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Día 47: Viernes 21 de Junio 2002 Loreto --- San Javier.

Hora: 7.19 am. Temperatura: 22° C. Humedad: 55% Presión Barométrica: 30.3

“Pueblo chico, infierno grande”.

Por fin, mi sueño de conocer la Misión de San Javier, será realidad. Escuchen esto y como se presentó la oportunidad.

Sucede que la trabajadora social de la escuela secundaria Benito Juárez, donde trabajaremos el próximo lunes, escuchó de nuestro proyecto de astronomía mientras estábamos en la dirección el día de ayer. De inmediato por la tarde, se lo platicó a su hermana, quién llegó de visita con élla. Se llama Blanca Rita y vive en el poblado de San Javier, allá arriba en la Sierra de La Giganta, donde tiene el cargo de Subdelegada del Gobierno. De inmediato le dijo a su hermana que nos invitara a llevar Astronomía por México a San Javier, de modo que Cecilia, su hermana, nos vino a buscar para invitarnos.

Estamos esperando por el enviado que debe conducirnos al poblado. Quedó de estar por nosotros a las 12:30 pm. , frente a la entrada del museo aquí en Loreto.

Partimos hacia la Sierra en un vehículo pick up Toyota de doble tracción, de color rojo descolorido y chorreado de polvo y mugre del desierto, modelo 1988 bastante traqueteado por el exceso de trabajo rudo por los caminos de la sierra. Ahora no viajamos en el Cometa, sería imposible por estos caminos. El enviado resultó ser hermano de Blanca Rita, la delegada y ni más ni menos que el jefe de la policía de San Javier <<pa´cabar pronto, como dicen por acá>>

Camino a San Javier.

___Manejamos como Serreros___ me dijo willy al empezar a correr por la vereda dentro del lecho del arroyo “Las Parras”, que baja de la sierra para desembocar en la bahía de Loreto.

“Aquí los caminos van a veredas, veredas que tuercen a más veredas”.

Conducía el pick up muy aprisa, como si se deslizara sobre una vía asfaltada. Las piedrecillas puntiagudas del lecho del arroyo, salían constantemente disparadas en todas direcciones como estrellas fugaces manando del radiante de los neumáticos.

___No seguimos el camino de terrasería normal porque es más largo___ me dijo, mientras maniobraba hábilmente para tratar de librar los pedruscos más grandes en un zigzagueo constante. Lentamente nos internábamos dentro del profundo cañón camino a la Sierra de La Giganta.

___A este lugar le llamamos La Cañada del Corral___ volvió a explicar Willy, mientras las paredes casi verticales a modo de cirios crecidos lado a lado, se elevaban más y más junto a mí como soportando el cielo, y el eco del motor se multiplicaba perdiéndose en la nada.

Viajábamos en el interior de la cabina, cuyo tablero desgarrado y capeado de polvo que en volutas irisadas por el sol, flotaban como el haz de luz que entra por los ventanales altos de las iglesias. La constante vibración de múltiples viajes mostraba un sin número de rupturas, de remiendos, y marañas de alambres cortados y sueltos por doquier. Un piso igual de terroso que el de afuera. En la caja trasera del vehículo, el equipo de astronomía y el demás del equipaje, se zangoloteaban al compás de las muelles y los tumbos del camino. Nos había llevado buen rato afianzarlo debidamente, envolviendo todo en sabanas y cobijas, y yacían sobre un par de colchones viejos que más tarde sabría, serían nuestras camas por un par de días allá arriba en la montaña.

___Son sólo 32 kilómetros___ me dijo Willy. En mi interior me dije, << Gracias a Dios que no traje El Cometa >>.

Al llegar a una “ Y “, viramos a la derecha y nos encontramos con otro camino de terracería.

___Aquí es donde entroncamos con el camino largo que viene de Loreto____ Nos hemos ahorrado un buen tramo____ dijo, y de inmediato aceleró aún más alejándonos rápidamente del fondo de la cañada para empezar a ascender

___A esta subida le llamamos La Cuesta de La Venta ___

___Adelantito, está el rancho de Las Parras___

___Cuentan por aquí que un tal Don Antonio Do Santos..............___ y me narró entre giro y giro del volante de la pick up, la manera en que se fundó este rancho.

Sucedió que a fines del siglo XIX, Don Antonio Do Santos. Portugués de origen, hombre inquieto y aventurero, había llegado a la Bahía Magdalena a bordo de un barco de bandera norteamericana junto con un grupo de colonos, atraídos por la posibilidad de obtener grandes extensiones de productivas tierras, con abundante agua para riego y los avios necesarios.

___Eso les dijeron cuando los reclutaron___ continuaba Willy con la charla.

No tardó en darse cuenta de que todo había sido una falacia. Nunca le dieron un metro de tierra, ni a él, ni a nadie. La realidad es que habían sido conducidos a esta lejana comarca para trabajar en los campos horchilleros prácticamente en calidad de esclavos. Don Antonio Do Santos desertó. Cruzó el valle de Santo Domingo y se internó en la serranía, donde le habían contado que existía un poblado llamado San Javier que era el paraíso terrenal. Efectivamente, cuando llegó sintió que estaba en el paraíso. El agua que fluía del manantial, los umbrosos huertos con grandes árboles de olivos, toronjas, naranjos, aguacates, limones, y vides, saciaron su sed y hambre. La contemplación del templo de San Javier le recordó los de su lejana tierra, Lisboa. La cálida acogida que le dieron los nativos, le indujo a quedarse ahí para siempre. Pronto conoció a una joven, se enamoró y se casó. Años después fundó el rancho Las Parras en una profunda cañada donde corría un arroyuelo. Inició la crianza de ganado y con cepas llevadas de San Javier, la siembra de frutales.

