otra especie, la sardina es el alimento preferido de muchas especies de este Golfo de California y de muchas otras partes. Traigo conmigo en mis avíos de pesca un yoyito, nombre que se le da a un tipo de señuelo para pescar especies pequeñas para usarlas de carnada, es una piola de hilo delgado en cuya línea lleva amarrada a cada 20 centímetros aproximadamente, un pequeño anzuelo cubierto con hilos de estambre color rojo fuerte y brillante que simulan otros pececillos aún más pequeños; en el extremo que se sumerge al fondo del mar, se le ata una pequeña bolita de plomo para que se hunda y conserve la verticalidad la línea, se sumerge llevando atada unos 10 anzuelos, se le dan tirones de cuando en cuando para que los hilos rojos en el fondo se muevan y simulen pececitos moviéndose, los peces caen en la trampa y rápidamente se tragan el pedazo de estambre rojo y quedan enganchados con cada jaloncito de los respectivos anzuelos camuflageados, de modo que al sentir el peso en la línea, se sube y vienen prendidos a ella a veces hasta el número total de anzuelos, acto seguido se desprenden del anzuelo, antes de que se mueran, se colocan en una cubeta con agua de mar y se mantienen vivos para irlos usando de carnada, el agua se va rellenando con agua fresca para que continúen vivos el mayor tiempo posible; desafortunadamente en la posición en que estamos anclados, no me es posible usar este método, voy a tratar de usar otro método. Saqué de mi botecito de plástico que traigo con algunos tipos de anzuelos un robador; es un anzuelo con tres puntas que sirve como su nombre lo indica para robarse de un cardumen de peces algún pez. Se lanza al centro de ser posible, del cardumen y se jala con violencia, de modo que al jalón, existe siempre la posibilidad de enganchar alguno de entre los cientos que nadan en el cardumen y de ese modo, de uno en uno, vamos consiguiendo carnada para pescar posteriormente otros peces más grandes. Coloqué el robador en una piola más delgada y lo arroje al cardumen lo mejor que pude desde la proa, después de más de una veintena de intentos sin lograr nada, desistí y me dí por vencido ---- está muy lejos, por eso no puedo---- fue mi excusa de pescador chafa y fracasado; mientras tanto, Memo y Juanita se encargan del café de cada mañana y los panecillo y galletas para el tentempié de antes del desayuno. Me llama Juanita, voy hacia la popa, abandono la pesca. ---- Enoc, por favor pon la mesa para el café ----Te paso los tazones de café ---- y también los panes ---- me dice Juanita, y pongo manos a la obra. Suben a cubierta y saboreamos el café juntos admirando el paisaje como cada mañana sin hablar y en espera de ver aparecer el sol; hoy no lo veremos, ya que el cerro nos tapa la vista del oriente, pero las tonalidades que irán cambiando, tornan cada cinco minutos la coloración sobre la superficie del agua lo cual es toda una belleza por observar en silencio.

8:00 hs. Hora en punto de zarpar. Me ordena Memo que vaya a la proa para iniciar el movimiento de subir el ancla. Empiezo con la maniobra; le voy gritando a Memo cada cinco metros de cadena que enrollo con el malacate eléctrico, de modo que el maniobre al momento de quedar libre el velero y que en el timón de marcha atrás ---- ¡ancla arriba! ---- grito al final; mientras tanto, Juanita a mis espaldas vigila en silencio si estoy haciendo correctamente la maniobra y si he aprendido bien esta parte del proceso de la navegación. Termino con los últimos detalles del trabajo del ancla en la proa, la coloco en su posición de navegación y ató los seguros para evitar cualquier accidente que la tire al bamboleo de la nave con alguna marejada fuerte; guardo todos los cabos y herramientas que se utilizan para dicha maniobra y cierro con la tapa el compartimiento donde está el malacate.---- ¡Muy bien! ---- me dice Juanita ---- has aprendido perfectamente---- y nos regresamos a popa para reunirnos con Memo. << Me puse una estrellita dorada de papel paspartú en la frente >>. Juntos vimos alejarse la isla Danzante, lentamente, tal como la vimos acercarse la tarde anterior bajo los rayos de luz iridiscentes del Dios Helio, mientras al oriente bañaba las montañas de la inmensa isla del Carmen, mostrándolas como siluetas que poco a poco se nos acercaban y la entrada a la bahía de puerto Escondido pasaba al poniente.

9:00 hs. Mi turno al timón. Leo el tablero y anoto en mi bitácora personal; posición: 26°04.052´N. ; 111°18.361´W.; velocidad en el mástil: 5.4 nudos; velocidad en el fondo del casco: 4.6 nudos (siempre hay una pequeña diferencia de velocidad arriba en la punta del mástil y el fondo del velero); Rumbo: 340° N. ; distancia por navegar hasta nuevo cambio de rumbo: 11.11 millas náuticas; profundidad: 61 pies y variando; velocidad del viento: 3 nudos; dirección del viento: de poniente a oriente; brújula magnética: 345° N. motor a 1,800 rpm.; temperatura del motor: normal ; generador: funcionando normal; como de costumbre todo el motor en su velocidad de crucero y funcionando bien. Juanita prepara el desayuno en la cocina mientras Memo fuma sobre la borda del lado de babor. En la mañana antes de zarpar, además del café con pan, también comimos plátanos. Memo regresa de fumar y baja a cambiarse la playera <<< ¡que bueno!, ya le hacía falta >>>; no le gusta bañarse a diario. Observo la ropa que tendimos ayer sobre los barandales de cubierta, aún están ahí, nadie se acordó de recogerla; la recogeré al cambio de turno. <<< Voy a echar otro curricán al agua cuando deje el timón, a ver si hoy se prende algo grande >>>. Ayer recargué la pila de mi cámara con el invertidor de corriente mientras navegábamos. Mar…nuevamente el día de hoy, como espejo; pareciera que Eolo nos castiga y hemos estado navegando la mayor parte del tiempo con el motor; que ironía, un velero que navega la mayor parte del viaje, ¡con motor! Cómo quisiera que nos cayera uno de esos vientos que a veces nos sorprenden cuando salimos de pesca en la panga, que nos trae bota y rebota con cada ola que nos encontramos, a veces hasta por tres horas, que llegamos todos mallugados a puerto; ahora que tenemos dos magníficas velas para usarlas con el viento… ¡nada! ; En fin, espero que en cualquier momento el maleficio de Eolo, nos lo quite. La isla del Carmen casi junto a nosotros a estribor, más adelante, casi en la proa se empieza a distinguir ya la isla Coronados; a mi izquierda, estamos pasando frente la Punta Baja y los primeros indicios de Nopoló y el puerto de Loreto.

9:45 hs. La velocidad del viento descendió aún más. <<< Este cuate Eolo, se puso aún más rejego >>>. Aprovecho esta calma chicha para seguir escribiendo y tomo más fotos; ahora de la costa con los edificios de la zona hotelera de Nopoló, lugar donde está el aeropuerto del cual sobresale en la costa la torre de control.

10:00 hs. Turno de Juanita al timón; le dicta a Memo datos del momento para la bitácora del Talaria, mientras preparo el curricán para echarlo al agua durante mi tiempo de descanso de dos horas.

** El timón tiene en la parte inferior un tornillo que sirve como un clutch para hacer que se ponga más duro al moverlo, ó más flojo, pero también lo podemos apretar de modo que no se mueva y soltarlo por algunos minutos para realizar algo de urgencia sin que nadie lo sujete.

