miércoles

Día 52: Miércoles 26 de junio del 2002 Estacionados en SAN ISIDRO.

Hora: 8:00 am. Temperatura: 25 grados C. Humedad: 55% Presión B. 30.0

NARRATIVA DE LOS COMETAS

Estacionados desayunando en el terreno que está detrás de la cocina del albergue. Desayunamos en El Cometa porque nos despertamos ya tarde y el desayuno en el comedor se sirve antes de las 7 de la mañana Aquí dormimos anoche. Nos queda frente al Cometa, los lavaderos y parte de los corrales donde tienen encerrados a unos marranos, mismos que crían para su consumo. Es una especie de corral para animales de consumo para tenerlos en engorda y alimentar a los alumnos en un futuro cercano. Hay unas gallinas, guajolotes, marranitos y unas chivas. Llega el hedor de todo un poco cuando la brisa que viene del río sopla hacia aca. Tienen también una pequeña parcela donde siembran hortalizas, también para el consumo de ellos. Los internos se fueron ya muy temprano a sus respectivas escuelas. Los que asisten a la escuela primaria se fueron ya bañados y desayunados antes de que dieran las 8 de la mañana, hora en que entran a clase. Se van todos caminando acompañándose unos a otros. La escuela primaria está a unas 5 cuadras del albergue. La escuela de bachilleres CECYTE # 11 se encuentra frente al albergue y sólo labora por la tarde, así que durante la mañana sirve el local para la escuela secundaria y los alumnos ya entraron a clases desde las 7 am. Los más pequeñitos que asisten al jardín de niños, esperan a que la educadora social del albergue los lleve caminando a entregarlos a las puertas de su escuela, ellos se van del albergue como a los diez para las 9am. Todo mundo sale bién bañado y desayunado. No portan uniformes, ningún grado de escolaridad. Al abandonar el albergue todo ya queda barrido, regado, y sus dormitorios y camas arregladas y camas tendidas. Es una labor titánica la que realizan las personas encargadas de mantener en activo estos lugares. Magnifica labor de estos profesores, afanadoras, cocineras, trabajadora social y en fin todo el personal en general, y ahora de pilón, nos atienden a nosotros también. Esta mañana me bañé aprovechando las regaderas generales que existen en el albergue para los internos, ahorré agua del Cometa.

Patio del albergue de San Isidro.

Decidimos pasear por los alrededores y nos encaminamos por los polvosos caminos con rumbo al río. Bajamos la cuesta y siguiendo una estrecha brecha cercana a los terrenos del albergue llegamos a la rivera del río Purísima. Es bastante ancho y profundo en algunas de sus partes. Es verano, hace ya mucho calor a esta hora, y aún no es medio día. Lleva muchísima agua a pesar de ser época de estío. Hace un par de años azotó muy fuerte el Huracán Julliette por esta zona y por esa razón los mantos freáticos aún están ricos y abundantes de agua. No me bañe en el río porque no me fui preparado para eso. Quedamos Mary y Yo que regresaríamos posteriormente exclusivamente a eso.

Regresamos al Cometa y nos dirigimos al poblado de La Purísima (a 5 Km.) para buscar el sitio donde existió la Misión de “Cadegomo” sólo encontramos dos montones de terrones de lodo y piedras que alguna vez fueron parte de las paredes de la misión. Aquí no se ha acercado el INAH ni por casualidad, no hay letreros ni dirección de cómo llegar a este sitio, llegamos preguntando a los vecinos de casa en casa y ahora estamos ante este montículo. Nos informan los vecinos que la mayor parte de las piedras y material que formaban la misión fueron utilizadas para construir cercos y bardas, cimientos de casa actuales, en esa forma acabaron con un legado histórico de valor incalculable, mudos testigos del trabajo de los antiguos “Indios Cochimíes” y misioneros jesuitas cuya fe arrastró hasta estos recónditos lugares.

Ruinas Misión de Cadegomo.

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El paisaje es idílico. Pareciera que hemos descubierto un nuevo “Shangai-La” escondido en este lugar que invita a quedarse a vivir por el resto de nuestros días. Todo aquí es contraste, montañas de rocas filosas y puntiagudas, aridez y desierto contra un fondo verde esmeralda y un techo azul limpio, tan limpio que podríamos tratar de encontrar a Dios reflejado sobre las cristalinas aguas del río que serpentea abajo y que se pierde en un sinnúmero de recovecos que va dando por entre el cañón. Cientos de pececillos se mueven en cardúmenes compactos por las riveras cubiertas de verde y fresco musgo, se inicia también aquí otra parte de la cadena alimenticia. Multitud de bancos de arena han ido formando pequeños islotes aquí y allá a lo largo del caudal del río.