___Así fue como nació el rancho___ concluyó Willy, mientras tornaba la vista hacia los filos de los cantiles de su lado a la vez que seguíamos ascendiendo hacia la cima de un picacho, al cual designan con el nombre de Pilón de las Parras dentro de este tramo de la sierra llamada Tiombó.

___Ya hemos subido como unos 800 metros___ Dijo Willy.

Desde aquí la vista era impresionante. Hacia atrás quedaba a lo lejos el imponente Mar de Cortés que desde esta altura dejaba ver el horizonte azul de sus aguas. Rodábamos lento, muy lento, ascendiendo más y más en un camino tan angosto a veces, que sólo cabe un vehículo. Camino malísimo, que estos rancheros por obligación tienen que circular para llegar a Loreto, lugar donde se surten de la mayor parte de los insumos que les proporciona la ciudad.

Sierra de La Giganta.

Por fin hemos llegado a la cima. Empezamos a descender. Se ve una pequeña corriente de agua al fondo del cañón. Un pequeño oasis de palmeras abanico y datileras. Frescor en medio de este calor infernal que sopla por la ventanilla.

Llegamos al fondo y vadeamos el arroyo. Giró Willy hacia la izquierda saliéndose del camino principal y siguiendo la corriente, por toda la orilla se encaminó al pié de los altos paredones de roca. Detuvo la marcha.

___¡Esto es la cueva, Las Pintas! ___ Dijo Willy. Estábamos frente una pequeña oquedad erosionada por el agua y el tiempo en la pared de la roca granítica del cañón

___Aquí hay unas pinturas rupestres de los antiguos indios___dijo.

Ciertamente, bajo las lajas superpuestas, se observaban algunos vestigios de pintura ocre, roja, blanco y negra ya muy desgastadas por la exposición a la erosión.

___Los antiguos Cochimíes conocían bien de este lugarcito desde entonces, y les gustó pa´venir a pintar sus cosas___ Dijo Willy.

Mientras platicaba, me dediqué por unos minutos a fotografiar las pinturas.

Tenía mucha razón, este oasis es un paraíso escondido en lo recóndito de las montañas. Es un remanso de verdor, perdido “ entre estas montañas secas como mujeres estériles que no pueden dar vida a nada”.

___Vamos a refrescarnos tantito aquí, pa´luego seguirle___ Ya llevamos aventajado la mitá___ Dijo, mientras con sus manos ahuecadas juntaba agua de un hilito que chorreaba por un costado de la cueva.

___Stá- fresquecita profe, pruébela, sin miedo, stá- bien limpia___ Lo secundé y juntos bebimos. Lo hice más que nada, para que no pensara que le desconfiaba a su agüita, pero la mera verdad, no muy me agradó la idea. En fin, era parte de la aventura y como hacía muchísimo calor, pues no me supo tan mal.

Descansamos un rato bajo las sombras de las palmeras y huisaches, oyendo el leve rumor del agua que corría, y observando aquel hilito de agua que descendía pintando de musgo las paredes de la cueva, mientras a lo lejos en el cañón el calor arriaba, y un peculiar aroma de copales y torotes nos llegaba del oasis.

Oasis Las Pintas.

Datos Históricos de “Las Pintas”

Tomado de un pequeño letrero que está en la cueva. Lo copié, antes de que se acabe de destruir.

El sitio Cuevas Pintas se localiza en la Sierra de la Giganta, abrupta cadena montañosa que se extiende en la parte media del estado de Baja California Sur hacia el lado oriental de la península. Cuevas Pintas se ubica en el frente rocoso adyacente al cauce del Arroyo de las Parras. Durante las lluvias el agua corre por esta parte del arroyo, acumulándose a su vez en tinajas. Esto seguramente fue muy atractivo para la población indígena local.

Cuando los misioneros llegaron a esta región en 1697, encontraron a grupos de indígenas que subsistían de la caza, la pesca y la recolección de semillas, frutos, raíces, insectos y moluscos. Aún cuando su tecnología era sencilla, su estructura social e ideológica era compleja, tal como lo demuestra el arte rupestre que se observa en este lugar, y que se extiende por toda la península. Los indígenas de esta región hablaban el lenguaje Yumano-Cochimí, el cual consta de varios dialectos, el que se hablaba en esta parte de la Sierra de la Giganta era el Laymon.

En 1699 la región Laymona fue explorada por el Misionero Jesuita Francisco María Píccolo, pocos años después se fundó la Misión de San Francisco Javier en el paraje indígena denominado Viggé-Biaundó.

El panel rupestre de Cuevas Pintas está compuesto por figuras abstractas pintadas en rojo, negro, blanco, y amarillo. Este tipo de diseños pertenece al estilo denominado Sierra de la Giganta, el cual se compone principalmente por diseños geométricos. Aunque por el momento no es posible hacer una interpretación irrefutable de estas figuras, si podemos suponer su posible significado, sobre todo si relacionamos la práctica de realizar pintura rupestre con la ideología y el ceremonialismo peninsulares.