10:15 hs. Justo frente al aeropuerto en Nopoló. Ahora, las 10:35 hs. Pasamos ya frente al puerto de Loreto, se distinguen perfectamente las casas y edificios, así como el rompeolas del puerto, algunos veleros fondeados en la bahía y algunas pangas de pesca deportiva que se mueven por los alrededores. Más y más fotos.

11:00 hs. Turno de Memo al timón casi frente a las islas Coronados; dos islas divididas por una pequeña franja de tierra que al subir o bajar la marea quedan separadas o unidas según las circunstancias. El canal entre las coronados, en esta zona, el nivel del agua es muy bajo, marca tan solo 35 pies de profundidad por donde vamos cruzando en este momento. Memo muy atento al sonar para cerciorarse de los cambios de profundidad, voy parado junto a él, viendo el sonar, indica ahora 29 pies, estamos pasando otra zona de rocas por debajo de la quilla del Talaria.

11:45 hs. Hemos pasado el estrecho canal de las coronados. Memo me pide que le ayude a poner la banda de hule dentada que mueve el timón en piloto automático; ahora navegará con la ayuda del piloto automático. Cambió el rumbo y todo tranquilo ahora, sólo se escucha el click, click del piloto automático al girar el timón. El viento aumentó un poco más esta mañana a 5 nudos, pero la posición de la nave en este momento no es la mejor para poder aprovechar ese poquito de brisa, debemos tener un ángulo de 60° en relación con el aire y la proa para que funcione la vela de foque en su máxima expansión y el ángulo en este momento es de unos 50°; esperaremos unos minutos más para intentar subir la vela de foque.

** En la punta del mástil va montada una veleta que gira al capricho de la dirección del viento; en la cola, la veleta tiene soldado un cuadrito pintado en color rojo intenso; a ambos lados por debajo de la veleta, dos tirantes de la misma longitud que la veleta, fijos sobre el mástil a 60° de diferencia el uno del otro con un cuadrito rojo al final de cada uno, los tres cuadritos son del mismo tamaño y los tres pintados de rojo. Estas marcas arriba en el mástil nos ayudan a llevar la nave en posición correcta para aprovechar al máximo el viento y mantener siempre las velas hinchadas: ¿Cómo funciona esto? ; es muy simple, con el timón debemos hacer que siempre el cuadrito rojo de la cola de la veleta, que se está moviendo constantemente por la acción del viento, quede alineada con alguno de los extremos, ya sea del lado derecho, ó del lado izquierdo ó lo más cercano a alguno de los extremos, para que así la proa del velero se mantenga en posición correcta para que el viento mantenga henchidas las velas, por esa razón, tenemos necesidad de ir alzando la vista de cuando en cuando hacia la punta del mástil al ir navegando con las velas.

Al norte de las islas coronados nos encontramos con una escuela de delfines que nadaban hacia el norte en nuestra misma dirección, eran más de un centenar de ellos y muchos nadaban justo a ambos lados del Talaria, algunos dando saltos y otros más en la proa; estuvieron jugando y siguiéndonos por espacio de una media hora o más tal vez, lo cual nos dio tiempo suficiente a Juanita y a mí de irnos a la proa y observarlos más de cerca a la vez que tratábamos de tomar los mejores ángulos de sus piruetas con nuestras cámaras fotográficas. Ha aumentado la marejada y el Talaria se bambolea bastante ahora.

12:00 hs. Mi turno al timón nuevamente; notas para mi bitácora: punto al que nos dirigimos: 26°14.750´N.; 111°22.333´W.; velocidad en el mástil: 5.2 nudos.; Dirección en la brújula, hacia donde vamos: 324° N. con rumbo a la caleta de San Juanico. El piloto automático nos lleva en este momento a 338° N, un poco desviados, pero nada fuera de lo normal, lo irá corrigiendo poco a poco más adelante en algunos minutos. ; distancia para llegar al nuevo punto de cambio de rumbo: 5.076 millas náuticas. ; profundidad: infinito; velocidad en el fondo del casco: 4.8 nudos.; velocidad del viento: 3 nudos.

** La velocidad del velero debajo del casco, la mide una pequeña hélice que funciona como una pequeña propela que el agua que rosa sobre sus aspas, las hacen girar conforme se desliza la nave y, los giros que va dando, marcan en un censor, la velocidad en nudos, en el tablero de instrumentos; por eso tenemos dos medidas de velocidad; la del mástil con el anemómetro y la de fondo, con las aspas.

Desde hace rato el oleaje ha aumentado y tenemos lo que los pescadores ribereños llaman “marea boba” ; es un tipo de oleaje producido por el movimiento de las corrientes en la profundidad y el viento en la superficie, eso hace que se formen olas de regular tamaño que hacen que las naves y botes tengan que ir luchando contra la corriente de abajo y las olas en la superficie del mar; afortunadamente ya me habían explicado cómo debía de sortear estas olas y es el momento de volver a aplicar lo aprendido. Mis conocimientos de años de salir de pesca con mi pequeña panga, me han dado la experiencia de sortear este tipo de fenómenos en alta mar, así que con eso, se me ha simplificado mucho el aprender a hacerlo con un velero tan grande como el Talaria; resulta además divertido y se aplica mucho del feeling, al llevar en las manos el timón, ya que se transmite a él la necesidad de inclinación y deslizar la nave sobre las olas como si se tratara de una tabla que flota sobre el mar. Montañas que pasamos encima de ellas, se registran constantemente en el sonar; ahora, 450; después, 600 pies. Motor un poco más acelerado a 1,900 rpm. Para ayudar a afrontar la marejada. Memo me explica que los cambios de profundidad en el sonar, también se debe a que cruzamos algunas zonas donde la temperatura del agua varía y eso afecta también a la lectura del sonar y nos da esos cambios repentinos.

12:30 hs. Juanita nos ha traído galletas y chocolatitos para botanear. Veo ahora de mi lado izquierdo y casi en la proa, la roca que aparece en el mapa de la zona con el nombre de Roca Mangle. Vamos hacia ella. Tengo que estar pendiente que el piloto automático nos dirija el rumbo y checar que pasemos lo suficientemente alejados de ella; no quisiera provocar otro choque como el que ya sufrimos anteriormente. A mi izquierda vamos pasando la bahía de San Bruno.

** Antes del choque contra la roca, estaba desenredando la piola que traía el curricán, ya que no le había puesto un destorcedor y como unos 20 metros de piola se habían torcido, de manera tal, que si algún pez grande hubiera atrapado, la tensión y lo enredado de la piola, no hubiera resistido el jalón y se hubiera reventado, de seguro; así que en ese momento decidí arrojar nuevamente, todo aquel hilo al agua, ya sin el curricán, para que la misma presión del agua y el arrastre del velero, lo estaba desenredando, cuando sucedió el accidente; este es el mejor método para desenredar un hilo de plástico para pescar; aquí se les llama piola. Eso fue como unos diez minutos antes del choque.

