domingo

Día 49: Domingo 23 de Junio del 2002 NOPOLÓ.

Hora: 6:18 am. Temperatura: 23°C. Humedad: 75% Presión Barométrica: 30.2

 

No llovió anoche. Pero en cambio trajo mucha humedad. Tendremos mucho calor hoy. He contado las lanchas que salen a pescar el día de hoy. Han salido de esta playa 18 hasta este momento. Todas han venido a recoger turistas que salen en ellas de pesca muy temprano, antes de que aparezca el sol. Van en busca de algún picudo, dorado, o lo que agarren. La marea está muy baja en este momento. Los capitanes de las lanchas, tienen que empujarlas con palos para que entren al agua, a lo más profundo y poder echar a andar los motores. Se alejan proa al horizonte, donde los naranjas y morados empiezan a dominar por sobre las siluetas de las islas. Toman a lo lejos distintos derroteros. Los gringos eufóricos, van tras la presa. Llevan con ellos, toda la tecnología moderna para atraparlos. Los niños ricos van de pesca, los escucho platicar en inglés desde la puerta abierta del Cometa, mi bastión.

Mañana fresca, algunos bobitos (mosquitos) empiezan a dar lata, se meten por todas parte y se posan sobre mí, no pican, sólo molestan, de ahí el mote.

Hora: 6:42 El sol ha salido ya, se asoma por entre los gruesos nubarrones del horizonte. Primero el copete, calvo, brillante, de un color naranja intenso; poco a poco, en segundos, empieza a invadir todo con sus torrentes de luz, en una gama indescriptible del naranja al rojo y al blanco cegador. Sube. Se apodera de sus dominios. Rasga la superficie del mar con una estela que parte de la cima de la montaña sobre la Isla del Carmen y viene a morir sobre la playa, justo aquí, frente al Cometa. Un tapete dorado tendido para El Rey. Es un camino reluciente para él, imposible de mirar sin agachar la mirada, y que sólo las aves marinas desgarran en una muestra de falta de respeto para con el astro rey. Une la playa con la isla. Pareciera que fue tendida como para que El Rey pueda caminar sobre ella hasta acá y saludarme personalmente.

Atrás del Cometa, la Sierra también ha despertado. Empieza por sacudirse la leve capa de neblina que la cobijó anoche. Ahora se baña con los tibios fulgores del amanecer, se lava sus lisas rocas graníticas, más tarde, el sol las calentará con todo su furor hasta fisurarlas.

11:30 am. Acudimos a misa a la Misión de Nuestra Señora de Loreto. Después de misa, nos movimos con El Cometa hasta el malecón. Frente a él, tiene una avenida, con un camellón en medio, adornado de altas y espigadas palmeras abanico, de un verdor sin igual.

Caminamos un rato por la orilla. Los Loretanos salen a divertirse a la playa hoy que es día de asueto. Se ven muchas familias. Gente humilde, de clase media y media baja. Algunas, traen sus asadores, y al modo Sudcaliforniano preparan “carne asada”, beben cerveza, estacionan sus pick ups lo más cercano posible a ellos y con las puertas abiertas de par en par, ponen la música de sus estereos a todo volumen y escuchan sin parar sus corridos preferidos.

Comimos aquí y continuamos el resto del día junto con esta gente. Por la tarde, cuando el sol se estaba ocultando, me metí al mar a nadar un rato. El agua estaba fresca; aguas transparentes, tranquilas, sin oleaje, como casi todas las del Mar de Cortés. Bella bahía esta de Loreto.

9:35 pm.- Casi toda la gente que estaba en la playa, ya se ha retirado a sus hogares. Sólo quedan frente a nosotros, bajo una palapita, una pareja de enamorados, echando te quiero. Trajeron con ellos la obscuridad para conspicencia de sus amoríos; apenas hace rato; además de una pequeña familia a la que ya se les pasaron las copas y siguen con su fiesta dominical, creo que se les ha olvidado que mañana es lunes, día de trabajo.

El malecón ahora esta alumbrado de luz naranja (de sodio) que se desprende de las luminarias que contrastan con la claridad de la luz del cielo bañado por Selene. Hoy es noche de luna llena y la competencia será reñida durante toda la noche. Es un bello farol blanco que adorna esta noche Loretana. Al igual que el astro rey durante el amanecer de hoy, la luna ahora tiñe de plata un río efímero sobre el espejo nítido y tranquilo, casi sin olas, en esta apacible bahía.

Al modo peculiar de la juventud de recursos económicos más altos, salen a estas horas a pasear a bordo de sus vehículos por todo lo largo de la avenida del camellón, siguiendo la ruta del malecón. Traen a cual más, sus vehículos de últimos modelos en todas las marcas populares, en estilos y colores, con sus estereos a todo volumen y bebiendo cervezas a bardo, sin que nadie les diga nada. Algunos en la caja de atrás de los pick ups gritando y cantando a todo pulmón.

Las personas de mayor edad, en su mayoría, caminan sobre la banqueta del malecón, jóvenes de clase media baja y niños, algunos con sus bicicletas o triciclos, van y vienen constantemente. Toda esta gente sale a refrescarse con la brisa, huyendo de la noche cálida, húmeda, desesperada del verano; más tarde regresaran a sus casas, esperando que en ellas el calor haya disminuido, para poder dormir a gusto pasada la media noche.

Las luces de los mástiles de los veleros anclados a lo lejos en la bahía, como pequeñas velas encendidas en el altar del horizonte, se bambolean suavemente con la brisa.

“El viento de la noche gira en el cielo y canta” Neruda.

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