Así la producción del arte rupestre se vincula con prácticas chamánicas y temas como espíritus animales asistentes, visiones, vuelo del alma y trance. En culturas como la que vivió en esta región, los chamanes podrían entrar en estado de trance y éxtasis al transformarse en médium (posesión por espíritus), a través del cual los muertos pueden hablar. La intoxicación por tabaco está documentada como un importante aspecto del ritual peninsular y tal vez fue el principal medio por el que se inducía el trance, no obstante también deben ser considerados los efectos de inducción al trance a través del movimiento rítmico, el sonido de cantos y danzas nocturnos, al igual que la hiperventilación. En este sentido, el arte rupestre estaría reflejando las visiones captadas durante el estado de trance.

Aún con estas consideraciones, sería muy aventurado afirmar que estas pinturas derivan de un ritual de esta naturaleza. Para poder emitir un juicio certero acerca del origen y función del arte rupestre de estas montañas, es necesario contar con la investigación arqueológica de las culturas que le dieron origen, entre otros elementos de análisis.

Pinturas Rupestres. Las Pintas.

Pinturas Rupestres, Las Pintas 2.

Reanudamos la marcha, sólo para internarnos nuevamente en la misma ruta polvosa y caliente y el monte de escasa y desmedrada vegetación. Pasamos frente a una desviación de entrada hacia un rancho, donde un letrero cayéndose de seco indicaba, Rancho San Matías. A lo lejos se veía un jacal cercado de tablas de cardón y un ato de vacas asoleadas y cansadas de remonear en el pelado monte, descansando a la sombra de los hirsutos Palos verdes.

Esta vez no dijo nada Willy sólo iba concentrado en conducir.

Otro rancho más adelante, parecido al anterior, este con un cerco de hachones de pitahaya protegiendo la vivienda y un pequeño rebaño de chivos lepe (huérfanos); se llama, Rancho Viejo. Rancheros sudcalifornianos que tienen los arreos para vivir en estos terrenos y arrancarle a estas tierras algo, no mucho, pero suficiente para mantenerlos arraigados aquí al igual que sus antepasados. Salieron de no sé dónde, una veintena de perros famélicos que ladraban al pick up amenazadoramente levantando un remolino que corrió por el corral.

De pronto al voltear de una curva, descendiendo, ___¡Las cúpulas! ___ Le grito de alegría a Willy.

___Sí, ese es San Javier profe___ me contestó.

___¡Mira las cúpulas de la Misión___ le insisto a Mari.

___Sí, ya las estoy viendo___ me contestó, como tratando de tranquilizar mi euforia.

___Ya estamos por llegar profe___dijo Willy.

___Detente tantito aquí para admirar esta belleza___ Le dije a Willy.

Se detuvo y descendimos. Me quedé extasiado por unos minutos y enseguida regresé por la cámara y guardé en élla mis sueños hechos fotos.

Eran un par de cúpulas blancas que sobresalían por encima del follaje del oasis, con su campanario y torreones apuntando al cielo limpio, tan limpio y claro, como si los ángeles lo hubieran lavado por la mañana sabiendo que llegaríamos ese día. Subía hasta mí, ese olor sano de la naturaleza que vigoriza y fortifica el cuerpo. San Javier se me presentaba tal cual me lo había imaginado y en mi mente la imagen se había vuelto una quimera desde hacía años. Era una fortificación de piedra que se erguía imponente a lo lejos en el fondo del cañón entre aquel verdor esmeralda, paradisíaco, de las palmeras, limoneros, mangos, naranjales y tabachines.

Cúpulas de la Misión de San Javier.

___Vámonos profe___ Me dijo Willy despertándome de mis sueños de conquistador y misionero.

___Si, tienes razón, ya me anda por llegar a ese paraíso___ le dije a Willy, drogado por aquella calma augusta del oasis, y un susurro de desamparos que parecían venir del fondo del cañón, donde de seguro Dios existe.

Continuamos descendiendo y bordeando el cañón, siguiendo las curvaturas de la montaña y el arroyo que baja del Ojo de Agua de Biaundó hasta llegar al fondo y a la presa que está a la orilla del poblado de San Javier.

Al llegar a la avenida principal, lo primero con lo que te topas es una enorme cruz truncada, de piedra; se le conoce como El Humilladero. Siguiendo hacia el sur esta calzada que tiene un camellón en medio, a 200 metros estas frente a un impresionante monumento, es La Misión de San Francisco Javier.

Misión de San Javier.

Datos Históricos de San Francisco Javier. (Viggé-Biaundó)

El poblado de San Javier se localiza a más o menos 35 km. al oeste de Loreto, enclavado en el corazón mismo de la Sierra de la Giganta. Es un hermoso oasis, a las márgenes del arroyo Santo Domingo con un caserío dado en forma paralela a una calzada orientada de Sur a Norte con un camellón desde el atrio del Templo hasta el humilladero, que se localiza a 200 mts. , hacia el Norte. Este Humilladero es el único caso que se da en las misiones de Baja California Sur.

Existen huertas con arbustos frutales y con sistema de captación, estanque y conducción del agua desde la época Misional.

Misión San Javier.

Hay tres formas de llegar en vehículo: una saliendo de Loreto vía el Rancho Las Parras, que fue la ruta que seguimos, a través del camino de brecha, en buenas condiciones, sinuoso por su topografía entre montes y cañones. En tiempos normales, este recorrido se hace aproximadamente en una hora y media.