Durante un tiempo de descanso de Memo y yo y, Juanita al timón, me trajo Memo las herramientas para enseñarme a encontrar la posición de la nave en una carta de navegación; con indicaciones de ambos empecé a realizar las mediciones, a usar los instrumentos y aprender este nuevo conocimiento. Memo me hizo una demostración de ubicación en la carta. Encontró nuestra posición y la distancia que llevábamos navegando y la que nos faltaba por navegar hasta el punto donde íbamos a anclar esta noche, enseguida de dio ambos instrumentos y me dijo que hiciera lo mismo, cosa que con poquito de cuidado y muy lento volví a obtener los mismos datos; Juanita me dio otras posiciones por buscar y después que le batallé un poco, al final les mostré mis resultados, Memo los corroboró y me dijo que estaban, muy bien. Juanita exclamó ---- ¡Felicidades Enoc!---- que rápido aprendiste---- y ambos aplaudieron, Juanita como siempre mucho más efusiva siguió repitiendo; ¡bravo, bravo! <<< Que gran oportunidad he tenido>>> <<< Esto, me hubiera costado algunos pesos pagando en alguna escuela de navegación, para aprender todo lo que he aprendido en unos cuantos días con estos amigos >>> ---- ¡Gracias Memo; Gracias Juanita ---- exclamé también, demostrándoles mi agradecimiento por todas sus atenciones y paciencia para enseñarme todo lo necesario y básico de la navegación de un velero. Por la noche ya anclados le comenté a Juanita durante la cena, que cómo no se nos había ocurrido que yo encontrara la posición exacta de las rocas en donde chocamos, ya que apenas hacía una hora antes, me habían enseñado a usar las cartas de navegación y, precisamente cómo encontrar nuestra ubicación en ellas. Hubiera sido una práctica que probablemente hubiera ayudado a evitar el choque. Pero en fin, como solemos decir; “el hubiera no existe”, ya lo pasado, pasado y no nos fue tan mal.

*** Tablero de control del piloto automático: Se encuentra instalado en la pared junto a la escalera para descender a la cabina; consta de una caja rectangular, de material plástico en color negro; no está al alcance del timonel, por lo cual, cada vez que se quiere utilizar, alguien debe auxiliar. En ella hay tres botones horizontalmente distribuidos; el primero del lado izquierdo en color blanco, tiene dibujada una flechita que señala hacia la izquierda del piloto (lado de babor); al centro, uno en rojo, este sirve para encender o apagar el sistema y, el tercero, del lado derecho, también tiene pintada una flechita, sólo que esta señala a la derecha del timonel (lado de estribor). Al navegar con este sistema, se enciende al momento de instalar la cadena de hule dentada que mueve el timón, de esa manera, empieza a controlar el timón de acuerdo al rumbo a seguir con la ayuda del GPS. Si se desea cambiar la dirección, se presiona el botón acorde con el lado al que se desea que el velero cambie de curso, ya sea a la izquierda o a la derecha; cada piquete que se dé al botón con flechita, produce un sonido de BIP y, la nave cambiará su curso 2° ; si se mantiene presionado un poco más de tiempo se escucharan dos bips y cambiará 4° de esa manera se corrige lo programado anteriormente en el piloto automático, acorde a los deseos del timonel.

13:00 hs. Juanita debía de tomar el timón, es su período de timonel; sin embargo, debido a que se encuentra en la cocina preparando el lunch (comida de botana del medio día), Memo la sustituye, mientras pongo la mesa para comernos lo que nos traerá Juanita. Sube a cubierta con el refrigerio, comemos los tres; tostadas de machaca de mojarra, sobrante de la cena de anoche; Memo come de pie al timón y terminando Juanita lo releva. Bajo los trastes a la cocina y los lavo.

*** Juanita había cambiado a piloto automático, mientras Memo dormía abajo en la cabina, justo una hora antes de que sufriéramos el accidente del choque; modificó el rumbo y conforme navegábamos cercano a la costa, iba dándome indicaciones para que presionara el botón que nos movía 2° hacia estribor (derecha) calculando que nos manteníamos lo suficientemente alejados de las rocas; así cada de cuando en cuando me ordenaba ---- por favor Enoc, 2° más a estribor---- cosa que hacía de inmediato; de esa manera iba calculando con el GPS los grados de desviación del rumbo que llevábamos, para estar segura de librar aquella zona tan peligrosa de rocas a casi ras del agua; mientras, yo llevaba la caña de pescar troleando en espera de algún pez que mordiera el curricán. Lo demás del accidente ya lo han ido leyendo. Ahora son sólo recuerdos emocionantes para mí, que nunca más olvidaré y que comparto con ustedes.

13:15 hs. Por más que busco, aún con los binoculares en la costa cercana, no logro distinguir el poblado de San Bruno, que acorde al mapa de esta zona y nuestra posición en este momento, debería estar frente a mí del lado de babor. Debe estar alejado de la playa y lo ocultan los cerros o la vegetación. <<< Ni modo; sólo tomaré fotos de la bahía y sus alrededores >>>.

13:35 hs. Nos encontramos frente a la Punta Mangles; en este lugar se ha desarrollado un complejo turístico grandísimo, puedo ver claramente los edificios que sobresalen por arriba de las rocas en la playa. Por la proa se empieza a distinguir la silueta de la isla San Ildefonso; como a unas 5 millas náuticas aproximadamente. Pasamos ya la punta Mercedarios y San Basilio, y nos acercamos a la costa dentro de la gran bahía San Basilio para anclar en la caleta San Juanico.

14:00 hs. Entrando a la caleta San Juanico. Juanita y yo preparamos todo para el anclaje, me voy al púlpito de la proa, mientras Memo disminuye la velocidad, para alistar todo para dejar caer el ancla en el momento que me lo indique.

15:15 hs. Todo en silencio nuevamente, estamos anclados dentro de la caleta San Juanico, es la hora del ritual después de un día de navegación; es la regla en el Talaria; es la hora del descanso completo y el silencio total, cada uno ensimismado en sus pensamientos; es la hora del no hablar, de tan solo relajarse, de la mente en blanco, que nada nos perturbe, que nada nos moleste, que nada nos distraiga. Es algo así como la hora de la alegría de la vejez, del pensar que mis primaveras suman ya más de sesenta… sólo mi olfato percibe un leve olor acre, desconocido, que viene de no sé dónde y me hace estornudar; después, caigo en la penumbra, en la umbra y en el total eclipse de la mente; duermo...

Hay dos veleros más alrededor de nosotros y un yate de tamaño mediano que llegaron minutos después que nos anclamos; vienen en ella un par de gringos con sus esposas y dos niños; además de un tipo moreno que parece ser el que ayuda a bordo pues lo veo atareado en bajar el pequeño botecito que sirve para bajar a tierra. En cuanto anclaron, muy cerca de nosotros, empezaron a hablar en voz alta, rompiendo con la quietud y el silencio que estábamos disfrutando. Bajaron su botecito y se fueron hacia la playa; las dos mujeres se quedaron a bordo, se desvistieron y cambiaron a bikinis, pusieron música estridente a mucho volumen, empezaron a bailar sobre la cubierta al tiempo que abrieron latas de cerveza y empezó el escándalo. Inmediatamente me vino a la mente los fines de semana en la playa del tecolote cercana a la ciudad de La Paz; la chusma canalla se reúne por las tardes, llegan en sus pick UPS, abren las puertas del vehículo y ponen sus aparatos toca CDs a todo volumen y dan al traste con la tranquilidad de los que vamos a acampar en dicha playa. Estos gringos pertenecen a la misma calaña de la chusma canalla, sólo que estos se creen superiores por ser ricos (a juzgar por el yate), por ser güeros y de ojos azules. << Pensar que hemos navegado tanto, para estar en estos lugares paradisíacos para disfrutar de tranquilidad y, la naturaleza >> <> pensé. Cavilaba en este tema, cuando se incorpora violentamente Memo y lo escucho gritar furioso. ---- ¡Lets get out of here! Y, me ordena. ---- Enoc, levanta el ancla ---- nos vamos a cambiar de lugar---- ¡no soporto a esta gente! ---- y los maldijo en inglés ---- de inmediato capitán---- le contesté, con un gusto que me levantó el ánimo y me dirigí de inmediato a la proa para las maniobras de zarpar. Nos movimos lo más lejos que pudimos de ellos, tras una enorme roca que sobresale en la parte norte de la caleta. Anclamos y nuevamente la paz volvió a nosotros y nos relajamos.