Trampa para pájaritos.

Gorjeo de aves mil y de colores imposibles de describir. Los lugareños las atrapan usando unas jaulas tejidas de carrizo y elaborando una especie de laberinto en el interior de ellas, de modo que al ingresar la avecilla a tratar de comerse un pedazo de naranja partida por mitad que colocan en el interior a modo de cebo, quedan irremediablemente atrapadas en dicho laberinto, como el de Creta, sólo que aquí no pueden escapar usando sus ala como Ícaro. Hallamos uno atrapado, era de un amarillo intenso, estaba asustadísimo y más cuando nos acercamos a el. De repente se nos acercaron varios niños de la localidad que también asisten a la escuela primaria de San isidro y nos dijeron que lo podríamos liberar si queríamos, al fin que los tramperos ni cuenta se darían, accedimos y con gran habilidad uno de éllos metió la mano en la jaula y se lo entregó a Mary, rápidamente tomé fotos de todo el proceso de fuga del pajarito y ya sobre la mano de Mary terminé de tomar otras más para completar la historia del gorrioncillo pecho amarillo liberado, como en la canción de Tomás Méndez.

Mary con gorrión.

Caminamos con ellos otro buen rato y nos fueron señalando los sitios mejores para nadar, echarse clavados y su plática tan sencilla, pueblerina y ocurrente de niños nos hizo el resto del paseo de lo más agradable. Cargan la mayoría sus resorteras para irle disparando a cuanto animalito que se mueva, llámese, lagartija, pájaro, pececito, etc. que se les atraviese en su camino y practican a la vez su puntería. No tratamos de convencerlos de que no lo hicieran pues sabemos bien que es parte de la enseñanza de subsistencia y otra manera de llevar alimento a casa. Sólo me regocijé al igual que ellos de verlos libres en su medio natural, corriendo, saltando, siempre delante de nosotros, saltando de roca en roca como pequeños batracios verdes y húmedos de sudor. Se vanagloriaban de poder mostrarnos sus senderos, sus lugares preferidos, sus escondrijos de días de pinta, me regresaron a la época de mi niñéz y disfruté con ellos de ese hermoso paseo casual que la oportunidad nos había presentado este día. Todos flacos, morenos brillosos por tanto sol pintado en los pliegues de sus piel, suda y suda , como nosotros, despidiendo ese olor tan peculiar de niños sudados y sucios , ese olor como de cobre, de fierro oxidado, olor a niño de pueblo.

__ ¡Por aquí profe! __ se escuchaban sus gritos, sus vocecitas, por entre el follaje, la maleza, las palmeras, los árboles de mango cuyas frutas tapizaban el piso y que aún los puercos ya no pueden acabar con toda la que se encuentra regada por el piso. Mary y yo los escuchábamos siguiéndolos rezagados por no poder correr a su ritmo. Se sentían felices al igual que nosotros sintiéndose importantes y conocedores por andar en su medio ambiente y moverse como otro animalito más de esos rumbos. Me detengo aquí y allá para tomar fotos, me seco el sudor que escurre ya a los lados de mi cabeza y humedecen cada vez más mi sombrero de por si ya empapado. El calor ha aumentado, deben pasar ya de las 2 de la tarde. Siguen adelante charlando con nosotros platicándonos de sus aventuras y peripecias con fulanito y perenganito, amigos de infancia y vecinitos compañeros también de escuela, de cuando Margarito se cayó en la barranca y tuvieron que ir a llamar a su papá __ pa´que viniera a sacarlo__. De cuando le dieron de charpasos a una Onza (ave parecida al zopilote)

Ranchero Sudcaliforniano. La Purísima.

__Ya vamos a regresarnos___ les dije en tono casi de súplica

__ ¿Porque tan pronto Profe? ___Me inquirió uno de ellos y protestaron los otros a la vez.

__Es que antes de que llegaran ustedes, ya llevábamos casi dos horas de andar por aquí___ encuentro esa excusa para tratar de convencerlos del regreso, pero la verdad era que ya Mary y Yo estábamos cansadísimos y el calor ya nos había calado hasta el tuétano.