Otra forma es tomando una desviación en un lugar conocido como “El Piojito” a la altura del Km. 27 +400 de la carretera pavimentada tramo Ciudad Insurgentes a San Isidro; a partir de la desviación el camino es de brecha, prácticamente plano topográficamente hablando, pero un poco tortuoso y tediosos porque sigue el cauce del arroyo “Santo Domingo, lleno de piedras, el cual se cruza innumerable veces. En tiempos normales el recorrido por este camino de “El Piojito” a San Javier se hace aproximadamente en tres horas; la ventaja de seguir este camino es de que como a 10 Km., antes de llegar a San Javier, se pueden conocer las ruinas de la Misión Franciscana conocida como “La Presentación”; Otros la conocen como “La Pasión”.

La tercera ruta es, saliendo de Comondú, atravesando el espinazo de la Sierra de la Giganta, por un camino de brecha escabroso de aproximadamente 42 Km.; En tiempos normales, el recorrido se hace en dos horas y media, a tres; pero vale la pena porque en el trayecto se conoce un horno que construyeron los Jesuitas para quemar cal, que usaron para las construcciones de las Misiones del rumbo, estéticamente, el horno es hermoso.

El templo misional de San Francisco Javier, es la segunda misión fundada en Baja California Sur, dos años después de la llegada de Juan María Salvatierra. Fue fundada por el misionero jesuita P. Francisco María Píccolo, en octubre del año1699: La primera fundación del templo, en realidad apenas una pequeña capilla de adobe, terminada para el mes de noviembre, se dedicó primeramente con el nombre de Todos Santos. Se da en un lugar denominado Rancho Viejo, misma que fue abandonada al año siguiente por el ataque hecho por indígenas hostiles. En 1701 el padre Juan de Ugarte restableció la misión en otro lugar cercano y erigió un nuevo recinto religioso, igualmente de adobe. La nueva ubicación tampoco resultó apropiada debido a la escasez de agua, prolongadas sequías y fuertes vientos, entre otros, lo que influyó su reubicación en 1710. Esta vez se escogió el sitio fértil y con agua conocido como San Pablo, a 8 Km al sur, donde se había construido una iglesia de piedra y mortero con vigas de madera, la cual retomaría la misión con otro nombre. La construcción de la iglesia en piedra, como actualmente la conocemos, se inició en 1744 bajo la supervisión del Padre Miguel del Barco, pero no se terminó sino hasta 1758.

Al padre Juan de Ugarte, se le atribuye el comienzo del cultivo de trigo, maíz, frijol, vid y árboles frutales por medio de la construcción de canales de riego y estanques; en rancho viejo existe un represo de agua, una canalización y restos de cimientos.

Se dice que El Capitán Mendoza que acompañaba al padre Píccolo, junto con sus soldados e indios cochimies del lugar, hicieron los adobes para la primera Capilla de San Francisco Javier y éstos en dos días levantaron la capilla de siete varas de largo y cuatro y media de ancho, en otros dos días un aposento y otra salita, y en otros dos días más, se techó la capilla que aunque de zacate, quedo hermosa.

Miguel del Barco; según documentos nos dice; “Por estar la iglesia antigua amenazando ruina, se comenzó a fabricar otra el año de 1744, aunque esta fabricación tuvo varias interrupciones de algunos años por la dificultad de hallar maestros a satisfacción que quisieran venir a tierras remotas; es toda cal y piedra, con cimientos y paredes bien firmes, toda de buenas bóvedas con su crucero y media naranja bien hecha, con tres retablos en sus altares”

El edificio actual, fue construido de piedra sacada de diferentes minas de cantera del arroyo de Santo Domingo, ya que respetando las áreas o elementos a trabajar; se escogía determinada piedra: Fue realizada por el misionero Jesuita Padre Miguel del Barco, en 1744, terminada y bendecida aproximadamente en Abril de 1758. Se menciona que un retablo principal dorado; llegó desarmado en 32 cajas, procedentes de Tepozotlán; en éste Templo se usaron vidrios por primera vez en Baja California.

En Mayo 21 de 1773, bajo inventario, los Padres Dominicos recibieron de los Padres Franciscanos un desglose referente al Conjunto Misional en la que se describe la nueva edificación, de planta en forma de cruz latina, de 41 varas de largo por siete y media de ancho, maravillaba por su bella decoración exterior y por su crucero, que se coronó con una cúpula. La nave, cubierta con una bóveda de aristas, se funde armoniosamente con el esbelto campanario, lo que da cierta importancia al edificio.

El interior del recinto fue decorado de manera muy suntuosa según deja entrever el inventario que en 1773 levantaron los franciscanos con el fin de conocer los bienes de esta misión. En el se describe la decoración de la nave, que consistía de grandes y cuantiosos óleos, entre los que destacan tres magníficos retablos totalmente dorados. El principal, dedicado a San Francisco Javier, tiene la imagen del santo sobre una repisa en el primer cuerpo, y a sus lados los lienzos de San José con el Niño y San Pablo.

Interior Misión San Javier.

Imagen de San Francisco Javier.

Este recinto, a pesar de su magnífica arquitectura, no fue objeto de un recargamiento de manifestaciones artísticas, ni tuvo la suntuosidad del de Loreto. No obstante, e igual que fue el caso en varias de las otras misiones, incluyendo la de Loreto, a la iglesia de San Francisco Javier le fueron retirados algunos objetos de uso litúrgico que servirían para las nuevas misiones que fundarían los franciscanos en la Alta California

En 1850, visitó el poblado de San Javier, el Sr. Rafael Espinoza; quién relató, que la cruz del Humilladero, yacía arrojada en el suelo por un huracán que hubo en 1810.