20:30 hs. Sentados con Memo en la popa. Cuando me quedé dormido durante la tarde, lo hice sobre el piso en el pasillo de cubierta, junto el barandal justo debajo de la sombra de la botavara, no supe cuando Juanita me tomó algunas fotos que más tarde me mostró. Cuando desperté, me puse a pescar ya cayendo la tarde y con los últimos rayos del sol, en la penumbra, pesqué un enorme cochito (pez gatillo); ya no intenté pescar más, pues con ese era suficiente la carne para los tres. Lo filetié y lo corté en pedacitos para prepararlos capeados con tantita harina en lo que llamamos por acá palitos de pescados. Cenamos tacos de pescado.

Ayer y hoy, Juanita recibió respuesta vía Internet en el equipo de comunicación del Talaria, supimos las nuevas de casa por medio de los correos de Pepe Farah. Juanita es la única que se encarga del uso de ese equipo, debe usarse en lapso de tiempo breve, ya que la cantidad de energía que necesita para transmitir es muy alta, por lo que no puedo utilizarlo y Juanita se encarga de enviar breves correos para informarles de nuestra situación diaria; lo más importante es checar el estado del tiempo en la zona para saber con qué nos enfrentaremos al día siguiente para la navegación segura por el golfo. También por las mañanas, Juanita escucha las noticias por la radio en una frecuencia de onda corta, platica con otras naves que navegan por los alrededores e intercambia novedades que puedan interesar a alguien e informa de nuestra situación, quienes somos, cuantos somos de tripulación y nuestro rumbo y se vuelve una conversación entrelazada en una red de varias naves.

*** Al dejar caer el ancla, hay que checar la cantidad de pies de extensión que vamos soltando de cadena; cada 10 pies la cadena tiene pintada un eslabón en color blanco y un pedazo de lona de color verde con el número de pies, de esa manera podemos saber que longitud llevamos arrojada, le voy gritando a Memo que está en el timón el número de pies, para que el calcule la distancia a la que la nave quedará anclada, ya que las corrientes, el viento y la marea, nos moverá durante el día y noche a veces hasta en un semicírculo de 180°, por lo que se tiene que pensar en no anclar tan pegado a rocas, arrecifes o la arena ya que si es demasiada la longitud de cadena, podemos chocar contra ellas o enterrar la quilla en la arena. Generalmente quedamos anclados a 12 pies de profundidad y aproximadamente a una distancia del ancla de 4 pies de cadena por cada pie de profundidad, o sea a unos 48 pies de distancia.

*** La Bandera en el mástil debe ondear en la parte más alta la del país que se visita, más abajo, la del país de origen de la nave, como una cortesía al país anfitrión, así nosotros tenemos arriba la de México y abajito de ella, la de USA. La bandera amarilla se iza cuando la nave entra a un puerto navegando directo de otro país, para que las autoridades militares y de aduana realicen la inspección requerida por las leyes y la tripulación pueda posteriormente descender a tierra.

Jueves 14 de octubre del 2010.

Juanita y Memo despertaron a las 5:30 hs. Los escuché, me quedé en la cama un rato más, los vi subir a cubierta y unos minutos después subí a reunirme con ellos como cada amanecer para disfrutar juntos el alba y beber café con galletitas. Se distingue a lo lejos en el horizonte de oriente, una mancha de nubes, señal inequívoca del viento que sopla mar adentro, desafortunadamente estamos muy lejos de ese viento que nos serviría mucho para poder navegar con las velas del Talaria. Aquí en cubierta nos llega sólo una brisa fresca que nos ha obligado a vestirnos con nuestras chamarras. La charla es poca y en voz baja, es una forma de disfrutar de la quietud y concentrarnos únicamente en gozar de la belleza del amanecer. Una pareja, en un velero que estaba cerca de nosotros, interrumpieron el silencio con sus gritos, tenían problemas para desenterrar el ancla de su velero; estaban en el proceso de izarla para hacerse a la mar. Batallaron como una media hora para lograrlo; se notaba que no tenían mucha experiencia porque se complicaron mucho la vida para lograrlo: Memo comentaba sobre los errores que cometían y me hacía ver lo que se debe hacer en esos casos; con sus 12 años de vivir en este Golfo de California en el Talaria, más otros tantos más de navegar desde San Francisco y los alrededores, suma más de 40 años de experiencia. <> pensé. Por fin lo lograron, los vimos alejarse lentamente y el ronroneo de su motor, se fue diluyendo con la brisa matutina, a la vez que su mástil se iba hundiendo en el horizonte del oriente, bajo la luz bermeja del amanecer.

*** Reflector de radar: Anoche izamos en el mástil, el reflector de ondas de radar, lo subimos a la hora en que se encendió la lámpara de posición en la punta. Es una bola manufacturada en hoja de lata galvanizada, como en gajos que forman una multitud de ángulos de reflexión. Su finalidad es que en esa posición muy arriba, sirva como un reflejante de las ondas de los radares de otras naves que navegan en la oscuridad de la noche denotando así nuestra presencia desde lejos, con ello, podemos indicarles nuestra posición, ya que los distintos gajos permiten rebotar las señales, no importando en qué dirección vengan, alguno de los ángulos forzosamente se encargará de rebotar la señal de cualquier radar cercano a nosotros. Lo izamos ya para tenerlo en posición para nuestra travesía de toda la noche partiendo de esta caleta de San Juanico y atravesar el golfo para llegar al macizo continental al puerto de San Carlos, Sonora.

9:00 hs. Mientras se prepara el desayuno, me dediqué a pescar un rato tratando de atrapar algo para cocinar y complementarlo, pero Juanita llamó antes de que pudiera coger ninguno; pesca suspendida por fuerza mayor… a desayunar. Después del desayuno, mientras Memo limpia el filtro del agua del radiador, nuevamente me dirijo a la proa insistiendo en pescar algo.

*** Existe a bordo, en el fregadero de trastes del lado derecho en la cocina, dos llaves de agua; la de la izquierda vierte agua salada que se extrae del fondo del casco del Talaria por medio de una bomba eléctrica que se activa cuando pisas el pedal que está del mismo lado izquierdo en el piso bajo la tarja; con esa agua salada se pueden enjuagar primero los trastes; luego, con el pedal que está del lado derecho en el piso, se bombea agua caliente, la que circula por el radiador del motor del velero, misma que sale por el grifo de la tarja en el lado derecho, con esa agua caliente se enjuagan los trastes para cortarles la grasa y terminar con su limpieza; esa agua que circula por el radiador, es agua que se llenó en un tanque especial, con 10 galones de agua de garrafón, como los que compramos para beber en casa; la razón es, evitar al máximo que el agua contenga muchas sales minerales que dañen el sistema de enfriamiento del motor y por medio del filtro que está limpiando en este momento Memo, se mantiene muy limpia y los trastes se enjuagan muy bien así, en total hay como unos 200 litro de esa agua limpia y caliente cuando el motor va en marcha. En el otro fregadero de trastes, que está del otro lado en la cocina, del lado izquierdo, también hay dos grifos, en ambos sale agua dulce que se tomó del la llave de paso de agua potable en la marina antes de zarpar; el Talaria lleva dos tanques para esta agua, uno con 50 galones y el otro con 40 galones, en total carga 90 galones de agua potable; esta agua al salir por el grifo del lado derecho, pasa primero por un sistema de filtrado, que la deja más limpia, además de potable, bebible sin ningún peligro; la mayor parte de la que consumimos durante el día proviene de ese grifo y aderezado con hielo, sabe riquísima cuando el calor arrecia. La llave del lado izquierdo no pasa por ningún filtro y con ella también se lavan los trastes, las manos, etc., para lo que se desee; cuando se termina el agua de un tanque, debajo de esa tarja hay una llave de paso que controla los tanques, con solo cambiar la dirección del fluido del agua, se cambia también de tanque de almacenamiento; así de sencillo. En esta tarja, el agua sale automáticamente al abrir cualquiera de los dos grifos por medio de un sistema de presión, que al abrir una llave, la bomba de agua, se activa de inmediato al necesitar presión en la línea y, se apaga automáticamente al dejar de sentir la falta de presión, de modo que no se queme la bomba por dejarla encendida.

