miércoles

Día 38: Miércoles 12 de junio 2002 Santa Rosalía (estacionados 2º. Día

Hora: 9:46 am. Temperatura:30°C. Humedad: 40% Presión B. 30.1

Nos estacionamos sobre la calle del malecón. Nos bañamos, desayunamos y salimos hacia la ciudad para ponernos en contacto con el director de la Escuela Secundaria Estatal # 12 ; turno matutino “Manuel F. Montoya” Clave: 03DES0004J donde realizamos este día nuestro trabajo. Nos entrevistamos con el director, Profr. Ismael Padilla Palomares y de inmediato procedimos durante la mañana a trabajar con el alumnado. Escuela construida al pie de los Cerros, Prieto y Luciano que la encierran como en una olla lo cual hace que el calor del día se eleve muy pronto desde temprano. La observación del sol a medio patio, fue bajo el terrible calor de medio día, pero es parte del trabajo y lo aceptamos de muy buen agrado, ya que nadie nos obliga a hacerlo, sino que es por el puro gusto de enseñarle a estos jovencitos las maravillas del universo.

Secundaria Estatal # 12. Santa Rosalía.

Posteriormente recorrimos la ciudad, que según indica un letrero en la entrada, tiene 14,000 habitantes. Fue fundada en 1868, año en que las vetas de cobre fueron descubiertas y casi abandonada en 1955 cuando los yacimientos se agotaron, pero en 1965, la gente regresó nuevamente a este lugar al encontrar como reusar los residuos sobrantes de las minas. (Leer la Historia anexa adelante). La primera impresión que se tiene de este lugar, en cuanto entras a él, es de una ciudad minera antigua del oeste americano, como de esas películas antiguas de vaqueros, y no de una ciudad de la República Mexicana como las que comúnmente encontramos en la provincia. Al recorrer la Av. Revolución, que es la calle de un solo sentido que entra a la ciudad, y la Av. Constitución que sale, alrededor de ellas encontraras todo los servicios necesarios que andes buscando. Sorprende ver las fachadas de la mayoría de los edificios, tiendas, casas, balcones, y andadores, todos ellos de madera con el clásico estilo del oeste gringo. Así llegas hasta la iglesia, dedicada a Santa Bárbara, cosa curiosa también, no está dedicada a la Virgen de Santa Rosalía, como se debería suponer que fuera. Tampoco se parece a ninguna de las que comúnmente conocemos, ni va con el estilo del resto de la ciudad. Acerca de ella existen varias historias. Una de ellas dice que fue diseñada por A.Gustave Eiffel (el mismo que diseño la famosa Torre en París Francia) para la Feria Mundial de San Luis, Francia en 1892. Los Franceses dueños de la mina de aquel entonces la compraron en 1905 y la adaptaron para que fuera su templo. La estructura prefabricada de acero galvanizado, fue embarcada en secciones y navegó dándole la vuelta al Continente Americano al través del Cabo de Hornos hasta llegar a este lugar. Algunos más, dicen que fue hecha para otra ciudad Francesa de nombre similar y que por error llegó aquí. Como quiera que haya sido, lo importante es que le da un toque especial a Santa Rosalía. En su interior se pueden disfrutar algunos bellos vitrales sobre el altar, de gran valor artístico. Los ornamentos, candelabros y el retablo gótico del altar fueron importados desde Europa.

Iglesia dedicada a Santa Bárbara en Santa Rosalía.

Sobre la calle Constitución, frente al parque y jardín municipal, se encuentra El Palacio y Archivo Municipal, precioso recinto construido totalmente en madera, que también se atribuye a Gustave Eiffel. Comenzó a edificarse en 1885 y su construcción se terminó en 1990; en su fachada se aprecian corredores exteriores con barandales y listones de madera y su techo a dos aguas.

El Jardín Morelos, ubicado en la calle principal, fue inaugurado en 1950 y fue obra también de los Franceses de la Compañía El Boleo. En él se encuentra una locomotora Baldwin, traída al lugar en 1886.

Jardín Morelos en Santa Rosalía.