Detalles de la nave de la Misión.

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Por fin Willy detuvo su pickup frente al atrio de la Misión, justo cruzando la calle y al lado de una enrramada de palma real con dos de sus costados forrados de varas entreveradas de palo de arco.

___Aquí los dejo, voy a decirle a mi hermana que ya llegamos y regreso___Me dijo, mientras descargábamos el equipo de la caja del pick up.

Se fue sin más, ni más,

___¿ Y ahora que hacemos? ___ Me preguntó Mari.

___¿ Pos no sé? ___ Fue todo lo que pude contestarle.

Eran pasadas de las tres de la tarde. El calor caía a plomo fuera de la enramada. Ni un alma alrededor. Era un lugar tan callado que sólo el susurro del aire que se escurría por entre las almenas de las torres de la iglesia y el rucutucu de la paloma torcasa corrían en persecución de la nada. Casi podía jurar que escuchaba la voz del viento.

Estaba atónito ante la belleza de aquella mole. Me parecía ver aún aquellos indios cochimies y Yumanos cincelando los detalles de la fachada.

Detalles fachada Misión San Javier 1.

Detalles fachada Misión San Javier 2.

___ No cabe duda que aquellos indios eran unos artistas___ le dije a Mari.

___Mira nada más, esos detalles tan bellamente labrados ___

___Pero lo más sorprendente, es el que hayan venido a hacerlo hasta este recóndito lugar___ dijo Mari.___No cabe duda que la Fé, obra milagros.

___El lugar donde nos ubicó Willy, no podía ser mejor___ le dije a Mari

___ Tenemos lugares de primera fila para estar admirando esto, y tiempo de sobra___

___Esta será nuestra casa por dos días___estamos en primer plano y bajo la sombra de esta palapa___

Metimos todo el equipo bajo la sombra de la palapa. Desempacamos y desempolvamos todo. Afortunadamente todo llegó bien, sólo el telescopio Dob, un poco desalineado, cosa que corregí y dejé listo para la observación de la noche. Mari de inmediato se puso a colgar la exposición fotográfica en las paredes de nuestra morada.

___¿Para que las cuelgas tan pronto? ___ Pregunté

___Es que así la gente del pueblo que pase, las vean, se acerquen e invitarlos a la función de esta noche___Dijo.

No había nadie en varias cuadras,

___Bueno, como quieras, pero podías hacerlo más tarde, cuando baje un poco más el calor___

___Pero si no, que hago mientras___

___Está bien, continua___ le dije.

Como vimos que Willy no se aparecía por ningún lado, y el hambre empezaba a hacer estragos, le sugerí a Mari que buscáramos en el pueblo donde poder comer algo. Caminamos hacia el norte siguiendo la calzada por donde entramos, sin encontrar nada, ni a nadie. Aquel lugar parecía un pueblo fantasma. De regreso por el mismo camino, una señora nos saludó desde la enramada de su patio.

___Vamos a preguntarle a esa señora___ le sugerí a Mari

___Sí, porque ya vengo muy acalorada, y con mucha sed___ me contestó.

___Buenas tardes___ la saludé, y Mari me secundó.

___Oiga Doña, donde podríamos comer algo aquí___ le pregunté

___No, pos aquí ´nuay donde___me contestó

___Pos yo vendo sodas y cervezas aquí, pero si gustan les puedo preparar unos burritos de machaca que es lo único que tengo___

Aquello sonó como música celestial a nuestros oídos.

___Ha pues si nos hace el favor, doñita, mucho se lo vamos a agradecer___le contesté.

La seguimos al interior de la palapa. Nos acercó un par de sillas y se fue hacia la cocina diciendo

___Ahorita verán que les traigo sus burritos___

___¿Cuántos quieren?___

___Creo que con dos para cada uno es suficiente___ le contestó Mari

___¿Y van a querer soda o cerveza?___

___Dos cervezas ___ le contesté, adelantándome a Mari, por si a élla se le hubiera ocurrido pedir sodas.

Pasado un rato, llegó el esposo de la señora, sudado y asoleado, venía del campo. Nos saludó y se sentó en una poltrona vieja y oxidada, que de pintura blanca original ya casi no le quedaba nada. Empezó a mecerse y a refrescarse bajo el encanto del rechinido de la pobre poltrona que sufría sus embates nuevamente, como probablemente lo había hecho infinidad de veces antes.

___¿Y se puede saber que andan haciendo ustedes por acá, a estas horas y con este calor?___Preguntó

___Son los señores que vienen a dar la función de las estrellas esta noche___Contestó desde la cocina que estaba al fondo de la palapa, su esposa.

Con ello me pude dar cuenta que la delegada ya había informado a su gente que este día llegaríamos al lugar.

___¿Y, a que horas va a ser eso?___Preguntó nuevamente.

___En cuanto se obscurezca___le contesté

___Estamos instalados en la palapa que está frente a la misión___

___Pero si gustan, ya pueden ir ahorita a ver la exposición fotográfica que tenemos instalada en la palapa___ dijo Mari.

___Meé__ dijo el señor.

___Con este pinchi calor, no se antoja ni dar un paso pa´juera___contestó riéndose, al modo de los sudcalifornianos (como dirían ellos).