*** Combustible: El tanque de combustible para el motor, tiene capacidad de 60 galones, pero sólo cargamos al zarpar, 52 galones de diesel. Llevamos otros tres tanques de plástico con 20 litros cada uno atados al barandal en cubierta como reserva; además de otro tanque de igual capacidad, con gasolina para el motor fuera de borda de la panguita zoom.

Plan de quehaceres del día de hoy; paseo por la caleta, bajar a tierra y conocer los alrededores, recoger conchitas y observar la fauna que queda atrapada en las rocas después que la marea baja, (afición de Memo) regresar al Talaria y preparar todo para estar listos a las 14:00 hs. hora acordada de zarpar en la última etapa y la más larga del viaje. Partiremos de la caleta San Juanico para atravesar el Golfo de California y llegar mañana por la mañana al puerto de San Carlos, Sonora; a unos 50 Km. al norte del puerto de Guaymas.

Después del desayuno, bajamos el motor fuera de borda, lo instalamos en la panguita zoom, subimos lo necesario para la excursión del día y partimos al paseo. Visitamos a los tripulantes del velero “Juniata” anclado en la caleta, eran conocidos de hace algunos años, de Juanita y Memo, pasamos a saludarlos. Juanita lleva un directorio donde anota los nombres de las naves con las que se han encontrado durante su largo navegar por estas aguas y con cuyas tripulaciones han entablado amistad, de modo que hoy que vió el nombre esta mañana, buscó en su libreta y recordó así los nombres de la pareja que viajan en el Juniata; platicaron con ellos unos minutos de sus avatares por estos rumbos y, después nos dirigimos hacia la parte oeste de la caleta; descendimos frente a la entrada del estuario, ahí dejamos la panguita y comenzamos el paseo a pié por la playa en dirección al estuario, donde nos encaminamos tierra adentro siguiendo la orilla; Memo se quedó en la playa saltando de roca en roca, descubriendo especies de moluscos y especies que viven en las pequeñas oquedades que quedan expuestas cuando la marea baja; según me contó Memo, estudió biología acerca de esto, no sé qué tan profundo sean sus conocimientos sobre la materia, pero según él, quiere parecerse al biólogo marino; Edward (Ed) Ricketts, quién en compañía de John Steinbeck, (Premio Nobel de Literatura, 1962) navegaron durante seis semanas por este Golfo de California y, Steinbeck escribió posteriormente un libro sobre este viaje titulado “Por el Mar de Cortés” en el que narra la forma en que él y Ricketts realizaron sus investigaciones precisamente sobre biología marina; por esa razón Memo considera a Ricketts, su héroe favorito y me dice que quisiera parecerse a él. Le llama de cariño: Doc, tal como lo llama Steinbeck en otro libro titulado “Cannery Road” donde dicho personaje es uno de los más importantes y a la vez el biólogo marino en la novela. Memo entonces se enfrasca en buscar la mayor cantidad de especímenes y se esfuerza por decir sus nombres en Latín y como no es muy trucha en eso y muchas palabras para nombrarlos en inglés no las entiendo, pues me quedo “de´a seis” y, en broma le contesto;

---- Mi no comprende, Memo ---- y me río de él y sus ondas de querer ser como Ricketts. Bueno… al menos le echa muchas ganas. Así pasamos medio día, caminando de aquí para allá por la playa disfrutando de una zona aún no contaminada (no mucho) por la chusma.

12:15 hs. Todos trabajando alistando el Talaria para zarpar; recoger todo lo que esté suelto porque durante la noche sería muy peligroso tropezar con algo que nos pueda provocar una caída. Cabos, herramientas, en fin todo lo que estorbe. Esperamos según los pronósticos, un poco de viento más fuerte y marejada boba nuevamente; << eso espero, a ver si ahora podemos usar por más tiempo las velas y evitar el ronroneo del motor >> pensé; lo que hará que el velero se incline un poco más de lo que hemos tenido durante los días anteriores. Bajé a la panguita y desatornillé el motor fuera de borda; Lo até al gancho de la pequeña grúa de popa y, Memo procedió a irlo subiendo lentamente hasta colocarlo en su posición de viaje; después le pasé a Juanita el tanque de gasolina de la panguita; posteriormente, Juanita y yo la subimos sobre cubierta, la desinflamos como a la mitad de su capacidad y la atamos fuertemente al centro de la cubierta, justo sobre la escotilla de la cabina del comedor. Memo y yo rellenamos con diesel el tanque del motor del Talaria utilizando sólo uno de los tanques de plástico de reserva que viajan en cubierta. Con el tanque lleno, tenemos combustible suficiente para atravesar todo el golfo. Al llegar la hora de zarpar, nuevamente realicé en la proa la maniobra de izar el ancla y sujetarla, ahora con otros cabos extras para mayor seguridad por la travesía nocturna que nos espera. Memo grita, ---- Por favor Enoc, checa por segunda vez todo sobre cubierta ---- Afirmativo capitán ---- contesto y, le doy toda la vuelta a la cubierta checando por segunda vez. ---- ¡All clear!---- le grito, Memo aceleró el motor y el Talaria empezó su última travesía proa al macizo continental, para abandonar estas aguas del Golfo de California y arribar el día de mañana a la marina San Carlos, en las costas de Sonora; en un tiempo de 22 horas aproximadamente, sin escalas. Al llegar allá, será sacado del mar para subirlo a un trailer y de esa forma viajará por tierra hasta su destino final en las aguas del Océano Pacífico; en la Bahía de San Francisco California, USA. lugar de donde partió hace 12 años. Mientras nos alejábamos de la caleta y de las costas de la Baja California Sur; Juanita y yo desenvolvimos la vela principal para dejarla lista para izarla en el momento en que el viento aumente de velocidad. El orden al timón continuará de la misma manera que lo hemos venido haciendo desde que zarpamos del puerto de La Paz; en relevos de una hora al timón, por dos de descanso durante el tiempo que dure toda la travesía hasta llegar al puerto de San Carlos. Nos espera una larga y cansada noche de navegación.

14:50 hs. Juanita bajó a descansar un rato a su camarote mientras le llega su turno a las 16:00 hs.; el mío empieza en diez minutos; mientras tanto, Memo y yo armamos el piloto automático y, él, ajusta posteriormente el rumbo para dejármelo así, antes de pasarme el mando del timón.

15:00 hs. De nuevo al timón. Anoto en mi bitácora personal: Coordenadas a la Bahía de San Carlos: 26°30.835´N.; 111°21.703´W.; Velocidad en el mástil: 6.0 nudos; Distancia por navegar hasta nuevo ajuste de ruta: 4.943 Millas Náuticas; motor funcionando a 1, 900 rpm. ; Amperímetro: bien; Temperatura: normal; diesel en el tanque: lleno; Profundidad: infinito; Velocidad abajo del casco: 4.8 nudos; Viento: 6 nudos del ESE.; Brújula magnética: 1° de desviación al norte del curso fijado.