Tiene fama Cachanía de sus bollos, recomendable visitar la panadería que al igual que muchos negocios aquí, también se llama Boleo y está en el centro de la ciudad, un local muy antiguo e interesante, fundada a principios del siglo XX.

Panadería “El Boleo”.

De la iglesia hacia arriba, del lado derecho, subiendo el cerro, se llega al museo del Boleo, al Hospital y al Hotel Francés. Este hotel esta en proceso de restauración, pero se puede hospedar en el, tiene servicio de restaurante y en sus bellas terrazas con piso y barandales de madera, se puede ir a beber una rica cerveza y admirar el paisaje. Conserva mucho del estilo colonial Francés de aquella época, y es reflejo de lo mucho afrancesado que se introdujo en Santa Rosalía con la llegada de los propietarios. Todo sobre la calle Phillipe Costteau, nombre que recientemente fue cambiado en honor del hijo de Jacques Cousteau, quien visitó este lugar hace algunos años en su famoso barco Calipso. Sobre esta calle también se pueden observar mucha de la maquinaria que fue traída en esa época por los Franceses. No dejar de visitarlos

Museo “El Boleo”. Santa Rosalía.

Hora: 3:58 pm. Hemos comido ya, pollo al carbón estilo Sinaloa, antes

pasamos a lavar ropa. Ahora visita al museo del Boleo.

MuseoBoleo. Hermoso edificio antiguo todo de madera y hierro de dos plantas, de influencia francesa, con fuerte olor a antiguo, a barniz viejo, a humedad salobre de mar, a polilla. Edificio que antaño luciera su esplendor. Con muchas cosas que alguna vez fueron útiles y que ahora, yacen sobre muebles igual de viejos que ellos. Todo en desorden, sin una secuencia, sin una explicación, ni un guía o guardia que los vigile.

Cobran $20.00 pesos por la visita. Hermosas vistas desde las grandes ventanas y los corredores del segundo piso. Aproveché para tomar muchas fotos panorámicas del puerto, la marina y de “Cachanía”, lugar detenido en el tiempo, al igual que otras muchas ciudades de la Baja California.

A tan solo 20 km. al Sureste de Santa Rosalía, y cerca de la costa, encontramos la Isla de San Marcos, descubierta en 1542 por Francisco de Ulloa. Permaneció deshabitada hasta 1847 cuando algunos Americanos llegaron ahí para realizar estudios de sus recursos naturales. Es famosa ahora por los inmensos yacimientos de yeso que existe ahí en forma de alabastros, que una compañía Americana explota desde 1925, y actualmente se extraen 100 millones de toneladas al año, además, en sus aguas abundan las ostras perlíferas. En la isla se encuentra una pequeña población con menos de mil habitantes que trabajan en las canteras.

Aún no anochece. Estamos estacionados al sur de Santa Rosalía, como a 5 km. fuera de la ciudad. En una punta llamada Punta Morro. Muy cerca de la playa. El bochorno de la tarde se deja sentir aún. Estoy acostado en el piso del pasillo del Cometa, cabeza hacia el frente, bajo el asiento del chofer y el volante, he colocado dos almohadas sobre el piso, y sobre ellas la cabeza, tengo la puerta del Cometa abierta y la brisita del mar entra a través de ella y me refresca gratamente. Desde aquí distingo sobre el mar que me queda a la izquierda, el Islote El Morro. Un poco mas adelante la Isla San Marcos. Con un lápiz escribo en la bitácora, acostado.

Una nueva experiencia el día a de hoy. Antes de bañarnos prendí el calentador del agua, porque Mari se quería bañar con agua calientita, pero como dentro del Cometa hacía calor, decidí prender también el aire acondicionado para refrescar el ambiente interior. El generador de luz no resistió tanta carga y se botaron los fusibles, nos quedamos sin corriente. El generador no volvió a arrancar, así que con todo el calor que hacía afuera, tuve que salir a pleno rayo del sol agobiante a repararlo. Después de un buen rato, todo volvió a funcionar correctamente. Lección del día de hoy, NO debemos prender ambos equipos a la vez porque se sobre cargan las líneas. La asoleada y la deshidratación me cansaron tanto que entré directamente al baño, me di un regaderazo y a descansar. Quedé a gusto y aquí estoy ahora acostado escribiendo esto que están leyendo, mientras tanto, Mari duerme en la cama.