___Ya pal´ratito les cairemos por allá___No más que baje tantito la calorcita___

___Pues cuando gusten, allá estaremos esperándolos___le contesté. Mientras la señora nos acercaba sendas cervezas, tibias, sacadas de un viejo refrigerador, de esos que funcionan con gas y de seguro comprado en Loreto en alguna tienda de segundas.

___Que bueno que tienen ese refrigerador___les dije.

___Pos ni tanto___ dijo el señor ____Viera que gasta un chingo de gas___

___A veces ya me dan ganas de mandarlo a la chingada___

Me limite a sonreír sin ningún comentario más. Es característico del ranchero sudcaliforniano el hablar de ese modo. Es su muy particular forma de expresarse y nunca con el afán de ofender. La señora se acercó nuevamente trayéndonos los platos para Mari y para mí, con tres burritos de machaca acompañados con sus respectivos frijoles refritos, salsa tatemada y queso fresquecito de rancho. Aquello era un manjar para los Dioses a estas horas del día y con el hambre voraz que nos cargábamos. Nuevamente comprobábamos la hospitalidad desinteresada y franca que son inseparables del modo de ser del sudcaliforniano.

Estábamos en una palapa con techo de palma y matas de brocado, serrucho, orejas de burro y sinvergüenzas que crecían con exhuberancia en macetas colocadas sobre el pretil que rodeaba el corredor, o en jardineras de latas de chiles vacíos suspendidas de clavos sobre las paredes. Todo aquello le daban al ambiente un toque de frescura, colorido y sabor de hogar.

___A ver que le parecen estos burritos, pero ya ve, es todo lo que les pude hacer___dijo la señora, como disculpándose.

___Oiga Doñita, pero si esto está más que bien___ le contesté, ___y con el hambre que ya traemos, nos va a caer de maravillas___

Y así fue, despachamos aquellos tres burritos en menos de lo que canta un gallo, bajo la mirada siempre curiosa de Don Manuel y Doña Cuquita. Gente de campo, rancheros sudcalifornianos, morenos de sol. Ambos altos. Ella, fornida, con algunos kilos de más, de cabellos largos y negros, mirada profunda provenientes de unos ojos negros y sonrisa ligera, pronta a mostrar sus bellos dientes. Don Manuel, hombre seco, clayudo, de abdomen ligeramente abultado, se nota que era de piel blanca, ahora renegrida de sol del desierto y cabello café castaño, ojos azules, un rostro clásico sudcaliforniano.

___Y ´ora que van a´ser___ preguntó Don. Manuel___

___Pues vamos a conocer bien toda la misión y a tomar fotos___ le dije.

___¡Pos no se asolellen munsho! ___ No se como no les cala, la calor, orita está lo más fuerte___. Me advirtió, como queriendo hacernos desistir de hacerlo de inmediato.

Continuó platicando. Sólo escuchábamos. Cuando se dio cuenta que ya no le contestaba, calló. Aproveché el espacio del silencio para terminar con la plática y poder retirarnos a lo que teníamos programado en mente.

___¿Y cuanto le vamos a deber, Doñita? ___ Le pregunté a Cuquita.

___Ustedes, “No dejen de preocuparse”, ai´se lo apuntamos a la delegada___me contestó riéndose, mostrando nuevamente su bella dentadura, blanca y parejita.

La mayor parte de la tarde la dedicamos a conocer palmo a palmo la misión. Le dimos una y otra vuelta alrededor tomando fotos desde todos los ángulos. No quería dejar ni un rincón sin grabarlo en una foto. La memoria de la cámara, pronto se saturó. Regresé a nuestra palapa y cambié de cámara. No podía vaciar las fotos en la Lap Top, pues no la trajimos con nosotros. Use la antigua de rollos, cuando me di cuenta, ya había agotado un rollo de 24 fotos. Mi dedo parecía no poder parar de oprimir el disparador. Había mucho que fotografiar de San Javier.

___Ya párale___ me dijo Mari ___Si no, no te van a alcanzar los rollos que traes____

___Todavía nos falta la noche astronómica y mañana___Que tanto le tomas a todo____

Tenía razón, como siempre. Soy un fotógrafo compulsivo.

Hora: 4:30 pm.

Hemos regresado a “nuestra palapa”.

___Bien decía Don Manuel que nos íbamos a asolear___ me dijo Mari ___Vengo empapada___

___¿Acaso crees que yo estoy en un lecho de rosas? ___ Le contesté irónicamente.

Estábamos en realidad muy acalorados y asoleados, bebimos agua que traíamos en un galón hasta saciar la sed, y luego nos recostamos sobre nuestros respectivos colchones viejos y desvencijados, sobre el piso de tierra y bajo la sombra acogedora de nuestra casa en San Javier. Un silencio de soledad se percibe, sólo escucho el chirriar de las cigarras que se aburren de tedio y calor. El sol ha calentado las paredes del cañón donde se encuentra sumergido el poblado lo cual hace que el calor se eleve mucho más.