*** Abreviaciones de los instrumentos en el tablero de navegación: SOG= speed over ground (velocidad); COG= course over ground: (curso); DIST = distance (to cursor): (distancia); BRG = Bering (to cursor): (Desviación).

Observo desde mi posición de piloto como se va enjutando la silueta de la Sierra de la Giganta, se va cubriendo lentamente de una bruma que aumenta conforme nos alejamos de ella; tórnanse grises aquellas montañas, se ven como fastuosos pliegues en el espléndido ropaje de la tierra que se comba poco a poco en el horizonte a mi espalda.

15:45 hs. Volteo al tablero de instrumentos del motor; el alternador ha dejado de funcionar; no está enviando carga a las baterías, eso significa que no tendremos energía suficiente para las necesidades de electricidad durante la noche que se avecina. Despierto a Memo que viene durmiendo junto a mí en el sillón del lado izquierdo; baja a checar el amperaje de carga en el tablero del control eléctrico que va instalado sobre la puerta de acceso a la bodega donde va el motor. Me avisa que aún está enviando una cantidad muy baja de voltaje el alternador, apenas 3 volts pero que no es suficiente, necesitamos cuando menos unos 14 a 16 volts para que todo esté perfecto; intenta encontrar la falla; no tiene la paciencia y sube a cubierta junto a mí. ---- lo dejaremos así por un rato, ya veremos más tarde ---- por el momento creo que con lo que traemos almacenado en las tres batería será suficiente para lo indispensable ---- más lo que aún carguen los páneles solares hasta que oscurezca por completo ---- : seguimos otro buen rato navegando así.

15:55 hs. Despertó Juanita y subió a cubierta; Memo le cuenta lo sucedido con el alternador; ahora estamos los tres bajo la sombra de popa. Mientras piensan en las posibles causas de la falla y leen el manual de posibilidades que provocan este tipo de fallas y las sugerencias de lo que hay que hacer; observo del lado de estribor (derecha) hay una buena sombra en cubierta. << Después que me releve Juanita de mi turno al timón, me voy a tender ahí para tratar de descansar y dormitar un rato >> pienso. << Me voy a atar un cabo a la cintura como medida de precaución, por si hay un bamboleo fuerte mientras duermo >>. Seguimos navegando con el motor, el viento no ha aumentado lo suficiente para izar las velas y navegar un poco más rápido. Juanita y Memo siguen tratando de encontrar en el instructivo y los manuales la forma de repara la falla del alternador.

16:10 hs. Aún no me relevan del timón; siguen con los manuales de reparación para corregir la falla. Aún no logran nada. Le pregunto a Memo ---- ¿Cuándo fue la última vez que checaste las batería y su niveles de agua?---- hace como dos años que las pusimos nuevas ---- me contesta ---- pero este tipo de baterías no utilizan agua---- en su lugar llevan una gelatina que no se evapora ni corroe las terminales ni los cables, son especiales para veleros ---- así que no es esa la causa ---- están casi nuevas ---- su límite de duración es de diez años ----. El viento arreció a 9 nudos. Hora de izar las velas. Memo se hace cargo ahora del timón; neutraliza el motor para disminuir la velocidad y el bamboleo de la nave, para que Juanita y yo podamos izar las velas. Izamos primero la vela de foque y posteriormente la vela mayor, ambas se hincharon perfectamente y las fuimos ajustando acorde a las necesidades del rumbo a seguir y a la dirección del viento. Cuando el viento cambia de dirección se vuelven a ajustar y así conforme se vaya necesitando, se van haciendo ajustes para no salirse del rumbo. Ahora con las velas hinchadas, hemos aumentado la velocidad un poquito más; nos deslizamos a 6 nudos por hora. Memo apaga el motor. Silencio, se acabó el molesto ronroneo; sólo se escucha el sisear de la proa que rompe las olas, las cuales se precipitan derramando espuma que baña los costados del Talaria, una imperceptible estela blanca en la popa, delinea nuestra ruta hacia el norte como una tela que la quilla va rasgando hacia el horizonte cada vez más lejano.

16:30 hs. Juanita sube a cubierta con un refrigerio; sardinas en salsa de tomate roja. Compré una lata en la tiendita; en Tembabichi y las comeremos ahora con galletas saladas. Ya tenía mucha hambre, así que me serví tres trozos grandes que devoré en un dos por tres.

18:30 hs. Memo nuevamente al timón. Le sugiero a Juanita que mientras el motor está apagado, me permitiera bajar para checar los sistemas eléctricos del alternador y todo el sistema eléctrico que ella anteriormente ya había checado. Bajamos juntos y abrimos la bodega del compartimiento del motor, un calor sofocante emanaba del compartimiento. Volvimos a checar con el voltímetro el generador, las terminales de las baterías, todo bien. Después, la caja de fusibles, la destornille de la pared y uno por uno los fusibles, todos marcaban el voltaje necesario y la continuidad; sólo uno de ellos parecía un poco oxidado y con un poco de humedad en su interior

---- Cambiemos este por si acaso sea la falla, aunque el amperímetro indica que está en buen estado----le sugerí a Juanita. De inmediato trajo del compartimiento de refacciones eléctricas, una caja de plástico con una gran variedad de fusible de todos los tipos necesarios para el sistema del Talaria. Me dio uno nuevo del mismo voltaje. Lo sustituí y lo coloque de nuevo en su lugar. Le pedí a Memo que reiniciara la marcha del motor para ver si se corregía la falla. Nada cambió, seguíamos con el mismo problema sin resolver ---- Ya los había checado todos---- me dijo Juanita. ---- chequemos ahora los porta fusibles uno por uno para estar seguros de que hay buen contacto en ellos y continuidad. Procedimos revisar uno por uno; todos marcaban la continuidad de corriente perfectamente. Reinstalamos todo de nueva cuenta y le pedimos a Memo que reiniciara nuevamente el motor. Ningún cambio en el amperímetro del tablero del sistema eléctrico del Talaria. Todo seguía igual con la misma falla. Sudábamos copiosamente bajo cubierta y junto al calor del motor, nos secábamos el sudor a cada rato y bebíamos agua con hielo de cuando en cuando para mitigar un poco el calor. La cara de Juanita brillaba roja, sus pómulos como jitomates húmedos de rocío matinal, la ropa entallada al cuerpo húmedo, empapada como acabada de salir del mar. Se veía radiante y bella con sus pequeñas pecas contrastando en el fondo rojo de su cara y cuello. Pequeñas gotas de sudor escurrían por sus mejías bajando por debajo del armazón de sus pequeños lentes como cuentecillas de vidrio, haciendo resaltar más sus ojos azules.