Santa Rosalía Historia.

Hace poco más de cien años, el lugar donde hoy se halla Santa Rosalía era un lugar árido y escabroso. Pero en 1868 José Rosas Villavicencio descubrió que en los cerros había un mineral que podía desgranarse con las manos: había descubierto, sin imaginarlo, el yacimiento del Purgatorio. Tomó unas muestras que llevó consigo y pidió al capitán del barco, al que fue a comprar sus mercancías, que las llevara a Guaymas, Sonora, para que las analizaran. De Guaymas recibió la noticia de que las bolas o boleos que había enviado eran cobre de buena ley. El deseo de un rápido enriquecimiento atrajo a mineros de diferentes nacionalidades hasta que, en 1872, se instaló la negociación de Eisenmann y Valle.

En 1885, las minas pasaron a ser propiedad de una empresa creada en Francia, que se denominó Compañía Francesa El Boleo. El presidente Porfirio Díaz publicó un decreto que autorizaba la exención de impuestos, por un lapso de 50 años, a la nueva compañía y permitía la salida al extranjero de todo el cobre que pudieran llevarse. Los empresarios Franceses se comprometían a cambio de estas facilidades, a construir un pueblo completo y dar empleo a mexicanos en el trabajo de las minas. En menos de un año, la Compañía había fabricado un pueblo, todo de madera con techos de zinc, al que puso por nombre Santa Rosalía.

Los Franceses dominaban la vida social y económica de Santa Rosalía y eran dueños de todo: cinco hornos de fundición, tiendas, las casas de sus empleados, camiones de carga y 45 km de vías férreas con nueve locomotoras de color verde olivo. Para 1869 la Compañía ya obtenía ganancias: Llegó a producir mil toneladas mensuales de cobre puro, aunque en promedio la cifra era de 700 toneladas mensuales. Para 1900 extraía 11 mil toneladas de cobre al año (75% del total producido en México) y mantuvo este ritmo hasta 1940 en que concluyó la riqueza.

El boleo es, pues, un ejemplo típico de una industria capitalista que sólo se preocupó por explotar al máximo un recurso natural, para después abandonar a sus trabajadores.

En 1953, cuando ya se les había terminado su permiso de exención de impuestos, los franceses acudieron al gobierno federal y declararon hallarse en quiebra, so pretexto de que los precios del cobre en el mercado mundial se habían desplomado y les resultaba antieconómica la producción. En realidad, se fueron cuando comprobaron que los mantos cupríferos más ricos estaban agotados; además, su equipo de fundición era obsoleto y requería una modernización que ellos no estaban dispuestos a afrontar. Cuando tuvo el visto bueno del gobierno, la compañía se vio obligada a indemnizar a los obreros de Santa Rosalía, a regalarles sus casas ya autorizarles – si querían- a que desmantelaran las viviendas para llevárselas a sus puertos de origen.

Muchos trabajadores emigraron, pero el resto se negó y juntos decidieron salvar a como diera lugar a Santa Rosalía: formaron un comité de supervivencia, lograron que no se desmantelaran las casas ni las fundiciones, siguieron trabajando en la extracción del mineral, convencieron a las autoridades federales de crear una empresa minera paraestatal que aprovechase lo que quedaba; y así, poco a poco, entre un mar riquísimo en especies pesqueras y un mar de chatarra enmohecida que dejó la Compañía, la población se salvó. Muchos de los emigrados regresaron. Hubo voluntad, coraje, decisión de parte de los cachanías. “ Si triunfamos de la muerte –decían ellos-, lo demás sólo era cuestión de tiempo “.

Antiguas instalaciones de la minera “El Boleo”

Equipo antiguo de la minera “El Boleo”.

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