__Además ya es hora de regresar a comer al albergue y nos están esperando para comer junto con el director___

___Los que vayan para allá, los llevamos en El Cometa y los que se quieran quedar aquí en la Purísima, pues los voy dejando en el camino, nomás me dicen donde y ahí los bajo___

___ ¿Que les parece?---

___ ¡Siiiii!___ Gritaron todos al unísono y corrieron de regreso a la orilla de la carretera donde habíamos dejado estacionado El Cometa. Todos treparon en tropel cuándo les abrí la puerta y juntos emprendimos el regreso. El Cometa fue dejando caer pedazos de su cauda por el camino hacia su nuevo hogar, allá en el patio trasero del albergue de San Isidro que por cierto no he mencionado es el Albergue Escolar Rural No. 14.

Al llegar al albergue nos encontramos a todo el alumnado interno a punto de partir con rumbo al río

___ ¿Gustan acompañarnos?___ nos dijo el director

___Vamos a bañarnos al río___aquí lueguito___abajito de donde está la portería de la cancha de fútbol___no nos tardamos___vamos a regresar a comer___todavía no comemos___

___Encantados___le contesté

___Sólo nos ponemos los trajes de baño y nos incorporamos al grupo___

___Espérenos sólo unos diez minutos___

Nos cambiamos rápidamente y salimos con todos los alumnos y el personal total del albergue. Fueron tan solo unos 500 mts. Los que caminamos y bajamos a un bonito remanso del río La Purísima. El director separó a los alumnos en dos grupos, los que sabían nadar y los que no sabían. Me preguntó si sabía nadar. Le contesté afirmativamente.

___Le encargo entonces a los mayorcitos que ya saben nadar, pa´que se vayan con usted___

___Muy bien___ le contesté.

Me fui con éllos, mientras Mary y todas las mujeres del personal del albergue se quedaban sin meterse al agua vigilando a los más pequeños , tampoco el director se metió al río, ya que su condición física ya no le ayuda mucho, debe pesar por lo menos unos 130 kg. Así que todos se quedaron platicando a las orillas del río. Los más grandecitos que sabían nadar se divertía junto conmigo aventándonos clavados desde una roca cuya punta sobresalía como un pequeño islote en la parte casi al centro de la corriente del río, por lo que la profundidad era ya considerable, calculé unos 4 mts. Después de un buen rato de lo mismo, me senté en otra roca cercana a la orilla tratando ya de secarme para salirme y vestirme nuevamente. Mientras tanto desde ahí observaba a los más chiquitos que jugaban en la parte baja de una pequeña playita. Puse especial atención en un pequeño de cabellos castaños claros que sujetándose de una de tantas rocas grandes que hay en las orillas, se había apartado del grupo y de la playita donde los tenían dizque muy bien vigilados bajo la mirada de dos de las señoras que nos acompañaban. El niño, en su odisea de niño, se fue bordeando la roca, asiéndose a los cantos de ella y abandonado el sitio seguro donde debía permanecer con sus otros compañeritos que no sabían nadar. Osadamente se alejó hacia la zona de más profundidad, más no pensó nunca que debido a la humedad , la roca estaba del lado profundo, cubierta de musgo muy resbaloso, y sus deditos en cierto momento, ya no pudieron sujetarlo y su cuerpo entero resbaló hacia el fondo del río. La corriente se encargó de irlo separando centímetro a centímetro de donde se sujetaba y vaticinaba una tragedia. Sin pensarlo volteé la vista justo en el momento preciso en que los gritos de dos de sus compañeritos, quienes trepados sobre aquella roca de donde Miguel, (así se llama el niño) en esos momentos manoteaba tratando de sacar la cabeza aún por sobre la superficie del agua, y que por segundos se hundía y volvía a reaparecer.

Gritaban ___ ¡Se ahoga, se ahoga Miguel!___

Ví correr al director en dirección de él y tras él, al resto del personal, pero nadie se arrojaba al agua a rescatarlo. La mayoría de las señoras eran gordas y no decir del director. Todas gritaban, pero nadie hacía otra cosa más por salvar a Miguelito, quién cada vez más se alejaba de la roca y a la vez salía cada vez menos a la superficie. Se había cansado de manotear y luchar por flotar. Yo, trepado sobre aquella roca, distaba del sitio donde estaba Miguelito como unos 30 mts.