Solos. Ni un alma alrededor. Nadie se atreve a desafiar el calor a estas horas. Me entretuve desde mi posición sobre el colchón, a observar a detalle, ayudado por los binoculares, la fachada de la misión que me quedaba justo frente a mis ojos. Una familia de gorriones llegaban y se apoyaban de las pequeñas fisuras que quedan entre las uniones de los bloques de piedras, desafiando la gravedad al quedar suspendidos en un ángulo casi de 90°. Noté entonces que un pequeñísimo cactus de pitahaya, había empezado a crecer en una de las fisuras, justo junto a uno de los gorriones. Traté de visualizarla a simple vista. No la distinguía. Estaba muy arriba y lejos del alcance de mi visión. De inmediato me levanté y empecé a ensamblar el telescopio refractor. Lo apunté hacia la pequeña pitahaya. Ahí estaba, perfectamente visible en todo su esplendor en el centro de visión del telescopio. Fue motivo de asombro para las gentes del lugar al acercarse más tarde a observar a través de él. Cuando me preguntaban que era lo que se veía en ese telescopio, les bromeaba diciéndoles que era “El milagro de la pitahaya de San Javier”. Les causaba gracia y se reían junto conmigo, para luego preguntarme del porque del hecho. La explicación que les daba era de que los pajarillos algún día habían depositado su “caquita” en dicha fisura y como ellos se alimentan de esa fruta, pues alguna semillita se quedó atorada ahí y que el tiempo, y la humedad de las noches del desierto se encargaron de crear “El Milagro de San Javier”.

Al caer la tarde y el calor empezó a disminuir, Mari terminó de colocar su exposición fotográfica. Ella se ha echado a cuestas esa labor durante todo el viaje. Las distribuyó perfectamente como si fuera en una sala de exposición de un museo o una sala de arte. Las colgó con mucho esmero y paciencia alrededor de las paredes de la palapa bajo la sombra, y empezó a invitar a los primeros vecinos curiosos que se acercaron a ver que estaba sucediendo bajo la palapa donde estaban aquellos extraños con sus aparatos, traídos hasta acá por la delegada. Los dirigía como guía conocedora de sus obras de arte, explicándoles a detalle y contestando las preguntas de aquellas gentes que por vez primera en su vida veían fotos de aquel tipo.

Aprovechamos su curiosidad y los invitamos a que empezaran a asomarse a los tres telescopios que para entonces ya tenía instalados; El Dobsoniano de seis pulgadas apuntando a la luna, que aún con la luz del crepúsculo ya se podía distinguir perfectamente en su etapa de menguante y gibosa; el refractor apuntando al milagro de San Javier, y el pequeño Astrocan, a las paredes escarpadas del cañón a lo lejos, logrando de ese modo interesarlos a que regresaran con el resto de la familia más tarde con la obscuridad, para la sesión astronómica.

Willy, como jefe de la policía se encargó de pasar casa por casa del poblado a invitarlos a la sesión nocturna. Como en todos los casos de este tipo en los que algún empleado del gobierno interviene, aprovecharon la situación para su labor de proselitismo y demostrar que su equipo de trabajo estaba trabajando para beneficio del poblado. Pero, el fin justifica los medios y ahí estábamos haciendo lo que nos gusta hacer y a la vez había logrado también mi meta; conocer la Misión de San Javier.

Nunca antes el proyecto “Astronomía por México” había tenido tan bello marco para exponerse, estábamos en el atrio de una de las más bellas misiones de la Baja California Sur. Pasado, presente y futuro, unidos en espera de que se encendieran los astros en el cielo mientras las montañas mostraban sus perfiles negros y ariscos contra los primeros resplandores de la luna recién salida del oasis entre cirios y pitahayas como si fuera a reposar ahí con los zopilotes en su camino de despedida hacia luna nueva.

Atrio de la Misión de San Javier.

Alguien apagó por completo el sol. Cayó la noche y con élla un leve viento que bajó de algún recoveco allá a lo lejos en la Sierra de la Giganta, agitó la hierba rala de los alrededores del cañón henchido de noche y de nada.

“En este lugar no hay tiempo, hay sólo eternidad”.

A la voz de “tercera llamada, comenzamos” dimos inicio a la función tan ansiada por la comunidad.

Niños, abuelos, padres, en fin, toda la comunidad San Javierense se había reunido con nosotros esa noche, y bajo la obscuridad interrumpida sólo por el vuelo de los murciélagos que alborotados por nuestra presencia, transcurrió ante el asombro de cada uno de éllos después de asomarse a los telescopios y observar a Venus, La Luna, El Cúmulo M13 en el corazón de la constelación de Hércules, las estrellas dobles de Lira y la Osa Mayor, y las espectaculares dobles de la cabeza del Cisne, “Deneb”.

Todo mundo disfrutó, atónitos de saber que aquellos puntos luminosos que se desplazaban noche a noche ante sus miradas, que alguna vez los descubrieran bajo aquel su cielo obscuro, pletórico de estrellas, y que se movían por entre éllas, eran “ Satélites Artificiales “; Objetos construidos por la mano del hombre, puestos ahí para su servicio, y que en esos instantes veíamos pasar por encima de nosotros. Con los gritos de___¡Ai va otro, profe! __ Nos entretuvimos durante buen rato.

Otros más preguntaban sobre “su constelación” del zodiaco, y una a una las fuimos describiendo ayudados por los apuntadores láser, y a los que por la fecha y hora no se podían observar, les explicábamos también el por que.

La velada fue una noche de fiesta que se fue consumiendo bajo el frescor de la noche de San Javier, aprovechada a la vez por sus habitantes para estar fuera del calor de sus casas y donde pudimos utilizar el proyector de estrellas más grande del mundo que sólo en lugares y noches tan especiales como esta, está a nuestra disposición para jubilo nuestro y de los que nos rodean. Ya muy entrada la noche, uno a uno se fueron desvaneciendo al igual que las estrellas que se desplomaban sobre los filos del cañón, llevándose consigo una experiencia inolvidable, y dejándonos muy dentro de nuestro ser, aquel sabor y olor de gente humilde, sencilla, cariñosa y con la hospitalidad tan sin igual del ranchero sudcaliforniano.