---- Ahora chequemos las puntas de los cables del tablero de fusibles---- le ordené a Juanita. Después de terminar con esa revisión, nuevamente le ordenamos a Memo que reiniciara el motor. De nuevo ninguna respuesta que indicara que se había corregido la falla. ---- Creo que ya no hay más que checar aquí ---- le dije a Juanita ---- mejor coloquemos todo en su lugar y lo re atornillamos todo como venía y subimos a cubierta, porque aquí el calor ya no se soporta---- estamos empapados de sudor y ya no se puede trabajar a gusto así ---- Me contesto afirmativamente y terminamos con la revisión, ajustamos todo y cerramos la puerta del compartimiento del motor. Subimos cubierta, nos relajamos y descansamos por un buen rato y posteriormente nos cambiamos la ropa húmeda por otra seca para evitar enfriarnos con la brisa fresca. Memo seguía navegando con las velas, pero decidió que si ponía en marcha el motor tal vez podríamos aumentar la velocidad combinando ambas cosa. Reinició el motor y navegábamos entonces con ambos impulsos. Juanita bajó para instalar el sonar en cubierta y tenerlo listo para en cuanto oscureciera. Al andar abajo en la cabina, de pronto volteó a ver el alternador ---- marca 10 volts y va aumentando; 12, 14, ---- se compuso---- Y va a seguir aumentando ---- le gritó Memo ---- ahora tiene que reponer lo que no hizo desde hace rato ---- ¿Quieren beber algo?---- preguntó Juanita; ---- yo té frío---- dijo Memo; ----y yo una coca cola baby ---- agregué. Regresó a cubierta y nos trajo las bebidas ---- ¿Que sería lo que realmente paso? ---- preguntó Juanita. ---- probablemente con tanto quitar y poner cosas en el sistema eléctrico, sin querer movimos o apretamos algo que estaba mal ajustado o suelto y eso era toda la falla ---- le dije a Juanita ---- lo importante es que ya todo funciona nuevamente---- y podremos utilizar todo el sistema eléctrico sin problemas esta noche----. ¡Muy bien Enoc!---- me dijo Juanita ---- ¡lo lograste! ---- No se que hicimos ---- le dije. ---- pero sin tu ayuda tal vez no lo hubiéramos logrado ---- es bueno tener un mecánico a bordo ---- y además pescador ---- y rió dulcemente con aquella su ricita fina y menudita. ---- Gracias---- le conteste. Bajó juanita a checar el tablero del sistema eléctrico y le gritó a memo; ---- sigue aumentando el voltaje ---- Sí ---- dijo Memo, ese alternador tiene mucho trabajo por hacer esta noche ---- Justo a tiempo se compuso ---- dijo Juanita ---- dentro de un rato más conectaremos el radar para toda la noche.

17:30 hs. Cambié de turno para sustituir a Juanita porque aún está ocupada en la cocina. Voy navegando manualmente Memo dijo que íbamos a dejar el piloto automático por unas horas para que no se sobrecaliente porque con el oleaje que tenemos en este momento se forza mucho y es un modelo ya muy viejo, costoso y, difícil de conseguir refacciones, así que ahora a guiarse con la brújula magnética y el GPS de aquí en adelante por el resto de la noche. La cosa es un poco más complicada ahora, ya que hay que mantener el rumbo y que las velas se mantengan hinchadas siempre para obtener el máximo empuje del aire, corrigiendo el ángulo de las velas, cada vez que cambie la dirección del aire notablemente y se desinflen y empiecen a sacudirse de un lado a otro. El curso es muy sencillo de seguir ahora. Navegamos a 358° dirección Norte, a tan solo 2° de diferencia del norte exacto. Eso facilita la lectura de la brújula magnética, ya que es cuestión de llevar la flechita casi siempre sobre la letra N.

19: hs. De nuevo estoy al timón, casi oscurece, el radar está colocado frente a mí y ya está funcionando, aún no se puede distinguir muy bien el giro del rayo de luz sobre el círculo de la carátula. Todavía hay algo de luz. Juanita nos trae de cenar; carne guisada (de una lata de comida preparada) con salsa caldosa, pan con mantequilla y pimiento morrón verde, crudo, jugo de naranja.

20:00 hs. Juanita al timón: Rumbo actual a seguir: 000 grados Norte.

21:00 hs. Turno de Memo al timón. Cambió el rumbo; ahora: 356° Norte.

22:00 hs. Mi turno nuevamente, sin cambios; aún en los 356° Norte. El radar sólo registra algunas olas altas que rebotan la señal a la distancia. Ninguna nave a nuestro alrededor. La oscuridad no es aún total. Todo en derredor está como empapado de húmedas tinieblas del rocío. La luna está en creciente aún y se ocultará hasta pasada la media noche. No se observan luces de mástiles por ningún lado, lo que indica que no hay barcos, veleros y ningún tipo de naves que naveguen cerca de nosotros.

23:00 hs. Turno de Juanita al timón. Seguimos con el mismo rumbo: 356° Norte. Posición por alcanzar para nuevo cambio de rumbo: 27° 06.173´N.; 111°13.058 W.; el viento cayó hasta 1 nudo por hora, así que bajamos las velas y las atamos solamente, por si se llegan a usar más tarde. Velocidad: 4.5 nudos. Navegamos sólo con motor. Calma chicha, la luna empieza a descender por el poniente, entre la bruma del horizonte aborregado de lomos afelpados y grises, como si se hubieran revolcado en el lodo y sus vellones estuvieran sucios. Todo los indicadores de los tableros están iluminados ahora con una tenue luz roja, para evitar que encandilen la vista; aún en la cabina bajo cubierta; pareciera que estamos en una de nuestras sesiones astronómicas nocturnas, donde prohibimos el uso de luz blanca por la misma razón. Trato de dormir un rato, pero no lo logro en total, la excitación es mucha y la adrenalina la traigo muy alta y no puedo dormir, sólo me relajo con los ojos cerrados.

Así continuaremos con los turnos. 00.00 hs. Turno Memo; 01:00 hs. Turno Enoc; 02:00 hs. Turno Juanita. Aún navegando todo este tiempo con motor. Calma chicha en un mar que brilla plateado por la franja que desciende desde la luna. Posición actual: 27°22.039 N.; 111°09.849´W.; Dirección en la brújula magnética: 359° norte.; Velocidad. 5.6 nudos.; viento: 2 nudos.;

01:00 hs. Mi turno al timón. Observo en el horizonte del oeste una pequeña lucecita verde que titila, es el mástil de una nave que viene hacia nosotros; el color de las luces en el mástil, nos indican si la nave va o viene en nuestra dirección; si es verde, significa que se nos acerca; si es roja, señala que llevamos el mismo rumbo. Chequé en el radar, está como a unas 6 millas náuticas; bastante lejos de nosotros; no existe ningún peligro por el momento. No les dije nada a ninguno de los dos; duermen a gusto y no quiero interrumpir sus sueños; a estas alturas de la madrugada, el cansancio ya se refleja en cada uno de nosotros y, es mejor tratar de descansar un poco en los lapsos que tenemos para hacerlo. Si se acerca más le avisaré a Juanita que está acostada cerca de mí. Junto al timón a mi lado derecho.

02:00 hs. Juanita al timón. El objeto está ahora en el radar a una distancia de 2 millas náuticas. Se lo hago saber a Juanita. Su luz verde en el mástil brilla mucho más fuerte ahora---- debe ser un barco camaronero de Guaymas ---- Se ha venido acercando a nosotros ---- probablemente sigue nuestra ruta hacia la Baja California Sur ---- le digo a Juanita.---- probablemente sí---- me contesta---- lo seguiré vigilando, vete a descansar un rato---- te ves muy cansado---- ¿casi no has dormido, verdad?---- le respondo afirmativamente. Me recuesto en el lugar en el que ella venía y, cierro nuevamente los ojos tratando de dormir. No lo logro. Me incorporo nuevamente y busco la lucecita verde del lado de babor; ahí está aún más brillante cada vez. Checo el radar; se ha acercado a 2 millas náuticas de nosotros. Los reflejos de las luces de la ciudad de Guaymas se empiezan a distinguir tenuemente entre la bruma de la costa aún lejana. Aún nos faltan 33.28 millas náuticas por navegar. << A la velocidad de 5 nudos por hora que navegamos… eso es como unas 7 horas más >>.