<<<___ ¿Que hacer?___>>>

<<< ¡Se va a ahogar ese niño! >>> pensé

Pensando y haciendo. Decidido a rescatarlo, me lancé al agua rió arriba donde se ahogaba Miguelito. Conforme avanzaba, ubiqué el sitio y a escasos 10 mts aproximadamente de donde lo ví hundirse por última vez, me zambullí, bajo el agua con los ojos abiertos, y a través de las grisáceas verdosas aguas que no me permitían ver con claridad, distinguí aquel pequeño cuerpo de apenas seis años que se iba hundiendo, ya cansado en de tratar en vano de salir a flote. Lo sujeté de los calzones y empujándolo de abajo hacia arriba, apoyándome de sus nalgas, subimos juntos por el codiciado tesoro, aquel soplo divino de vida; ___ ¡Aire, Aire y más Aire!___

Ambos jalamos lo más que pudimos, sin embargo el peligro aún se cernía bajo nuestros pies, aún no tocaba yo tierra firme. Gracias a que Miguelito había tragado ya mucha agua y estaba cansado, no opuso mucha resistencia al rescate. Lo solté nuevamente, se volvió a hundir y repetí la acción primera, y conforme lo empujaba por segunda vez, lo arrimaba hacia los brazos de los que en la orilla nos esperaban ya desesperados de ver lo que estaba sucediendo frente a éllos, sin que nadie más pudiera hacer otra cosa que esperar que yo lo sacara. La tercera vez fue la definitiva. Miguelito estaba fuertemente sujeto de los brazos del director mientras las señoras lo ayudaban a colocarlo en el piso para sacarle el agua de sus pulmoncitos.

Con el corazón saltándome casi por la boca, salí a rastras a la orilla y me tendí por varios minutos tratando de recobrarme del esfuerzo, al que no estoy acostumbrado a hacer y permitir a mi pobre corazón de por si ya medio traqueteado a que se tranquilizara. Por fin me incorporé y fui a ver al pobre Miguelito, quién para esos momentos, ya se había recuperado también, no sólo del susto sino de las reprimendas que le habían vociferado a gritos todo mundo. Con sus ojitos llorosos y otro tanto por los regaños, lo abracé.

___Que susto me pegaste muchachito___ le dije, y entonces, cambió la mueca de tristeza y me sonrió como un pacto secreto nuestro, interno, que nos comunicábamos con las miradas, sellando así una especie de hermandad. Fue el mejor pago que pudo haberme dado.

Escribo estas líneas ahora en el año 2008. Hace cinco meses estuvimos nuevamente en el albergue y me reuní con Miguel, ahora de 12 años de edad y cursando el 6º. Grado de la escuela primaria de San Isidro. Comimos juntos en el comedor del albergue. Sigue internado ahí. Juntos caminamos hasta el lugar de los hechos de hace seis años y nadamos juntos, ahora si ya sabe nadar muy bien. Nos tomamos fotos y recordamos juntos aquel día que estuvo a punto de terminar en tragedia. Ahora vi. que sus ojos son de un azul de cielo. Nuestro pacto sigue vivo, anduvo junto a mí durante los cinco días que permanecimos en San Isidro para la filmación del documental.

Comedor albergue, San Isidro.

Patio albergue San Isidro.

¡Esa es otra historia!

Nuevamente un rico baño en las regaderas del albergue, nos reunimos en el comedor con el director, comimos suculentamente Pozole y con toda la tranquilidad escuchando la charla amena del Profr. José Arvizu Higuera. quién nos narró, adosada con una taza caliente de café de talega que las señoras de la cocina nos obsequiaron para hacer la sobremesa como pago a mi labor de salvavidas de ese día, y nos fue hilvanando historias de mil y un anécdotas de sus años de estancia en dicho lugar, de donde es oriundo.

Por la tarde después de descansar hasta pasadas las 5 pm. Nos dirigimos enfrente, justo cruzando la calle, a visitar a los alumnos del CECYTE # 11 con quienes sostuvimos larga charla sobre astronomía y sobre nuestro proyecto Astronomía por México, posteriormente realizamos también con éllos una noche astronómica hasta como a la media noche. Cuando ya la mayoría se había retirado, procedimos lentamente Mary y Yo a recoger todo el equipo, guardarlo, subirlo nuevamente al Cometa y un último baño del día para poder dormir, ya que si no lo hago el excesivo sudor y el calor no me dejarían descansar y necesito toda mi energía diaria para continuar con esta labor que a veces siento bastante cansada al término de cada día.

Todo sea por el gusto de divulgar la astronomía por estos lugares tan apartados.

Cazonas antiguas, La Purísima.

Parque La Purísima.

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