Empezamos a recoger el equipo, lentamente, sin prisa, entre___ Adiós___ y___ Hasta mañana, Profe.___ de los rezagados.

En el poblado un pequeño generador de luz funciona sólo hasta las diez de la noche, así que los escasos focos que como pequeñas luciérnagas centellaban en los alrededores, temprano dejaron de existir al desfallecer por falta de energía eléctrica.

Retablo Misión San Javier.

Nos fuimos a la cama, mejor dicho, “a los colchones desvencijados” pasada la primera hora del nuevo día, tratando de conciliar el sueño después de una noche llena de excitación y júbilo. La luz de la luna que se retiraba ya con rumbo a la sierra, se filtraba levemente entre las palmas del techo, rasgando el piso con surcos luminosos. Imposible dormir. El paso de los murciélagos de un lado a otro bajo la palapa, no dejaban que Mari se callara. Gritaba cada vez que los veía. Cuando se calmaba, el silencio era tal, que se podía escuchar claramente a las polillas devorar el interior de las varas de las palmas abanico que tapizaban el techo de nuestro dormitorio.

___¿Qué es ese ruido? ___ Preguntaba asustada nuevamente Mari. Y le explicaba con mis mejores argumentos, tratando de tranquilizarla para que se durmiera, y a la vez me dejara dormir.

De vez en cuando un perro ladraba en algún lugar del poblado, y el eco del cañón se encargaba de multiplicarlo, contagiando a sus colegas avecindados, que en coro respondían a su llamado, formando un peculiar coro de ladridos desmañanados.

Los mosquitos a su vez, trataban de hacer de nosotros su platillo fuerte para la cena de esa noche. El calor, no nos permitía darnos el lujo de cobijarnos para protegernos de ellos, sin embargo, contra todas las circunstancias de esa noche, el cansancio y el sueño, al fin terminaron venciéndonos.

Entrada la madrugada, un aullido lastimero bajó de la montaña. Un monstruoso ronquido quebró la noche desierta. Nuevamente Mari sobresaltada despertó.

___¿ Oíste eso? ___ ¿ Que fue? ___

___A de ver sido un borrego cimarrón ___ O un León___Le contesté

___El eco del cañón amplificó el balido___ ¡Duérmete, no es nada! ___ Le dije ya molesto.

___Así no me vas a dejar dormir nunca___

Veía su silueta contrastada con la luz de la luna, sentada sobre el colchón, hecha bolita, muy calladita voltendo para todos lados por largo rato.

Las hormigas terminaron de complicar la situación. Se subían sobre los colchones y nos hacían cosquillitas con sus patitas sobre las piernas bajo la ropa y nos daba por rascarnos. Nuevamente la fatiga hizo más que todo. Volvimos a dormirnos.

Los gallos puntualmente cronometraban sus cantos a intervalos precisos cumpliendo con sus oficios de “Serenos”.

___No puedo dormir___ Dijo Mari de repente

___Tengo mucho calor___ Por que no mejor sacamos los colchones afuera de la palapa y tratamos de dormir ahí afuera___

___Esta bien___ Le contesté, y movimos nuestros colchones respectivamente hacia la mitad de la calle, junto a la puerta de entrada en el atrio de la misión sobre el piso empedrado.

La luna para esa hora se había retirado a descansar, y la obscuridad era total. No había ningún otro movimiento alrededor. Teníamos todo el universo a nuestra disposición. Con las espaldas reposando sobre los colchones y la vista fija en el cielo, nos dispusimos a disfrutar del espectáculo de la visión de galaxias polvorientas sobre el fondo aterciopelado de la nada. Las montañas viejas en el horizonte, lucían negras contra el obscuro cielo y eran visitadas por varios planetas que salían y desaparecían, y por la luna que hacía buen rato había dejado dormidas a las gallinas.

Aprovechamos la posición de las constelación en el cenit, para descifrar lo que una anciana nos había recomendado ver en la madrugada de hoy. Según ella se podía distinguir la figura de La Virgen de Loreto como a esta hora de la madrugada. Escudriñamos la zona y al fin la ubicamos, se trataba ni más ni menos que de la parte inferior de la Constelación de Capricornio, “La Cabra”, en élla, tres brillantes estrellas formaban un triangulo que semejaba la silueta de la virgen, tan respetada y admirada por esta gente. Pudimos nuevamente comprobar la manera tan peculiar que las personas del campo tienen para formar sus propias figuras con las estrellas, y darles sus propios nombre acorde a sus creencias.

Comentamos Mari y Yo en el silencio de nuestro lecho sobre dicho acontecimiento, y por largo rato seguimos despiertos en la contemplación de lo que nunca dejará de sorprendernos. “Nuestro hogar”, “El Universo”.

La frescura de la humedad de la madrugada y el cansancio nos fue tranquilizando y tratamos de conciliar el sueño poco a poco con el pulso del universo sobre nuestras miradas. Cerré los ojos, dejando que el pequeño mundo del sueño, en ritmo con el gran universo, me arrullara y me venciera mientras recordaba aquel Salmo “ La ley del Señor es perfecta y reconforta el corazón , el testimonio del Señor es verdad y vuelve sabio a los sencillos”. Sal.18,8

Fin del día.

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