*** La luna se ocultó a las 00:45 hs. Ahora si estamos en completa oscuridad. El cielo se cubrió de estrellas y la vía láctea relumbra como un camino que brilla en un mundo distante de millones de soles y planetas con habitantes mil, que observan lo mismo que nosotros pero desde otro ángulo y todas las maravillas del universo se alojan en esas estrellas. Juanita me indica que observe ahora los costados del Talaria. Miles de luces resplandecientes se encienden como pequeñas luciérnagas marinas que saltan en las cúspides de las olas que se alejan bañando los costados de nuestra nave que se desliza sobre ese mundo de seres microscópicos que brillan en la oscuridad de esta noche inolvidable e increíblemente bella para mi memoria. ---- son las luces Lucticentes ---- me dice juanita. Me explica que son pequeños organismos que al chocar con las olas, en su interior se produce una reacción química que los hace brillar con esa luz fosforescente, verdosa, brillante, reflejada en puntos mil en cada cresta de ola que se aleja del casco del Talaria. También se puede observar la cauda de luz que deja a su paso en la popa del velero la turbulencia de las aspas del motor que nos impulsa en este momento. Es un espectáculo que sólo observándolo directamente, aun par de metros del agua, se puede uno dar cuenta de las maravillas de la naturaleza y de la magia que se disfruta en una aventura como esta. Había escuchado hablar de este fenómeno, más nunca lo había observado como ahorita lo hago. No puedo dejar de admirarlos; por largo rato me quedo prendido de la borda y de plano me siento con los pies colgando del barandal de estribor y permanezco ahí, hasta que la humedad me empieza a calar y siento frío. Trato de tomar fotos en todos los ángulos y focos distintos. Espero que alguna logre captar algo. Lo dudo mucho, pero lo intento. <> pienso. Sirio empieza a escalar el firmamento, va trepando hacia el zenit en pos de la liebre que ha casado su amo Orión; brilla con tal intensidad que compite con las luces lucticentes a mis pies. Son ya las 02: 30 hs. Del día viernes 15 de octubre del 2010. Madrugada inolvidable en el atardecer de mi vida; bajo un cielo que nunca jamás olvidaré. Quisiera que todos mis seres queridos estuvieran en este momento a mi lado y compartir con ellos esta experiencia, de hacerlos sentir que habitamos un planeta todavía vivo; o de un amigo del cual no se sabe nada, excepto que es mi amigo. Todo el cielo se polariza; todas las estrellas son estrellas de los tres reyes magos y nos dirigen cada una en su dirección verdadera; en la dirección de sus propios dioses; hacia ese espacio que nos espera cada noche para sumergirnos en su vientre acogedor e infinito, donde no hay principio ni fin, ni arriba, ni abajo, simplemente la eternidad. Es increíble lo que he aprendido en tan solo unos días de navegar con Memo y Juanita; es otro sueño largamente acariciado que logro aterrizar, es otra aventura más por narrar; es el cuento de nunca jamás convertido en realidad.

05:00 hs. Juanita al timón; llegó a relevarme: Anoto los datos antes de retirarme. Posición en este momento: 27° 38.518´N.; 111°06.766´W.; Velocidad en el mástil: 5.8 nudos; Rumbo en la brújula magnética: 359° N.; Velocidad abajo: 4.7 nudos; profundidad: infinito; Distancia al puerto: 16.9 Millas Náuticas; Viento del Oeste a 8 nudos. Ha sido una noche larga y cansada, porque aunque tenemos dos horas de intervalo para descansar, el ronroneo del motor por toda la noche, no me dejó dormir realmente. La excitación de la travesía, el disfrutar del cielo y las estrellas, el escudriñar el horizonte constantemente y otros tantos distractores, hacen imposible conciliar el sueño. He visto pasar sobre mi cabeza durante toda la noche; El Escorpión seguido de todas las constelaciones de una noche de Otoño, una tras otra en su marcha por el firmamento, así hasta llegar al León (Leo) que en este momento asoma su melena entre la neblina del horizonte del oriente; toda la pléyade de seres mitológicos convertidos en constelaciones por el poder del Dios del Olimpo; Zeus. Se han dejado admirar para deleite nuestro, desde esta tribuna al aire libre en movimiento, en la oscuridad que pocas veces podemos encontrar en tierra firme. Interrumpe Juanita mis pensamientos para pedirme que la sustituya por unos minutos al timón, ya que quiere cerrar la escotilla del camarote de ellos, la brisa está salpicando el interior. Regresa Juanita y, en seguida, me tiendo en el piso frente a ella en la popa, para realizar algunos estiramientos de yoga para ayudarme a destensar los músculos que ya están resintiendo la tensión del trabajo de todo el día de ayer y de toda esta noche. Me siento mejor de realizar algunos por espacio de una media hora. Me recuesto nuevamente para tratar de seguir descansando un poco más. Memo bajó a dormir a su camarote hace rato. Debe estar dormido porque no lo hemos visto en cubierta desde entonces. Yo no puedo descansar allá abajo porque el ruido del motor es más fuerte y eso me lo hace más difícil. No sé cómo le hace Memo para lograr dormir con ese ruido, debe ser la costumbre de tantos años de navegar así. Prefiero recostarme sobre cubierta aún con la humedad y la brisa fresca.

8:00 Juanita se hace cargo del timón después de mí. Ya es el día:

15 de octubre; viernes, del año 2010.

Posición al dejarle el timón a Juanita: 27°52.672´N.; 111°04.142´W.; velocidad: 5.0 nudos; posición en la brújula magnética: 8° W.; Temperatura en el escritorio abajo en la cabina: 25.7 ° C. lugar donde estoy escribiendo ahora. Subo nuevamente a cubierta; ya tenemos a la vista el puerto de San Carlos; se distinguen las dos puntas del cerro llamado “Tetas de cabra” justo a la entrada del puerto... Desde hace cuatro horas la marejada boba no nos ha dejado en paz y el bamboleo ha sido molesto durante todo ese tiempo. No se puede caminar ni desplazarse a gusto, hay que andar sujetándose de algo cada vez que se quiere trasladar de un lugar a otro. Memo dejo su taza de café mal colocada en cubierta y en uno de esos tumbos de ola, se derramó todo el contenido al piso de popa y hubo que limpiar todo el reguero.

9:10 hs. Estamos entrando a la marina. En un promontorio llamado Punta Cabeza de Indio, está instalado uno de los dos faros que alumbran la entrada. Dicha punta tiene la forma exacta del perfil de la cabeza de un indio Seri. Tomé varias fotos por lo increíble de la semejanza. Lentamente seguimos el canal que nos lleva hasta el fondo de la marina. Nos detenemos en la gasolinera de PEMEX; amarramos el Talaria junto a la bomba de despacho de combustible y preguntamos por las oficinas para registrar la nave y que nos den posición para atracar. Se nos informa que debemos caminar hasta la oficina principal para obtener el permiso y hacer los pagos correspondientes. Después de ir a dicha oficina y regresar al Talaria nuevamente, desatamos cabos y hacemos el último recorrido por los canales de la marina hasta hallar el muelle indicado para atracar y amarrar el Talaria.

10: 25 hs. El Talaria y su tripulación estamos en el interior de la Marina de San Carlos: Nos estrechamos las manos en señal de haber cumplido con nuestro trabajo de equipo y nuevamente iniciamos el ritual de descanso posterior a la llegada a un destino. Todos a descansar y a guardar silencio absoluto. Hemos llegado al destino final de esta travesía. Hemos quedado de acuerdo que nos veremos dentro de dos años para cruzar nuevamente el Golfo de California en ruta de La Paz, Baja California Sur, al puerto de Mazatlán, Sinaloa.

FIN DE LA BITÁCORA.

San Carlos, Sonora; a los 15 días del mes de octubre del año 2010.

Ta Biuzá Guibá.

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