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Mi Desierto




Al vivir, viajar y disfrutar esta hermosa península de la Baja California, he llegado a quererla de modo tal, que decidí escribir este poema.



Mi Desierto
Amo a esta tierra que he escogido
Para vivir como eterno vagabundo
Espejismos de guaycuras y misiones
Ultima frontera en este nuevo mundo.

Amo al sol brotando por levante
Y teñir la tarde en mar bermejo
Mientras vuelve el pescador de su jornada
Hinchando el coromuel sus aparejos.

Amo el verdor de los bosques de cardones
Los santuarios de cactus con toda su hermosura
Las biznagas de estómagos hidrópicos
Y pitahayas chapeadas de dulzura.

Amo al oasis escondido en los cañones
Verdor esmeralda de palmeras
El croar sincopado de las ranas
Ejecutando sinfonías mañaneras.

Amo el aroma de sus montes
A torotes, copales y ocotillos,
Las rocas de mármol y cantera
Encrustadas en claustros y pasillos.

Amo el silbido del halcón peregrino
En el silente páramo candente
Oteando codiciada presa
Lucha campal del superviviente.

Amo al águila pescadora, majestuosa,
Tornando con la pesca al nido
De palo verde seco, entretejido
En la cima de sempiterno cirio.

Amo la bajamar extrema
Del indolente Mar de Cortés aprisionado
Permitiéndome así, acariciar sus lechos
En caletas, playas y collados.

Amo las blanquecinas dunas
De arenas volando en extravío
Por vientos de collas invernales
Y el sol canicular de estío.

Amo la infinidad de aves migratorias
Que huyen del ártico a raudales
Buscando abrigo en tibias aguas
De tus múltiples y verdes humedales.


Amo los cetáceos grises en manadas
Que viajan de boreales latitudes
A lagunas en recónditos santuarios
Concluyendo en ellos sus vicisitudes.

Amo tus altivas sierras
De picachos, paredones y cantiles
Morada de borregos cimarrones
Aún no hollada por gentiles.

Amo los arroyos susurrando
Deslizarse horadando las montañas
Dejando en el árido desierto
Pinceladas de verdor en sus marañas.

Amo tu ruta de misiones
Huella del cincel del artesano
Guaycura, Cochimí, Pericú
Y la cruz, y el bordón del Franciscano.

Amo sus cuevas y oquedades
Decoradas de figuras multiformes
En rojo, ocre, negro y blanco
Pintadas por antiguos naturales.

Amo tus innumerables islas
De flora y fauna sin par
Refugio antiguo de corsarios y piratas
De monstruos y leyendas de la mar.

Amo tus tranquilas aguas
La pesca en el fresco amanecer
El vibrar de la piola entre mis dedos
Y el cochito a punto de morder.

Amo al pescador ribereño
Curtido de sol y mar
Compartiéndome sus secretos
Acumulados en su diario bogar.

Amo el contacto con el sudcaliforniano
El chacoteo simple de su hablar
Su amistad desinteresada y franca
Y el alborozo reflejado en su cantar.

Amo el hogar de tus rancheros
Con paredes de palo d’arco entreveradas
Corredores de fresca palma real
Y San Migueles floreando a la alborada.

Amo sus cocinas enjarradas
Con hornillas de piedra y lodo amalgamado
Trebejos pendiendo de murillos
Con olores a machaca y a pescado.

Amo los molinos de viento laminados
De aspas gimiendo sin medida
Absorbiendo de profundas cavidades
El liquido vital para la vida.

Amo el traje del ranchero del desierto
De cuera y tehuas, rudimentarias
Sorteando clavelinas, caribes, huizapoles
Que fustigan su curtida indumentaria.

Amo este peculiar rincón mundano
Cofre de sorpresas que entrever
La tibieza de sus aguas en verano
Y la brisa fresca al atardecer.

Amo tus noches de luna nueva
Con cielos pletóricos de estrellas
Escudriñar a solas el arcano
Y sentir a Dios, muy cerca de éllas.

Amo y he aprendido a amar aún más
Esta desértica península apartada
Lugar donde me siento cobijado
Al igual que en mi natal morada.

Amo mi vida llena de sueños
Y aventuras en este “mi desierto”
La vida sosegada en estos lares
Reposo ideal de mi mañana incierto.

Enoc. La Paz,B.C.S. Marzo, 2006.




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